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Producción de opio afgano aumentas tras su prohibición

El cultivo de adormidera en ese país asiático abastece el 86% del mercado mundial ilícito de heroína y opioides y su restricción ha hecho encarecer el precio de un producto que supone ya el 14% del PIB nacional.

Casi dos años después de la llegada de nuevo al poder de los talibán, el opio afgano sigue corriendo a raudales, tanto que ya llega a suponer el 14% del PIB del país y su mayor producto de exportación, según el ultimo informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

El anuncio del gobierno fundamentalista de prohibir su cultivo no ha hecho, de momento, más que aumentar el precio y la superficie de plantación de adormidera. Y, a su sombra, la producción de metanfetamina también sigue creciendo.

El opio afgano continúa engordando de esta forma como una de las mayores economías ilícitas del mundo, mientras su población chapotea en la miseria. Los datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) reflejan que ese país de Asia central produce el 86% del opio ilícito de todo el planeta, con el que luego se procesan la heroína y otros opiáceos que nutren los mercados clandestinos de la droga de los cinco continentes.

Costos de producción 

En 2021, el valor de esa producción se situó entre los 1.800 y los 2.700 millones de dólares, cifras que se sitúan entre el 9 y el 14% del Producto Interior Bruto del país, por encima de las exportaciones lícitas de bienes y servicios, estimadas en un 9% del PIB.

Hace ahora justo un año, en abril de 2022, el gobierno talibán decretó la prohibición de cultivar la planta de la adormidera de la que se extrae el opio y también el consumo de alcohol y estupefacientes. «Si alguien viola la ley de Dios, la cosecha será destruida y el infractor será tratado de acuerdo con la ley islámica», anunció en Twitter el viceministro de Información, Zabibulá Muyahid.

Producción de Opio afgano
Producción de Opio afgano

En su primer informe sobre la economía ilícita del opio desde que los talibanes llegaron de nuevo al poder en agosto de 2021, tras la salida del país de las tropas de EEUU y otros países, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga ha constatado que la superficie de cultivo de la adormidera aumentó un 32% en 2022 hasta llegar a las 233.000 hectáreas, lo que la sitúa como la tercera más grande desde que empezó a monitorear esta producción en el año 1994.

El cultivo se concentra en la provincia de Hilmand

El informe de la UNODOC revela que los precios del opio afgano «se han disparado tras el anuncio de la prohibición del cultivo», de tal forma que los ingresos obtenidos por los agricultores con las ventas de ese producto se han triplicado con creces, de 425 millones de dólares en 2021 a 1.400 millones en 2022. Y esas ventas equivalen ya al 29% del valor de toda la producción agrícola de Afganistán.

Naciones Unidas advierte, además, de que se trata del segundo «gran aumento brusco de los precios de las drogas derivado de cambios políticos y normativos desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021».

Más de 350 toneladas de heroína de gran pureza

El incremento de los ingresos se ha producido, además, en un periodo de sequía que ha provocado un descenso del rendimiento por hectárea, de 38,5 kilos en 2021 a 26,7 en 2022. La producción de la campaña del año pasado fue de 6.200 toneladas, un 10% inferior a la de 2021, una cantidad con la que se podrían procesar entre 350 y 380 toneladas de heroínas con una pureza del 50 al 70%.

La sequía, las condiciones climáticas desfavorables que han azotado a Afganistán en el último año, sumadas a esta creciente dependencia del cultivo del opio han agravado aún más la «inseguridad alimentaria» en este país, avisa Naciones Unidas. La extensión de la superficie para plantar la adormidera, que en algunos territorios supera hasta el 20% de las tierras de labranza, está provocando una disminución de la cosecha de importantes productos alimentarios, entre ellos el trigo.

«El opio afgano se han convertido en un pilar fundamental de la economía e impregnan la sociedad rural hasta el punto de que muchas comunidades se han vuelto dependientes de los ingresos del opio para su subsistencia», precisa la UNODOC.

José Miguel Calvillo Cisneros, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense, que ha trabajado en Afganistán con la Agencia Española de Cooperación y que tiene varias publicaciones sobre ese país, considera que los datos de la UNODOC no hacen más que confirmar que «la historia se repite» con los talibanes y se produce el mismo fenómeno que sucedió cuando ocuparon por primera vez el poder entre 1995 y 2001.

Preocupación por el aumento de la metanfetamina

El opio es el rey, pero no la única droga que sustenta una de las mayores economías ilícitas del mundo. La producción de metanfetamina sigue creciendo en esta encrucijada de caminos del narcotráfico mundial que es Afganistán.

El último informe de UNODOC observa un incremento sustancial y constante de este producto desde 2012, tal como demuestran las incautaciones notificadas tanto dentro como fuera de ese país. «El problema -precisa- se ha agravado en Afganistán, donde los traficantes tienen la posibilidad de prescindir de la efedrina o la seudoefedrina importadas, difíciles de conseguir, o de preparados farmacéuticos de venta libre que contengan esas sustancias, y en su lugar utilizar la efedra, una planta que crece silvestre en el país».

La otra sustancia que sigue al alza es la resina de cannabis, que es incluso más rentable que el opio, según la UNODOC. Los ingresos derivados del cultivo de esta planta alcanzaron los 7.400 dólares por hectárea, muy por encima de los 2.200 dólares que genera la del opio. Y si éste sigue siendo la actividad económica ilícita dominante se debe, posiblemente, a factores relacionados con la oferta y la demanda, o con la gestión de tierras, se apostilla en el informe.

El periodista italiano Roberto Saviano, conocido mundialmente a raíz del libro Gomorra que destapó las actividades ilícitas de la Camorra napolitana, publicó en 2021 un artículo en el Corriere della Sera en el que vinculó la toma del poder de los talibanes con el tráfico de droga. «La de Afganistán es una guerra del opio. No ha ganado el islamismo, como muchos dicen, ha ganado la heroína. Y más del 90 % de la heroína mundial se produce en Afganistán.

Millones de personas necesitan ayuda humanitaria

Mientras el tráfico ilícito marca sus propias estrategias y sigue sus rutas clandestinas, el aislamiento internacional y los desastres naturales agravan cada vez más la situación de una población que se encuentra entre las peores del mundo en índice de desarrollo humano.

La Agencia de la ONU para Refugiados, ACNUR, advierte de que 24 millones de personas necesitan ayuda humanitaria con urgencia en Afganistán, que 3,5 millones han tenido que desplazarse dentro del país a causa de los conflictos internos y 2,3 millones han huido a países vecinos. «Aunque Afganistán ha atravesado diversas crisis, la que vive ahora quizás sea la peor de todas», concluye ACNUR.

«El gobierno de los talibán son los mismos criminales que eran en los años noventa y que demostraron ser durante los veinte años de insurgencia: un gobierno totalmente fundamentalista con una visión muy particular y ortodoxa de lo que debe ser la vida en Afganistán, imponiendo lo que ellos denominan una tradición, pero que realmente no responde a eso, sino que se trata de un régimen del terror, con sus postulados y su ideología», explica el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense.

T/Diario Público/LRDS

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