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¿Quién es la neofascista que gobernará Italia?

Giorgia Meloni, periodista y política italiana de 45 años, quedó a un paso de convertirse en la primera mujer premier de la historia del país, tras una campaña basada en el rechazo a la inmigración, políticas más duras frente a Europa y promesas de menor presión fiscal.

El partido posfascista Hermanos de Italia liderado por Georgia Meloni encabezaba ayer domingo las elecciones en Italia, según los sondeos a pie de urna, un hecho sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La formación obtendría entre el 22 y el 26% de los votos, muy por encima de sus aliados de extrema derecha de La Liga de Matteo Salvini (8,5-12,5%) y Forza Italia (6-8%) del conservador Silvio Berlusconi.

De esta manera, y por primera vez en la historia desde 1945, una formación que proviene de la tradición neofascista va a gobernar Italia gracias a que se presentó con una coalición de derechas que obtendría en total entre el 36,5 y el 46,5% de los votos. 

En esta línea, Meloni, periodista y política italiana de 45 años, quedó a un paso de convertirse en la primera mujer premier de la historia del país, tras una campaña basada en el rechazo a la inmigración, políticas más duras frente a Europa y promesas de menor presión fiscal.

Su infancia

Giorgia Meloni nació el 15 de enero de 1977 en Roma. Su infancia estuvo marcada por el abandono: su madre, Anna, tuvo que criarla sola, junto a su hermana mayor, Arianna, después de que su padre las desamparara marchándose a las Islas Canarias.

En este contexto, las hermanas Meloni mantuvieron muy poco contacto con su padre, con esporádicas visitas durante el verano, hasta que Giorgia, con solo 11 años, decidió no verlo más al notar su desinterés por ellas. 

Según sus propios recuerdos, la familia Meloni fue una «familia herida». A esa conflictiva situación se le sumó el incendio de su casa debido a una vela que las hermanas dejaron encendida en su habitación. «Nos quedamos en la calle», recordó.

Por otro lado, Meloni recordó que Anna, su madre, logró vender lo que quedó de la vivienda y se mudaron al barrio de Garbatella, una zona obrera hacia el sur de Roma, donde entró en contacto por primera vez con la política.

Su militancia política

A los 15 años, Giorgia Meloni llamó a la puerta «blindada» del Frente de la Juventud, la organización juvenil del antiguo Movimiento Social Italiano (MSI), fundado por los últimos fascistas.

La muchacha fue siempre contraria a celebrar el Día de la Liberación del nazifascismo por verlo «divisivo». «Para mí fue un buen político. Todo lo que hizo, lo hizo por Italia«, explicaba en ese entonces, sobre el genocida Benito Mussolini.

Su vida consistía en fines de semana de activismo, con el nombre en clave de «Calimera» para despistar a las bandas callejeras de izquierda, y trabajos de niñera o moza para llevar dinero a casa.

En 1996, cuatro años después, la joven, ya conocida por su dureza dialéctica, se alzaba como líder nacional de «Azione Studentesca», el movimiento juvenil de Alianza Nacional, nuevo rostro del MSI, con la que fue elegida consejera provincial en Roma.

Varios especialistas consideraron que su ascenso «fue meteórico» luego de pasar por encima a todos los hombres. Finalmente, con 29 años, llegó a la Cámara de Diputados, de la que fue vicepresidenta hasta 2008, cuando fue nombrada ministra de Juventud por Silvio Berlusconi.

Últimos logros

Meloni preside desde 2014 Hermanos de Italia, pero su popularidad no llegó hasta el punto máximo hasta 2020, cuando demostró públicamente su descontento por el manejo de la pandemia y su papel como única oposición a la difunta coalición de unidad nacional de Mario Draghi.

Asimismo, trascendió las fronteras como simpatizante del ultranacionalista húngaro Viktor Orban o presidiendo el Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, el de la española Vox.

Sus rivales: la izquierda y el movimiento LGBTIQ+

En octubre de 2019, se asomó ante miles de personas en la plaza de San Juan de Letrán, feudo sindical, para proclamar: «Soy Giorgia, soy mujer, madre, italiana y cristiana y no me lo quitarán», en ataque directo a la legislación homosexual.

Luego, dos muchachos tomaron su discurso, la mezclaron con música electrónica y, sin quererlo, la elevaron a icono pop. Toda Italia bailaba y difundía aquel tema pegadizo.

Sus rivales, según la misma Meloni, son los «burócratas» de Bruselas, el colectivo LGBT o la «izquierda de salón», mientras admira a la Rusia de Vladímir Putin por compartir el «sistema de valores europeos, defender el cristianismo y combatir el fundamentalismo islámico», aunque promete «lealtad» a Occidente.

Su ideario lo aclaró para siempre en un acto electoral de Vox en Marbella (sur de España): «No hay mediaciones posibles, se dice sí o no. Sí a la familia natural, no al lobby LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islámica; sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva».

T/ Página12/ LRDS

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