Columnas

Laura Richardson y la ratificación de las pretensiones de EE.UU. sobre Latino América y el Caribe

Para iniciar las entregas del presenta año, el suscrito ha elegido un tema de nunca acabar. Este trata los eternos y manifiestos intereses de los Estados Unidos sobre Sur América y el Caribe, regiones que la gran potencia del norte considera su «hinterland» o «patio trasero».

Las recientes declaraciones de la Generala, Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, no hacen más que ratificar lo que ya muchos sabemos y que hemos podido observar en los actos, proclamas y doctrinas que caracterizan la Política Exterior de esa nación, desde el mismo momento de lograr la independencia política de las 13 colonias inglesas en Norte América en 1776.

La única novedad que se percibe es que, en esta oportunidad en forma clara y abierta, la Sra. Richardson habla sobre los intereses de los Estados Unidos en la región, aludiendo la confrontación global que se desarrolla en el orbe hoy día, entre esa potencia en decadencia y las potencias emergentes en el Asia, la República Popular China y la Federación de Rusia.

Para que el(la) o lector(a) puedan apreciar el contenido de tal pronunciamiento, relatamos a continuación las palabras emitidas por ella en dicha entrevista:

«Si, hablo en el segundo aniversario [de mi gestión en la región], pienso que Rusia tiene relaciones con la Región, con Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¿Por qué es importante la región? Con todos sus elementos como tierras raras, el triángulo del litio, necesario para la tecnología actual; 60% del litio del mundo se encuentra este triángulo, en Argentina, Bolivia y Chile. Allí están contenidas las más grandes reservas mundiales de crudo ligero y dulce descubiertas en Guyana, hace un año [aproximadamente]; también en Venezuela con petróleo, cobre y oro; tenemos el Amazonas, los pulmones del mundo. Tenemos el 31% de las reservas de agua dulce (fresh water) del mundo en esta región, algo fuera de lo común.

Todo esto tiene mucho que ver con la Seguridad Nacional [de los Estados Unidos] y tenemos que intensificar nuestro juego…».

Las declaraciones se producen en el marco de una entrevista conducida por el señor Michael Anderson, para el Atlantic Council, un organismo de tanques pensantes de los Estados Unidos, hecho que reviste gran notoriedad por la seriedad de sus planteamientos, inscritos claro está, en la doctrina de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

En diferentes partes de la entrevista, anfitriones y entrevistada, hacen alusión a que el tema sobre «Latinoamérica y el Caribe», es un tema de alta importancia en la temática geopolítica mundial hoy día.

Laura Richardson ha puesto de manifiesto los verdaderos intereses de los Estados Unidos sobre la región latinoamericana y caribeña, que van más allá de las precisiones de sus declaraciones en materia de recursos naturales, manifestando la molestia del Stablisment estadounidense, por la disonancia que representa Cuba, Nicaragua y sobre todo, Venezuela, para los intereses de los Estados Unidos.

Cuando ella, la Sra. Richardson afirma, que «todo esto tiene mucho que ver con la Seguridad Nacional [de los Estados Unidos] y tenemos que intensificar nuestro juego…», categóricamente afirma, que la Guerra Híbrida que se ha desarrollado en diversos países con diversas intensidades en la región, tienen como objetivo, el control político y militar de la misma y que este asunto es parte de su Doctrina de Seguridad Nacional, posición la cual, justifica cualquier acción de parte de esa potencia.

En el marco de la actual confrontación global, señala a los citados países (Cuba, Nicaragua y Venezuela), como aliados de la Federación Rusa, país al que la OTAN señala como su principal enemigo.

En relación a los recursos naturales como el petróleo, el cobre, el oro, se suma el interés por el «litio» en el marco de lo que pudiéramos llamar, la reindustrialización de los Estados Unidos.

La «Ley de Reducción de la Inflación» promovida por los Estados Unidos y particularmente, impulsada por la Administración Biden-Harris, ha causado gran polémica al otro lado del Atlántico, especialmente en Francia, debido a que dicha Ley incluye ayudas a empresas que inviertan en tecnologías limpias, así como, subvenciones millonarias a empresas que inviertan en EE.UU., en territorio estadounidense.

Esta afirmación se interpreta como el intento de la Administración Biden-Harris por atraer inversiones en materia industrial dentro del territorio de los Estados Unidos, es decir, intentan recuperar la industrialización que ha perdido ese país y que pretende recuperar atrayendo empresas europeas.

Algo similar intentó hacer Donald Trump durante su mandato, incentivando a las empresas de capital estadounidense, a retornar a casa, a territorio estadounidense, pero sin mucho éxito.

Este país, parece haber abandonado la «Globalización Neoliberal» tan cacareada en décadas anteriores y mas, cuando percibe el avance de la construcción de la Franja y la Ruta en el continente asiático. Mas cuando uno de sus aliados tradicionales en Oriente Medio, ha manifestado el estudio de la posibilidad de comerciar en «yuanes» su petróleo, algo muy delicado para los intereses de la potencia en declive.

La producción en todo proceso de industrialización requiere de materias primas y por tal motivo, Estados Unidos desea amarrar a Sur América en pleno, a su complejo industrial en momentos de su relanzamiento.

En el momento que se desarrolla una confrontación entre un orden mundial que fenece y el orden mundial que intenta emerger, el control del territorio de América Latina y el Caribe, sigue siendo vital en la Política Exterior de Estados Unidos. No en vano afirmara en 2012, el connotado analista internacional, Dr. Atilio A. Borón, que para los Estados Unidos, la región más importante del mundo es la nuestra, desde que se convirtiera en Doctrina Presidencial, el discurso del estado de la Unión de 1823, pronunciado por el entonces presidente de esa nación, James Monroe.

En este mismo orden de ideas, una noticia realmente alarmante ha surgido como complemento. Se trata de lo declarado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente de México, cuando ha instado a realizar una integración regional que incluya a los Estados Unidos y Canadá, es decir, revivir el ALCA que fue enterrado en la cumbre de Mar del Plata en 2005, por los entonces presidentes Lula, Kirchner y nuestro Comandante Eterno, Hugo Chávez.

AMLO, muestra la debilidad mexicana ante la manipulación que ha recibido de los Estados Unidos, para frenar el desarrollo de México más allá de los intereses de esa potencia. Desde el caso de los aguacates a inicios del siglo XX hasta la venta de armas a los carteles de la droga mexicanos en pleno siglo XXI, las diferentes administraciones presidenciales de esa potencia, nos hacen recordar la frase que se atribuye al expresidente, Lázaro Cárdenas que dice: «Ayyy México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos».

Todo lo anterior y mucho más, es lo que se encuentra en juego. Estados Unidos es resiliente en mantener su hegemonía en el orbe. Mediante la recopilación de diversas doctrinas presidenciales hechas públicas durante su historia republicana, instrumentos con los que ha dirigido su política exterior orientada a justificar su hegemonía, expresada en la tesis de su supuesto «excepcionalismo».

El interés de sus clases dominantes compuesta por el tope de la gran burguesía mundial, es la línea que encabeza sus intereses y por ende su Política Exterior, de esto no queda la menor duda.

No les ha bastado con asesinar a millones de personas en esos intentos, de los cuales son ejemplos fehacientes durante el siglo XX, las guerras de Corea, Vietnam, Laos, Camboya, Somalia, las múltiples invasiones a países caribeños, los golpes de Estado como el organizado por Kermit Roosevelt en Irán en 1953, a lo que hay que sumar, los golpes de Estado efectuados en la América Latina como el efectuado contra el Presidente Salvador Allende en 1973 y mas recientemente, en Venezuela, en las primeras décadas del siglo XXI.

Actualmente, junto a sus socios europeos, mantienen materialmente una «guerra proxy» en contra de la Federación Rusa, en territorios de los que se han conocido como Ucrania, ex-república soviética vale decir. Esta guerra es una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, es decir, entre los Estados Unidos y la Federación de Rusia, disimulada en el conflicto en Ucrania.

Su objetivo principal, debilitar a Rusia, único país que posee los medios necesarios para frenar a la OTAN, es decir, frenar la expansión de los Estados Unidos, país empeñado en derribar su régimen político, con miras a tomar control de sus bastos recursos naturales y eliminar un obstáculo en pos de mantener su hegemonía mundial.

Como no han podido hacerlo, vuelven sus ojos hacia lo que históricamente han denominado su «patrio trasero», intentando asfixiar a Cuba, a Nicaragua y a Venezuela, países a los cuales sus élites económicas y financieras, han considerado y consideran prácticamente de su propiedad, haciendo caso omiso a la lucha de sus pueblos por su desarrollo y soberanía.

A esto se suma, la influencia soterrada de esa potencia, en incidentes recientes como las acciones de la derecha peruana para defenestrar al presidente Pedro Castillo, el inmenso endeudamiento causado por Macri en Argentina, los recientes sucesos en Brasil, para causar un golpe de Estado que impidiera la toma del poder por parte del presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, por solo citar lo mas reciente en la comarca.

Respecto a la «operación asfixia» que se desarrolla sobre Venezuela en estos momentos, nos referiremos en otra oportunidad, para abordar el tema con la propiedad del caso.

A tiempo de finalizar estas líneas, el ministro del Poder Popular para la Defensa, Gral. en Jefe, Vladimir Padrino López, ha emitido la siguiente declaración: «Latinoamérica ya no es un pedazo de tierra para saquear». Esta declaración confronta abiertamente, lo declarado por la Señora Richardson quien ha afirmado que «tenemos [los Estados Unidos] que intensificar nuestro juego…».

Solo adelantaré, que los tiempos venideros, coinciden con la frase que el 8 de diciembre de 2012, pronunciara el Comandante Eterno, Hugo Chávez «unidad, lucha, batalla y victoria». Para lograr esta última, la conciencia ha de sobreponerse a los estómagos inclusive, para poder conservar la soberanía, la autodeterminación y particularmente, la existencia de la República Bolivariana de Venezuela.

Vladimir Adrianza Salas

Doctor en Seguridad, Defensa y Desarrollo Integral

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