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Narrativas, inventivas, negativas y lavativas imperiales: Catálogo venezolano (+Clodovaldo)

Luego de la afirmación de Luiz Inácio Lula Da Silva sobre la existencia de una narrativa hegemónica contra el gobierno legítimo de Venezuela, los coautores de esa narrativa (y algunos asomados) se han dedicado al gran esfuerzo narrativo de demostrar que la narrativa no es una narrativa.

El catálogo venezolano ¿Se entendió? Sospecho que no, disculpen. Pero es que para entrarle a esto que podríamos llamar “falacia de la narrativa que no es narrativa”, hay que tener unos recursos descriptivos y expositivos demasiado expeditivos.

Haré lo que pueda, aunque tengo la impresión de que cada vez lo enredo más. Pero, en fin, como es mejor comerse el elefante por pedacitos, hoy voy a limitarme a exponer que las narrativas imperiales contra sus países enemigos, rivales, adversarios (y hasta sobre algunos que, en teoría, son sus amigos) no se limitan a narrar de una determinada manera los hechos, sino que agregan varios otros mecanismos, incluyendo la invención de acontecimientos (acá lo llamaré inventiva), negación de otros hechos, en particular de la versión del adversario (negativa, le diré) y un contexto general en el que las fuerzas de la potencia agresora y sus múltiples aliados intentan hacerle la vida insoportable al país afectado (echarle una lavativa, se decía en venezolano viejo).

Un gobierno no electo

Vamos, pues, con situaciones concretas. La primera de ellas es el asunto de que el gobierno de Venezuela es una tiranía porque no fue electo legalmente.

Aparte del discurso que se dice y repite como cantinela (la narrativa propiamente dicha), acá se ha incurrido en la práctica de borrar por completo (esta sería la negativa) la otra versión del asunto, en la que en el país hubo unas elecciones debidamente convocadas, organizadas y ejecutadas por la autoridad con competencia constitucional en la materia (el Consejo Nacional Electoral); en el tiempo previsto para ello (al cumplirse el anterior período de seis años). Y se ha ocultado también que no solo los partidarios de Nicolás Maduro, sino también una parte de la oposición concurrió a votar, a pesar de una rabiosa campaña contra el voto.

Claro que para sostener la versión de que a Maduro no lo eligió el pueblo venezolano en 2018 hay que negar la existencia de millones de personas. Pero, ¿Qué es eso para la derecha global? Incluso, algunos creen que hay que dar gracias a dios porque no nos borraron a todos los votantes literalmente, sino solo lo hicieron de la narrativa. ¡Qué gentiles!

En este ítem específico, el mayor esfuerzo ha sido en materia de inventiva. Los ingeniosos gringos y sus obedientes seguidores locales “se fumaron una lumpia” y, bajo los efectos narcóticos de los vegetales chinos crearon el gobierno interino. De ese modo, la narrativa de que a Maduro no lo eligió nadie se pretende subsanar democráticamente con un presidente electo por Donald Trump. Genial.

La narrativa del rrrégimen de Maduro como ilegítimo, en la que no se presenta a la contraparte, se suprime por completo al pueblo que concurrió a las elecciones y se inventa un gobierno basado en una interpretación desmelenada de la Constitución termina por configurar una gran lavativa.

Lo ha sido para el país todo, a través de un robo colosal de activos, dinero y oro, propiedades del colectivo nacional, las medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo; y lo ha sido, incluso, para la oposición, que aún no sale del “ratón de Guaidó” [Aclaro: no es un ataque personal al autoproclamado; me refiero a la resaca que les ha quedado a los opositores luego de gozar la hora loca del interinato. Pero ese es otro tema].

Crímenes de lesa humanidad

Un componente fundamental de la narrativa contra Venezuela ha sido la acusación de que existe una dictadura que viola de manera sistemática los derechos humanos y comete crímenes de lesa humanidad.

De nuevo, no se trata solo de lo que se cuenta, sino también de lo que se oculta o niega. Por ejemplo, se oculta que las manifestaciones de 2017 fueron una ola de violencia inducida y financiada desde el norte. Se oculta que el objetivo de esas protestas era montar acá un escenario de “revolución de colores”, un “Euromaidán tropical”, derrocar al gobierno constitucional y poner en Miraflores a uno de los líderes ultraderechistas de esa intentona.

Se oculta que una parte considerable de los fallecidos en esos cuatro meses de violencia foquista fueron personas asesinadas por los “manifestantes”. Se oculta que algunos de los malogrados del lado de la protesta lo fueron por un uso temerario de armas de fabricación artesanal, en especial las bazukas de PVC para arrojar explosivos contra la policía. Uno de esos infernales aparatos fue la causa de muerte de Neomar Lander, un adolescente a quien la irresponsable dirigencia de la ultraderecha (es contigo, Miguel Pizarro) permitió “jugar” al soldado rebelde y luego -como otra parte de la narrativa- lo han convertido en uno de sus mártires.

Se oculta que en los casos en que hubo actuaciones criminales de funcionarios del Estado, estos han sido procesados y varios de ellos sentenciados (algunos a largas condenas). Se oculta que, en cambio, la mayoría de los homicidios cometidos por “manifestantes” quedaron impunes o sus autores están protegidos por los mismos gobiernos que acusan a Maduro de ser criminal de lesa humanidad.

Se oculta que de haber ocurrido agresiones similares contra bienes públicos e instalaciones estratégicas en Estados Unidos, la respuesta policial y militar habría sido devastadora.

[Esto sin hablar de que cuando han ocurrido escaladas de violencia callejera y represión en países gobernados por aliados de Estados Unidos (el Chile de Sebastián Piñera, el Ecuador de Lenín Moreno, la Colombia de Iván Duque), se culpa a los manifestantes y se tapa la responsabilidad del gobierno].

La inventiva en este punto ha sido prolífica. A los hechos reales que ocurrieron en 2017 no solo les han borrado todo el contexto anterior, sino que también les han sumado pseudoacontecimientos, hechos imaginarios, actos de la inventiva, pues. Haga usted una encuesta con opositores que se fueron del país y verá que un elevado porcentaje se ha inventado un cuento de persecución política que solo les cree el abogado (bueno, en algunos casos, el abogado es el creativo de la historia). Si se les pregunta a los vecinos, amigos o excompañeros de trabajo, dirán que a esas personas solo las perseguían los cobradores.

Igual que en el anterior subtema, en este de los delitos de lesa humanidad, toda la narrativa-negativa-inventiva ha logrado su objetivo de propiciar una gran lavativa para el presidente Maduro, sus colaboradores y hasta para muchos que no tienen arte ni parte en nada.

En el caso del jefe del Estado, se ha llegado al extremo de denunciarlo ante la Corte Penal Internacional (CPI), mediante un expediente en el que, sin rubor alguno, se incluyen los asesinatos cometidos por los “manifestantes pacíficos” y las muertes ocurridas por la irresponsabilidad de la dirigencia opositora.

La intención de utilizar esta corte para echar lavativas a los gobernantes de los países insumisos es uno de los aspectos más indignantes de estas narrativas hegemónicas porque la potencia imperial no solo desconoce la jurisdicción de dicho tribunal para casos en los cuales los acusados sean nacionales de Estados Unidos, sino que también sanciona a los funcionarios que se atrevan siquiera a insinuar la posibilidad de abrirles un expediente, como ocurrió en 2020 con la fiscal Fatou Bensouda y con el jefe de la División de Jurisdicción, Complementariedad y Cooperación de la Oficina del Fiscal, Phakiso Mochochoko.

[Por cierto, el actual fiscal de la CPI, Karim Khan, acaba de estar en Venezuela. Según la narrativa-negativa-inventiva-lavativa había venido a llevarse preso a Maduro. Algunos, llevados por el relato, ya lo imaginaban con braga anaranjada asistiendo al juicio dentro de una jaula, como Abimael Guzmán. Resulta que el magistrado terminó en una cordial reunión con el presidente, en Miraflores, firmando un convenio. Pero, de nuevo, ese es un tema por sí solo: el de la narrativa que fracasa y aun así se cree].

Aislado de la comunidad internacional

Para no hacer interminable este catálogo venezolano de las narrativas imperiales, cerremos este acercamiento con otro de los puntos estelares: el aislamiento de la comunidad internacional.

Aquí la narrativa es la famosa profecía autocumplida. Estados Unidos decreta a Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria contra su seguridad nacional; empieza a aplicarle medidas coercitivas unilaterales; llega al bloqueo económico total; amenaza a toda empresa, estadounidense o no, con severos castigos si hace negocios con el Estado venezolano; amenaza a todo país que no se sume al boicot con aplicarle también sus “sanciones”… Y mientras hace lo posible por aislar al país del resto del mundo, desarrolla la narrativa de que Venezuela está aislada porque es una dictadura socialista feroz, violadora de los derechos humanos. Brillante, esa gente.

La narrativa requiere aquí también de ocultar la otra versión del asunto. Se niega cualquier avance logrado para encontrar aliados; se descalifica a los actores internacionales que no cedan a la extorsión, ubicándolos en el “eje del mal”. Y, cuando, luego de mucho sufrimiento y esfuerzos, Venezuela logra reactivar sus nexos con numerosos países, incluyendo vecinos que antes eran hostiles y potencias económicas emergentes de rango global, intentan también ocultarlo, relativizarlo, ridiculizarlo. En eso están en estos momentos, cuando el presidente Maduro acaba de volver de una gira exitosa por Brasil, Turquía y Arabia Saudita.

La inventiva ha sido utilizada también en esta narrativa específica. Si Venezuela compra un avión de carga, se monta la trama de que está al servicio del terrorismo porque era propiedad de Irán y algunos de sus tripulantes eran iraníes. De resultas, y con la ayuda del fascismo judicial argentino, se roban la aeronave. Otra lavativa de un imperio inmoral.

No pueden faltar los peligrosos inventos relativos al espionaje, las armas secretas y las fuentes de inteligencia. Si Venezuela rompe el aislamiento vinculándose a Rusia, se dice que Putin va a instalar misiles nucleares en la península de Macanao; y si Vladimir Padrino se reúne con generales chinos es porque Venezuela será la cabeza de playa de la amenaza amarilla en el continente.

Igual que ocurre con el asunto de la CPI, la narrativa pierde su potencia inicial bajo el peso de los hechos y entonces, los dirigentes opositores y sus seguidores caen en disonancia cognitiva. Algunos vociferan y otros lloriquean por los rincones al comprobar que Maduro ha ido y venido sin novedad; que se movió como pez en el agua en la reunión de Egipto donde habló con Macron; que fue el rock star de la Cumbre de Brasilia; que asistió a la toma de posesión de Recep Erdogan, como presidente de Turquía, país miembro (una pieza suelta, pero miembro al fin y al cabo) de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); y que visitó Arabia Saudita y se codeó con el príncipe heredero y primer ministro Mohammed Bin Salman Bin Abdulaziz Al Saud.

Son varios más los aspectos que podríamos analizar acá, pero por lo pronto es suficiente para demostrar que las narrativas, apoyadas en negativas e inventivas, tarde o temprano se desploman y quienes las han creído y reproducido terminan en graves estados de depresión. ¡Qué clase de lavativa, damas y caballeros!

T/Clodovaldo Hernández/LaIguana.TV/LRDS

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