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El Papa Francisco retira una serie de privilegios al ultraconservador Opus Dei

A través de un “motu proprio” (por iniciativa propia), una decisión ejecutiva del Papa que puede equipararse a un decreto presidencial en un estado democrático, Francisco decidió reconfigurar el estatuto del Opus Dei en el seno de la Iglesia Católica para recortarle atribuciones y potestades que le habían sido conferidas por Juan Pablo II (1920-2005).

Mediante una resolución difundida en los últimos días por el Vaticano con el título es “Ad charisma tuendum” (“Para tutelar el carisma”) y que entró en vigencia este 4 de agosto, el Papa Francisco impuso al Opus Dei la obligación de presentar cada año un informe “sobre el estado de la Prelatura y sobre el desarrollo de su labor apostólica» (antes lo hacía cada cinco años).

Tal información, dispuso el Papa, se elevará al Dicasterio (ministerio) para el Clero cuando antes se remitía al influyente Dicasterio para los Obispos lo que, sumado a la determinación de que el Prelado (máxima autoridad del Opus Dei) ya no será necesariamente obispo supone no solo un nuevo encuadre a la organización sino otorgarle un rango de menor relevancia dentro de la institucionalidad de la Iglesia Católica. En este sentido Francisco ya había avanzado por la vía de los hechos porque el actual prelado, el sacerdote español Fernando Ocáriz (77 años), quien asumió su cargo en 2017, a diferencia de sus antecesores nunca llegó a ser designado obispo por Bergoglio.

En el “motu proprio” el Papa justifica su decisión “deseando salvaguardar el carisma del Opus Dei y promover la acción evangelizadora que sus miembros llevan a cabo en el mundo, y debiendo al mismo tiempo adaptar las disposiciones relativas a la Prelatura a la nueva organización de la Curia Romana” que viene llevando a cabo Francisco.

Aludiendo a la Constitución Apostólica Ut sit (con la que Juan Pablo II instauró al Opus Dei como Prelatura Personal) Jorge Bergoglio dispone ahora que “los Estatutos propios de la Prelatura del Opus Dei serán convenientemente adaptados a propuesta de la misma Prelatura, para ser aprobados por los órganos competentes de la Sede Apostólica”. Es decir que no sólo el Opus Dei tendrá que reformar sus estatutos, sino que los mismos serán revisados por el Vaticano para su aprobación a través de la Congregación para el Clero.

En otro punto el Papa estableció que “respetando plenamente la naturaleza del carisma específico” de la organización y con el propósito, dice, de “reforzar la convicción de que, para la protección del don particular del Espíritu, es necesaria una forma de gobierno basada más en el carisma que en la autoridad jerárquica“ y remata señalando que “por lo tanto, el prelado no será honrado con el orden episcopal”.

Ofreciendo su propia interpretación de la resolución de Francisco y quitándole trascendencia a la medida el actual prelado (máxima autoridad) del Opus Dei escribió  que “la ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei” y señaló que “la voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la Obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño y confianza” el cual “el prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”.

Los ultraconservadores y privilegiados

El Opus Dei es una institución creada en Madrid (España) el 2 de octubre de 1928 y que cobró relevancia durante del franquismo para luego expandirse en todo el mundo. Por afinidad conservadora y como parte de estrategia de gobierno, el Papa Juan Pablo II mantuvo durante su pontificado (1978-2005) una estrecha relación con el Opus Dei a tal punto que en 2002 hizo santo a Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), fundador de “la obra”, presentándolo de esa manera como ejemplo de vida para los cristianos. Bajo el pontificado de Karol Wojtyla el Opus Dei creció en influencia y poder dentro de la Iglesia Católica, en el Vaticano y también su presencia en numerosos países.

En la Santa Sede controló todo el aparato comunicacional de la Iglesia y Joaquín Navarro Valls, reconocido hombre del Opus Dei, fue nombrado primero Director de la Oficina de Prensa del Vaticano (1984) y luego vocero papal. Siguió en ese cargo aún tras la muerte de Juan Pablo II en 2005 y en los primeros meses del pontificado de Benedicto XVI. Renunció en julio de 2006.

T/ Página12/ LRDS

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