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La crisis ambiental tiene dos lecturas durante la COVID-19

La pandemia por el nuevo coronavirus (Sars-CoV-2) ha cobrado la vida en el planeta cerca de 900 mil personas y se ha propagado por 188 países en el planeta, lo que ha conllevado al colapso de los centros de salud en todo el mundo. Aun no se tienen datos de cuántas personas han muerto por otras causas, no sólo por enfermedades prevenibles en el que un factor sin duda predominante en este caso debe estar la falta de atención médica y el abandono de las consultas de control sobre todo en pacientes con enfermedades crónicas o algún tipo de cáncer, tanto por el colapso de los servicios médicos como la suspensión casi en su totalidad de las consultas programadas y los servicios que están destinados a otras afecciones distintas al COVID-19.

El colapso sólo evidencia que hasta la actualidad ningún sistema de salud estaba preparado para el volumen de pacientes que han surgido por la actual pandemia, además la evidencia demuestra que el factor “colapso” ha incrementado la letalidad COVID-19 y no COVID-19 en países Europeos como Gran Bretaña, Italia, Bélgica, Francia y España, así como en nuestro continente figuran países con mayor colapso EEUU, Brasil, Ecuador, Colombia y Perú.

¿La Crisis Ambiental se detuvo con la Pandemia?

Definitivamente no, la Crisis global generada por múltiples factores que inciden directamente nuestro medio ambiente, sólo ha tenido un “simple respiro”, “Aunque el alivio sea momentáneo y no resuelva, de fondo, la crisis climática actual, lo cierto es que el coronavirus está trayendo buenas noticias al medio ambiente”, señaló el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres recientemente en rueda de prensa, pero, ¿es esto realmente cierto? demos un vistazo el mundo que teníamos y antes de llegado la pandemia.

“Nueve de cada diez personas de todo el mundo respiran aire contaminado”, según datos de la OMS del 2018.

“La contaminación del aire representa una amenaza para todos, si bien las personas más pobres y marginadas se llevan la peor parte, dice el Dr. TedrosAdhanomGhebreyesus, Director General de la OMS. Es inadmisible que más de 3000  millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, sigan respirando todos los días el humo letal emitido por cocinas y combustibles contaminantes en sus hogares. Si no adoptamos medidas urgentes contra la contaminación del aire, el desarrollo sostenible será una simple quimera”.

Cerca de 7 millones de personas mueren por año tan sólo por inhalar aire altamente contaminado, por causas cardiovasculares, pulmonares, cáncer, entre otras. Al inhalar aire contaminado con pequeñas partículas las personas además pueden enfermar, según informes de la misma OMS, 24% de las enfermedades en el mundo se deben a la exposición de riesgos ambientales evitables, además un 33% de enfermedades reportadas en niños menores de 5 año pertenecen a esta flagelo ambiental.

El impacto de la crisis ambiental repercute en todas las especies de la tierra

La crisis ambiental no se ha detenido, se corre incluso el riesgo de que la “nueva normalidad” implique que ésta sea aún más agresiva, aún más depredadora, por la “necesidad” de incrementar la producción que se ha desacelerado en días de Pandemia.

Basta con que la temperatura en el mundo se incremente medio grado para ver como unas 10 millones de personas atraviesen por inundaciones, se terminen los arrecifes corales y miles de hectáreas en el mundo sean devastadas e inutilizadas para la producción agrícola. Cada vez es más urgente limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados centígrados, advirtió el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), pero lejos de lograr eso, se estima que crezca a 3 grados centígrados, todo un panorama desolador para la agenda pro ambiental de los pueblos del mundo, que sufren los aletazos de una crisis ambiental agudizada por el afán de lucro y la visión genocida-ecocida de las grandes transnacionales del mundo.

El 2020 tenía una intensa agenda de eventos donde se tomarían decisiones importantes para intentar frenar la devastación ambiental y lo que es inminente el riesgo que corre la vida del planeta y la destrucción de la biodiversidad que hoy ha cobrado la vida de 83% de los animales salvajes y la mitad de las plantas del nuestro medio ambiente.

Las emisiones de gases tóxicos sigue siendo una contundente fuente de contaminación del aire

La OMS informó en el 2018 que cerca de 7 millones de personas mueren por año producto de la contaminación atmosférica, “En las Américas, mueren más de 131 mil personas en países de bajos ingresos y 96 mil en países de altos ingresos por causas vinculadas a  la polución del aire”.  Si a esto le sumamos la alta prevalencia de la contaminación de los suelos, el agua, la exposición a los agro tóxicos, dioxinas, herbicidas, entre otros, los patrones de consumo y condiciones precarias de vida, los sistemas de salud fragmentados a sus anchas y privatizados, es bastante complejo para países sometidos a la dictadura del FMI y las condiciones del mercado mundial, poder enfrentar un crisis ambiental agravada entonces por la pandemia por COVID-19.

Venezuela de manera heroica ha dado con el traste y ha soportado los fuertes golpes de la crisis pandémica que a pesar de las constantes agresiones, persecución y piratería de los recursos destinados para enfrentar el coronavirus, ha continuado con niveles bajos de letalidad y además ha diseñado desde el principio formas de abordaje de la enfermedad.

No obstante para Venezuela sigue siendo todo un reto seguir cercando la propagación del virus y además prepararse para un etapa post pandémica de nuevo orden mundial, que sólo promete afiance de las grandes potencias Industriales, guerreristas, instaurando así un modelo más explotador, donde se precarice más las condiciones de trabajo, cambiando (como de hecho ya se hizo en este periodo) la división internacional del trabajo, obligando a las y los trabajadores del mundo, a adaptarse a nuevas imposiciones y más precarias condiciones, a expensas de “salvar la producción”.

“Si el clima fuera un Banco, ya lo habrían salvado” Hugo Chávez.

Lapidaria frase del comandante Chávez, quien asumiendo con gallardía en los escenarios del mundo lanza tal denuncia en lo que hoy luego de un década es aún más evidente, una crisis ambiental sin retorno, que significa, más enfermedades, incrementar los niveles de pobreza y dependencia de los países con menos recursos, poner en riesgo la misma vida humana e incluso hegemonizar aún más las Industrias que producen medicamentos, armamentos y alimentos procesados, quienes guardan una “sociedad” en el sistema-mundo actual, en el que con su “poder” pudieran cambiar el cursos hacia un mundo realmente sostenible o simplemente conducirlo donde hasta ahora han hecho, al genocidio y exterminio de la vida en el planeta.

En resumen, la crisis ambiental agrava la crisis por la pandemia, agrava las enfermedades preexistentes y la enfermedad por COVID-19, es un cúmulo de factores que inciden directamente en los resultados poco alentadores que está teniendo en la actualidad esta enfermedad que tomó por sorpresa a todos.

Por.- Dr. Ricardo León

Especialista en Medicina Interna e Investigador

OSIMAVEN.- @RicardoMedicina

 

 

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