ColumnasPrincipalVenezuela

Unasur, la excepcional obra suramericana ante los desafíos globales

La Unión de Naciones Suramericanas surgió con el despuntar del siglo XXI como resultado de un proceso de convergencia intrarregional

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) surgió con el despuntar del siglo XXI como resultado de un proceso de convergencia intrarregional que, si bien estaba sustentado en valores derivados de la historia, la cultura, la lengua y el patrimonio natural y espiritual compartidos, se fundamentó también en la urgencia de configurar un espacio geopolítico para encarar las exigencias impuestas por la aceleración, desde las décadas finales del siglo pasado, del proceso globalizador, con su correspondiente dinámica de regionalización, indispensable para que los bloques de países logren tener presencia e influir en la dinámica geopolítica y geoeconómica a escala mundial.

Caracterizó a esta iniciativa, desde su gestación, el propósito expreso de ser un bloque privilegiado de confluencia política. En su propia declaración de entrada en vigor, este rasgo es puesto de relieve, al dar primacía a la faceta política. Allí se expresa la voluntad de los adherentes al tratado de construir una identidad y ciudadanía suramericanas y desarrollar un espacio regional integrado en lo político,

Llegó la hora de Suramérica, la hora de la Unasur. Confiamos en la capacidad política de nuestra naciente unión para enfrentar en la actualidad esta amenaza (representada por Estados Unidos) que compromete el porvenir de nuestras repúblicas, el porvenir de nuestros pueblos y el porvenir de toda la humanidad. Estas ideas las expresó el presidente Hugo Chávez Frías en agosto de 2009, en una carta dirigida a sus homólogos de la Unasur.

De Comunidad a Unión

En términos prácticos, la cimiente de la Unasur puede rastrearse hasta la reunión de presidentes de América del Sur celebrada el 1° de septiembre de 2000 en la capital de Brasil. Esta cita fue la primera de un conjunto de encuentros que favorecieron los avances finalmente materializados en la reunión de presidentes suramericanos que tuvo lugar en Perú en 2004. La llamada Declaración de Cuzco formalizó la creación de la Comunidad Suramericana de Naciones, que entre otros elementos y líneas de acción común ratificaba la declaración de Suramérica como zona de paz.

Fue tres años más tarde, en el marco de la Cumbre Energética de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), celebrada en la isla de Margarita en septiembre de 2007, cuando se decide, atendiendo a una proposición presentada por Venezuela y Uruguay, el cambio de nombre a Unión de Naciones Suramericanas, sintetizado en el acrónimo Unasur. Más allá de la simple mudanza denominativa, la propuesta postulaba que el término Unión es mucho más comprometedor que el sustantivo Comunidad, lo que traslucía la intención de imprimir al nombre un sentido y una expresión de significado real, más que de un mero vocablo significante.

El 23 de mayo de 2008 se suscribió en Brasilia el Tratado Constitutivo de la Unasur. De esa forma, quedaba formalmente instituida esta instancia unificadora que, en función del énfasis puesto en la priorización de la convergencia política y social de los países de la región suramericana, por encima del componente económico-productivo, se distinguía del conjunto de las iniciativas de compactación que en distintas regiones del orbe venía imponiendo el proceso de globalización neoliberal. Otro rasgo destacable es que el documento fundacional de la Unasur constituye el primer tratado internacional forjado y suscrito por la totalidad de los países suramericanos.

Asechanzas y obstáculos

Era previsible que una iniciativa de estas características generara resistencias y ataques tanto a lo interno de los países suscriptores del tratado como provenientes de los polos de poder mundial. En el caso de la región suramericana, Estados Unidos de Norteamérica representa el principal enemigo de la unidad.

No podía resultar menos que inquietante para esos centros de poder, que sustentan su hegemonía en la desunión y la subordinación de vastas regiones del planeta, la intención expresada por 12 naciones suramericanas de integrar un bloque con un marcado sentido de identidad regional y con el propósito claro de configurar un espacio o foro político común, tal como lo sintetiza el Tratado Constitutivo, en el párrafo siguiente:

“El principal objetivo de la Unasur es construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados”.

Mecanismo de unión suramericana

Aunque el tratado fue firmado por gobernantes de diversos signos ideológicos, incluida la derecha en Colombia y Perú, es imposible soslayar el hecho de que la concreción de este mecanismo de unión suramericana se produce en tiempos en que se cristalizan en la región un conjunto de opciones políticas definibles como gobiernos de corte progresista, con una base real de sustentación en los pueblos. No menos relevante resulta evidenciar que en el período en que cobra forma la propuesta de Unasur, que como ya vimos abarca los años 2004 a 2008, son a la vez el período en que Latinoamérica logró dar al traste con la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas, el esquema de integración correlativo del llamado Consenso de Washington.

Así mismo, aunque hay quienes consideran que la Organización de Estados Americanos (OEA) perdió la casi nula entidad que le asistía hace más de cuatro décadas, tras el conflicto de las Islas Malvinas, y que desde entonces el declive del organismo no ha hecho sino acentuarse; la posibilidad de que un bloque de confluencia política, como el que representa Unasur, tributara a evidenciar el carácter anacrónico e ineficaz de la OEA, también disparó las alarmas del hegemonismo hemisférico.

De modo que las asechanzas y obstáculos han marcado el camino de Unasur en sus tres lustros de existencia. Los giros políticos hacia la derecha en varias de las naciones que impulsaron su gestación y su etapa inicial determinaron una situación de inercia institucional, que amenazó su continuidad. No obstante, en estos 15 años se puso a prueba su capacidad como organismo de acción y concertación, con resultados que validan su rol como entidad política autónoma y eficaz en el contexto regional.

Resolución de conflictos

Su actuación en una serie de conflictos políticos suscitados en la región quizás sea el logro más concreto que la Unasur pueda exhibir. Es claro que, si bien se enfatizó siempre en el componente político, un mecanismo de unión regional no puede circunscribirse exclusivamente a esa esfera. Pero resulta incuestionable que esos episodios sirvieron para calibrar la viabilidad de esta alianza regional y para probar su eficacia y capacidad de respuesta.

El mismo año de instituirse, Unasur fue clave para afrontar la situación acaecida en Bolivia, que estuvo a punto de derivar en una conflagración civil. Antes, en marzo de 2008, también lo fue ante la crisis derivada por la incursión de las fuerzas armadas colombianas en territorio ecuatoriano, que elevó las tensiones en la región, con Colombia de una parte y Venezuela y Ecuador por la otra.

En 2010, el intento de golpe de Estado contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa representó otro conflicto que involucraba a un país miembro de Unasur, en el que la acción política del bloque de naciones fue el factor decisivo en el desenlace que permitió preservar la paz y mantener el hilo constitucional.

La defenestración del presidente paraguayo Fernando Lugo en 2012, mediante un golpe parlamentario, sirvió también para demostrar la celeridad y la cohesión de Unasur ante hechos de fuerza o tramas políticas que alteraran la voluntad popular. En este último caso, el resto de las naciones integrantes acordó la suspensión de Paraguay de la instancia multilateral.

El horizonte inmediato

A 15 años de la firma del Tratado Constitutivo de Unasur, la convocatoria hecha por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a un Encuentro de Presidentes de los Países de América del Sur, la próxima semana, reaviva el debate sobre la necesaria unidad regional para enfrentar los desafíos actuales en el escenario geopolítico mundial.

Al referirse al encuentro del próximo 30 de mayo de 2023 en Brasilia, el presidente brasileño ha indicado: Es imperativo que volvamos a ver a América del Sur como una región de paz y cooperación, capaz de generar iniciativas concretas para enfrentar el desafío, que todos compartimos y aspiramos, de desarrollo sostenible con justicia social.

Hace justamente un año, el presidente Nicolás Maduro formulaba un llamado en la misma dirección. “Tal día como hoy (23 de mayo), en 2008, se aprobó el tratado constitutivo de la Unasur, un hecho que abrió paso a la integración y unión regional, partiendo de los principios de igualdad y justicia social. Tenemos el compromiso de trabajar por la unidad definitiva, por el desarrollo de la Patria Grande”, aseveró en esa ocasión el Jefe de Estado venezolano.

Necesidad de la unión regional

La pertinencia y la necesidad de la unión regional fueron puestas de relieve igualmente meses atrás por siete expresidentes y once excancilleres suramericanos, quienes en una carta pública abogaron por volver al espíritu y los objetivos de la Unasur. Una América Latina integrada, no alineada y en paz, recuperará prestigio internacional y podrá superar la irrelevancia en la que nos encontramos, con lo que se lograría quedar en mejores condiciones para enfrentar las cuatro mayores amenazas que acechan a la región: cambio climático, pandemias, desigualdades sociales y regresión autoritaria (…) Urge, en consecuencia, la reconstrucción de un espacio eficaz de concertación suramericana, reza un pasaje de la misiva.

La perspectiva inmediata pareciera apuntar a un escenario favorable para la recuperación efectiva de la Unasur. La realidad global impone la necesidad de unión de las regiones, en el contexto de una reconfiguración planetaria caracterizada por la multipolaridad. El contexto político regional, gracias al terreno recuperado por opciones políticas de corte progresista, también suma a favor del objetivo de lograr que Suramérica sea una región con fisonomía y presencia propias dentro de un escenario mundial en transformación.

T: MPPRE/LRDS

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba