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Más de 120 mujeres han sufrido abusos sexuales en las fábricas textiles de Lesoto

Hace más de dos años, en Bangladesh, un tribunal condenó a muerte a 16 personas por quemar viva a Nusrat Jahan Rafi, una menor que fue acosada sexualmente por el director de su escuela islámica. La quemaron viva por denunciar dichos abusos sexuales. Gracias a Nusrat, empezó el #MeToo en un país donde el 80% de las trabajadoras textiles han sufrido violencia sexual en sus puestos de trabajo.

En unas de las fábricas, en la capital de Lesoto, a las trabajadoras textiles se las conoce como «dailies», «cortadoras y maquinistas desempleadas que iban de fábrica en fábrica en busca de algunas horas de trabajo informal», difundió el medio británico The Guardian. Estas mujeres, que van buscando cualquier trabajo para poder ganar algo de dinero, han soportado  continuos y repetidos acosos y abusos sexuales, «por poco más de seis libras esterlinas al día». Por desgracia, estas mujeres no son las únicas que han sufrido la violencia machista en su jornada laboral.

Un informe de la ONG Workers Rights Consortium (WRC), publicó el año pasado que «había una incidencia generalizada de violaciones, agresiones sexuales y acosos en varias fábricas de ropa en Maseru». El informe señala que «más de 120 mujeres de tres fábricas diferentes testificaron que habían sido obligadas a tener relaciones sexuales con supervisores masculinos para mantener sus trabajos».

La empresa taiwanesa Nien Hsing, propietaria de las fábricas investigadas por WRC, provee a Levi Strauss, Wrangler y The Children’s Place. «Todas las marcas habían realizado auditorías sociales e inspecciones de fábrica, que supuestamente detectan violaciones laborales y de derechos humanos, pero ninguna había detectado las condiciones degradantes y abusivas que padecían las trabajadoras», ha publicado el medio.

Un salario mensual menor que el coste de un pantalón Levis

En Lesoto se fabrican más de 26 millones de pares de vaqueros cada año, muchos de ellos para Levi’s. La misma marca negoció un acuerdo legalmente vinculante con Nien Hsing, los propietarios de cinco importantes fábricas, sindicatos y grupos de mujeres para poner en marcha medidas para proteger a los trabajadores.

Sin embargo, como muchos otros sectores, la pandemia ha golpeado duramente a la industria mundial de la confección y las marcas de moda respondieron utilizando cláusulas de «fuerza mayor» en sus contratos con los proveedores.

Pese a que las mujeres son el principal motor de muchas familias del país y de la industria de la confección, no se ha alcanzado su emancipación económica.

«Sin la industria de la confección, la economía simplemente se derrumbaría», confesó Sam Mokhele, del sindicato del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Confección y Textiles (NACTWU) en Lesotho al diario británico.

El mismo medio ha denunciado que a la mayoría de mujeres entrevistadas se les pagaba por mes menos que el coste de un solo par de vaqueros Levis. Y sin embargo, para muchos, es esto o nada.

Las trabajadoras de Lesoto no son las únicas

El documento del WRC fue el primero en vincular las principales marcas directamente con la violencia sexual en Lesoto, pero las trabajadoras de la confección en India, Brasil, México, Sri Lanka, Turquía, China, Bangladesh y Vietnam también informaron haber sido agredidas, acosadas, manoseadas ​​y violadas.

Así, un informe de ActionAid en 2019 estimó que el 80% de todos los trabajadores de la confección de Bangladesh habían enfrentado violencia sexual en el lugar de trabajo.

La reducción de salarios y el cierre de fábricas ha provocado una ola de ataques contra los activistas por los derechos laborales y los trabajadores vulnerables, ampliando el acoso sexual a las trabajadoras del sector textil que necesitan un trabajo.

Campaña de firmas

Ahora, la asociación AVAAZ, está reuniendo firmas para terminar con esta situación para las mujeres de Lesoto. Las mujeres, han llegado a declarar que han sido violadas en la mismas instalaciones de sus puestos de trabajo. Son seis los países que han ratificado ya este problema, pero para que se solucione necesitan que tenga un mayor alcance.

El objetivo, asegura la organización, es llevar el llamamiento directamente ante países garantes como España y Argentina antes de una importante cumbre mundial sobre derechos de las mujeres para ayudar a «dar la voz de alarma» por todas partes.

T/ Público/ LRDS

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