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Bolivia: los vecinos Senkata inician su camino hacia la justicia por la masacre de 2019

El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) presentó en este barrio de la población boliviana de El Alto su informe sobre vulneraciones de derechos cometidas durante el golpe contra Evo Morales. Esperan que este documento sirva para lograr justicia por los asesinados.

Llegó el momento tan esperado para los familiares de las víctimas de la masacre de Senkata en 2019. Integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) llegaron a este barrio de la ciudad de El Alto para entregarles el informe realizado en un año y medio de investigaciones. El documento final constató que el pueblo alteño fue acribillado por balas de fuerzas militares y policiales. También comprobó que la Policía torturó y ejerció violencia sexual contra mujeres. En total, 38 personas fueron asesinadas en ese periodo.

Gloria Quispe es presidenta de la Asociación de Familiares de las Víctimas de Senkata. Su hermano, Antonio, recibió una bala en la cabeza cuando ayudaba a un hombre que se había desmayado por los gases lacrimógenos.

«Agradecemos al GIEI que nos relata toda la verdad. Los vamos a llevar siempre en el corazón por el trabajo que realizaron acá«, dijo Quispe, quien no puede ingresar a la iglesia de San Francisco sin que la atrape la angustia.

Luego de la masacre, los cuerpos fueron traídos a esta misma iglesia. Cuando las autoridades de facto vinieron a llevarlos para la autopsia correspondiente, las familias lo evitaron: temían que hicieran desaparecer a sus seres queridos, así nunca se habría demostrado la existencia de la masacre.

Cada vez que entra a esta iglesia, Gloria aún recuerda la sangre de su hermano pegada a sus zapatos: «Todo el piso de la iglesia era un charco de sangre. No se puede olvidar. Psicológicamente nos han dañado la mente y el corazón a todo el entorno familiar», relató a Sputnik.

«Cuánto me gustaría que nos digan: ‘Toma el papá de tus niños huérfanos’. O a las mamás que han perdido a sus hijos: ‘Aquí está, vuelve con vida’. Pero eso nunca va a pasar. Por eso queremos que descansen en paz», dijo la presidenta de los familiares.

«Cuánto me gustaría que nos digan: ‘Toma el papá de tus niños huérfanos’. O a las mamás que han perdido a sus hijos: ‘Aquí está, vuelve con vida’. Pero eso nunca va a pasar. Por eso queremos que descansen en paz», dijo la presidenta de los familiares.

Los medios y el golpe

Los vecinos de Senkata no pudieron evitar esconder su molestia con los medios de comunicación locales. Don Jesús Cayocusi Pinto dejó salir su bronca contra y por varios minutos les gritó de todo. Les recordaba la complicidad que mantuvieron la mayoría de ellos con el discurso del Gobierno de facto: la masacre de Senkata estaba justificada por el peligro que revestían los alteños para la planta de combustibles.

«La prensa nacional en esos tiempitos nos ha tildado de terroristas, sediciosos, vándalos. Decían que estábamos robando… ¡Yo nunca he robado! Me gano la vida honradamente», dijo a Sputnik.

«Decían que queríamos hacer explotar la planta de Yacimientos. Pero el informe del GIEI dice que no había ninguna posibilidad de hacerla explotar. ¿Por qué nos ha mentido así la prensa nacional? Por eso siempre repudiamos a la prensa boliviana», aseguró.

¿Y cómo le cayó el informe del GIEI? «Satisfactoriamente lo hemos recibido, porque aquí en Bolivia mucho peregrinamos en búsqueda de justicia. Ahora, esperamos con ansias que se ejecute lo que dice este informe, conforme a las leyes del Estado boliviano», se esperanzó Cayocusi.

¿De qué manera fue afectado por la masacre? Don Jesús se baja el cuello de la camisa para ostentar dos cicatrices: «Yo fui baleado aquí en el cuello. Esa bala se ha metido por aquí [dijo señalando a una cicatriz] y ha salido por acá», agregó con su índice en la segunda marca.

«Mi historia ha sido así: estaba grabando con el teléfono… A todos los que estaban grabando han baleado. Cuando estaba grabando, un herido ha caído al lado mío. He dado un cuarto de giro y acá me llega la bala», dijo tocándose el cuello. «Si no hacía ese movimiento, seguro ahorita no la estaría contando», porque la bala le habría dado de lleno en su garganta.

Fantástico relato sobre la planta de Senkata

La tarde del 19 de noviembre de 2019, ya concretada la masacre, las autoridades del Gobierno de facto de Jeanine Áñez dijeron a los medios de comunicación que había sido necesaria la matanza, porque —según ellos— los vecinos de El Alto amenazaban con hacer volar la planta de combustible de Senkata, donde se almacena gas y gasolina para todo el departamento. Si eso hubiera sucedido, la explosión habría afectado 10 kilómetros alrededor.

El informe del GIEI logró demostrar la falsedad de esta versión: «A partir de investigaciones objetivas, de acudir a la planta, de analizar expedientes investigativos, y mediante estudios técnicos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), nos es posible afirmar taxativamente que no existía riesgo de generar una explosión en la planta de Senkata», dijo a los vecinos el abogado argentino Juan Méndez, integrante del grupo creado a partir de un convenio entre el Gobierno boliviano y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

El GIEI comprobó que al menos 70 personas fueron heridas en la masacre. «El primer grupo estuvo integrado por 28 personas, entre los cuales había una mujer y tres menores de edad. Uno de los menores era una persona con discapacidad psicosocial», advirtió Méndez.

Y agregó: «Las personas aprehendidas fueron víctimas de tortura en la estacion policial 3, de Ciudad Satélite. La mujer fue víctima de violencia de género y violencia sexual». Las mujeres capturadas en los otros grupos también fueron abusadas por los oficiales.

Hubo casos en que las víctimas «decidieron no acudir a hospitales por temor a ser detenidas. Así el estado de salud de las personas heridas se agravó», comentó.

Méndez relató que el 11 de noviembre de 2019, con Morales ya derrocado, varias personas de El Alto capturaron a otros vecinos, quienes protestaban contra el golpe, y fueron entregados a la Policía. El GIEI tomó conocimiento de tres grupos de detenidos.

«Horas después de su detención, estas personas fueron exhibidas en conferencia de prensa como ‘terroristas’, sin resguardar su privacidad ni su derecho a la presunción de inocencia», afirmó el integrante del GIEI.

Muchas de estas personas permanecieron detenidas hasta seis meses, porque «la Fiscalía del Estado y el Poder Judicial incumplieron con su deber de promover el debido proceso legal, ofreciendo imputaciones y acusaciones sin respaldo probatorio».

El abogado del grupo informó que, a partir de las autopsias realizadas a los 10 asesinados, se supo que «el calibre de armamento empleado y los casquillos encontrados en el lugar es compatible con armas de uso exclusivo del Ejército».

Cuando escucharon estas palabras, cientos personas que atiborraban la iglesia de San Francisco de Asís estallaron en aplausos. Finalmente, una investigación seria demostraba que los vecinos fueron asesinados por motivos políticos: rechazaban el golpe.

Un informe exhaustivo

Patricia Tappatá, también integrante del GIEI, aseguró que actuaron «con la mayor seriedad y profundidad en el estudio de las evidencias y las pruebas. Escribimos el informe con gran sentido de responsabilidad hacia las víctimas y hacia toda Bolivia».

Y agregó: «Están puestas en el informe las falencias, las ausencias, todo lo que falta para conseguir condiciones dignas de acceso a la justicia. Señalamos con claridad las deficiencias y abusos en el funcionamiento de las fuerzas policiales y las acciones de las Fuerzas Armadas en general».

En este sentido, Tappatá recomendó a las y los vecinos de Senkata: «Lo más importante es que ustedes se asienten en los hechos, en las cosas tal como pasaron, para obtener justicia y recibir reparación por los daños que les fueron provocados».

Por su parte, Méndez nombró a todos los asesinados en la masacre: «Me voy a permitir leerles los nombres de las personas que hemos perdido en el episodio de Senkata para después pedirles un minuto de silencio en memoria de ellos». La mayoría de los asesinados apenas pasaba los 20 años de edad.

«Antonio Ronald Quispe Ticona, de 24 años. Falleció el 19 de noviembre de 2019 por traumatismo craneoencefálico penetrante, por proyectil de arma de fuego, compatible con calibre 22», dijo Méndez.

«Segundo: Clemente Mamani Santander, de 24 años. Falleció por traumatismo abdominal penetrante por proyectil de arma de fuego, compatible con calibre 9 milímetros. Tercero: Calixto Huanaco Aguilario, de 25 años, falleció por traumatismo craneoencefálico penetrante por proyectil de arma de fuego compatible con calibre 22», siguió el abogado.

«Cuarto: Devi Posto Cusi, de 34 años, falleció por traumatismo abdominal penetrante, por proyectil de arma de fuego. No se recolectó proyectil, por tener orificio de salida. Quinto: Edwin Jamachi Paniagua, de 31 años, falleció por traumatismo toráxico penetrante». Tampoco se pudo obtener la bala de su cuerpo.

El resto de las víctimas también fueron asesinadas por certeros disparos en la cabeza, en el pecho o el abdomen. Entre ellos están Juan José Tenorio Mamani, de 22 años; Joel Colque Patty, de 22 años; Milton Zenteno Gironda, de 22 años; Pedro Quispe Mamani, de 37 años; y Rudy Vásquez Condori, de 23 años. «Para todos ellos les pido un minuto de silencio», dijo Méndez.

Los madres de los asesinados, aún de riguroso luto, se pusieron de pie con los retratos de sus hijos. Pasado el minuto, la iglesia de Senkata retumbó con el coro de las y los presentes, quienes gritaban «justicia».

T/ Sputnik/ LRDS

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