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Gobierno polaco que encarceló al periodista vasco Pablo González, desata una cacería a personas y las acusa de ser espías rusos

Varios periodistas más han sido acusados de espionaje y docenas de individuos han sido detenidos, arrestados o expulsados de Polonia en los últimos años por trabajar presuntamente como "espías ruso".

«Agentes de la Agencia de Seguridad Interior (ABW) han detenido a un ciudadano español de origen ruso bajo la acusación de ser espías rusos«, se leía en los titulares de una docena larga de medios polacos de comunicación el 4 de marzo del pasado año. Periódicos, radios y televisiones del país se limitaron en aquel momento a propagar la versión de lo acaecido que divulgó en las redes el vocero del Ministerio de Servicios Especiales, Stanisław Żaryn.

El periodista vasco Pablo González había sido arrestado la noche del 27 al 28 de febrero de 2022 y cuatro días después, ya había sido condenado públicamente y en ausencia de un juicio por la prensa de Polonia y los miembros del partido en el Gobierno, una formación de extrema derecha llamada Ley y Justicia. Los reporteros del país no le otorgaron inicialmente a González ni siquiera el beneficio del «presunto» al realizar el corta-pega de la nota del Gobierno. «El hombre fue detenido en Przemyśl», precisaba Żaryn, y repitieron hasta la náusea todos los digitales del país.

A juzgar por el modo en que Żaryn comunicó las circunstancias que rodeaban a Pablo, se hubiera dicho que el trabajo como corresponsal del reportero de origen vasco comprometía el futuro de la OTAN. Y, lo que es mucho peor, pronto se comprobó igualmente que no necesitaban tener algo para privar al reportero de sus derechos. O lo que es lo mismo, para ignorar la Ley y Justicia con la que pomposamente bautizaron su partido los populistas que rigen el destino de de Polonia.

No es el primero

Pablo González no ha sido el primer extranjero acusado de trabajar en el país a sueldo del Kremlin. Varios periodistas más han sido acusados de ser espías rusos y docenas de individuos de otras profesiones y nacionalidades han sido detenidos, arrestados o expulsados de Polonia en los últimos años acusados de trabajar presuntamente para los servicios de inteligencia de Moscú.

Antes de la invasión, la actividad de los servicios especiales de Polonia contra infiltrados chinos, bielorrusos y rusos era ya frenética. El Gobierno de Varsovia está en modo «Guerra fría» y, al decir del entorno del reportero vasco, el problema es que sus servicios especiales no acostumbran a hilar fino.

¿Puede haber influido para mal en el destino de González la presencia en el gobierno de coalición de un partido de radicales de extrema derecha? «En el desarrollo fiscal del procedimiento, estoy seguro», dice Gonzalo Boye, su abogado en España. «La Fiscalía del país es muy dependiente de un Gobierno con una ideología y una línea muy concreta y no podíamos esperar otra cosa. Por otro lado, hay algo que aquí no ha dicho nadie.

A Pablo no le acusan de haber ido a fotografiar un documento o una base secreta, sino de ser prorruso. Hasta donde sabemos, no se le imputa ningún acto específico de espionaje, bien es verdad que hemos tenido un acceso muy limitado a la información de la causa».

Asimismo, el periodista ruso Leonid Sviridov fue expulsado de Polonia a petición de la Agencia de Seguridad Interior. Se le prohibió la entrada a todo el territorio Schengen aduciendo que sus actuaciones iban «en detrimento de Polonia y eran una amenaza para la seguridad del Estado».

La paranoia de los espías rusos

El propio abogado de Sviridov, Jarosław Chełstowski, insistió durante aquellos días en que la expulsión de su cliente no estaba relacionada con el espionaje. Seis años después del episodio, Sviridov exigió una disculpa y una compensación de 60.000 eslotis —unos 12.700 euros— por las acusaciones de espionaje que se le hicieron. Sin embargo, el tribunal al que apeló desestimó su demanda.

Acoso a la prensa y señalamientos de ser espías rusos

Acoso a la prensa y señalamientos de ser espías rusos

Tampoco este era el primer caso de periodista pateado por Ley y Justicia y acusado de espiar sin pruebas. Anteriormente, las autoridades polacas habían vetado la presencia de un profesional de la televisión llamado Yevgeny Reshetnev, a quien acusaban de realizar «otras actividades no relacionadas con su empleo de reportero».

A juzgar por su modus operandi, el Gobierno de Varsovia parecía incapaz de distinguir entre el espionaje, la desinformación deliberadamente maliciosa y la legítima toma de partido informativa que caracteriza a todos los medios de las democracias de Occidente.

Acoso a la prensa

El hostigamiento de los reporteros ha ido in crescendo al ritmo de la actualidad geopolítica desde que el partido ultraconservador que aún gobierna en coalición recuperó las riendas del país en 2015. Su hostilidad contra la libertad de prensa va mucho más allá de una indisimulada y rabiosa rusofobia muy cercana al racismo. Algunos tratados a priori como espías rusos potenciales por documentar el paso de los refugiados en una zona de emergencia.

La furia caza espías y la alergia a la prensa de Varsovia se desató aún más cuando Putin dio la orden de atravesar las líneas. A principios de marzo del pasado año, dos semanas después de la detención de Pablo, varios medios del país denunciaron la presencia de Mateusz Piskorski, miembro fundador de un partido prorruso al que las autoridades habían acusado de espionaje en 2016.

Diez días después de este episodio, Polonia decidió expulsar a 45 diplomáticos de Rusia. Según un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, todos los nombres que aparecían en la lista debían abandonar el país en un plazo que iba de los dos a cinco días por realizar «actividades incompatibles con la ley polaca y su estatus de diplomáticos».

En abril del pasado año, el servicio polaco de Contrainteligencia Militar encarceló a otro ciudadano ruso, residente en Polonia desde hacía 18 años, al que se acusaba de recopilar información sobre las tropas polacas de la OTAN. Dos bielorrusos cayeron esos mismos días por espiar para Minsk.

T/Diario Público/LRDS

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