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Revelados: los juegos de la guerra de Bolsonaro

Como muchas veces podía ocurrir durante los años de dominio del Imperio Romano, los operadores de los territorios conquistados, hacían obras para manifestar a los emperadores un agasajo ante el dominio. Esa extraña relación no hay dejado de ocurrir muchos siglos después en el mundo.

El imperio cambió su epicentro geográfico, pero sigue copiando de aquel Imperio Romano muchas de sus formas de opresión y sus operadores locales continúan tal cual. Así como el gobierno brasileño de Jair Bolsonaro acaba de hacer al paso del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, el hombre fuerte del imperialismo por estos días.

La gira de Pompeo por tierras sudamericanas, que tenía como explícito objetivo continuar agrupando fuerzas para hostigar a Venezuela y propiciar amenazas mayores de intervención, coincidió a su paso por Brasil, con unos inéditos ejercicios militares por parte de las Fuerzas Armadas de ese país en su estado de Amazonas.  A unos centenares de kilómetros de Manaus, la ciudad brasileña más grande antes de llegar a la frontera sur de Venezuela.

Ocurrió entre el 8 y el 22 de septiembre y con la coincidencia expresa del paso de Pompeo por la región fronteriza del norte de Brasil. Los medios brasileños han calificado el hecho como una operación militar “sin precedentes” e implicó la movilización de 3.600 efectivos del Ejército y el uso de armas de tecnología moderna.

Se inventaron dos equipos, el “rojo” y el “azul”, la simulación implicaba que el rojo emprendía una agresión del territorio brasileño por el norte. ¿Era necesario ser más explícitos? Un juego de guerra absurdo en el contexto de las históricas relaciones de Brasil con Venezuela, dos naciones que durante décadas han tenido relaciones amistosas a pesar de cualquier diferencia ideológica entre sus gobiernos. Un escenario sin ningún precedente de pugna militar y cuyas diferencias territoriales fueron resueltas pacífica y amistosamente.

En julio de 1928, los gobiernos de Brasil y Venezuela acordaron una delimitación definitiva de sus territorios, basados en el diálogo y la amistad entre los dos países. Por ejemplo, allí se garantizó la integridad territorial venezolana de las cabeceras del río Orinoco, ubicadas en ese pequeño extremo tipo agudo que usted puede observar en el mapa del estado Amazonas de Venezuela.  A cambio Venezuela también cedía en otras reivindicaciones.

No podemos decir que fue lo más justo, debido a que en los mapas de la Capitanía General de Venezuela se observa que la extensión de la entonces colonia española abarcaba amplias extensiones al sur del estado Bolívar, que pasaron a formar parte del estado de Roraima brasileño. ¿Hubo expansión brasileña? Si. Lo cierto es que la controversia quedó así y desde 1929 ningunos de los dos países presenta objeciones sobre su delimitación común.

Roma fiereza y consuelo

“Roma sabía, sin embargo, presentar su dominación como un señuelo irresistible para amplios sectores de las clases dominantes. El propio Agrícola lo hizo de manera ejemplar con los belicosos e incultos bretones, asistiéndolos económicamente en la construcción de templos, mercados, foros y casas, estimulando con halagos el amor propio de los más diligentes y educando en las artes liberales a los hijos de los jefes tribales”, así describía como funcionaba la métropoli romana respecto a sus súbditos,  el historiador de antigua, el español José Fernández Ubíña, de la Universidad de Granada

Una de las características de dominación del Imperio Romano, era el establecimiento diferenciado de relaciones entre el dominante y los dominados, de acuerdo a sus estratos y clases sociales. Las élites de los dominados, sus sectores más pudientes eran mimados, su estilo de vida iba siendo amoldado al estilo de vida de las élites del imperio. Así imponían la fidelidad.

Los pueblos de Brasil y Venezuela nunca han tenido conflicto alguno, ninguno. Sus élites económicas tampoco mostraban mayores diferencias. Bolsonaro representa una nueva forma de imponer la visión de élites brasileñas que creyendo que mientras más fieles se muestren a Roma (en este caso es Washington), mayores serán sus beneficios. Incluso están dispuestos a mostrar que pueden ser también una fuerza militar de dominación de otros territorios, si desde la metrópoli imperial así se los demanda.

Por supuesto que esto no significa, que en su conjunto las fuerzas militares de brasileñas estén dispuestas a seguir ese libreto e incluso que gran parte del Estado brasileño tampoco coincida con esta postura. Más allá, tampoco las élites brasileñas confían en que sus intereses estarán a mejor resguardo con sólo participar de fichas del Imperio. La relación económica para una buena parte de la burguesía brasileña podría tener importantes réditos en una relación comercial sana con Venezuela. El norte de un país tan inmenso como Brasil, tiene más fácil intentar llegar al mercado venezolano que a los propios estados del sur de Brasil, por ejemplo. Pero hay quienes creen que podrían ser parte del botín del posible saqueo al vecino. Es la lógica de un orden mundial salvaje, cuya voracidad irracional puede significarle el mismo desenlace que el que tuvo el Imperio Romano.

Lanzamiento de misiles durante juegos de guerra de Bolsonaro

¿A qué juegan?

El gobierno brasileño, incapaz por ejemplo, en invertir recursos y acciones eficaces para enfrentar los incendios y la deforestación de la Amazonía, que arrebata recursos a instituciones que se encargan de la atención a comunidades indígenas de la región, invirtió una gran cantidad de recursos económicos en el traslado de personal, materiales y equipos bélicos a la zona de conflicto de sus juegos de guerra.

 El show incluyó el lanzamiento de misiles de 80 kilómetros de alcance, de drones y equipos de última generación.  “Los equipamientos más modernos fueron reunidos en la región”, señala una nota de prensa del ministerio de la Defensa brasileño en torno a la magnitud de sus juegos de guerra.

No hay que dejar de lado el precedente impulsado por el gobierno brasileño, de modificar la doctrina militar brasileña para imaginarse conflictos en regiones limítrofes del país. En julio de 2019, la nueva política nacional de Defensa de Brasil, pasó a considerar que la región sudamericana es un escenario propicio para el surgimiento de conflictos bélicos. Para el sector de las élites brasileñas agrupado tras Bolsonaro, las fuerzas militares brasileñas deberían ser protagonistas de las “soluciones”. La vieja tesis del “subimperialismo” brasileño, añorada por los sectores más trogloditas de ese país. Los mismos que creían que podían ser el policía regional y que ahora creen que les llegó el momento.

La traducción de esa nueva política de seguridad brasileña, no es más que un calco de la doctrina de seguridad estadounidense, que implica que sus fuerzas pueden intervenir en cualquier lugar del mundo, si así lo creen pertinente para enfrentar o incluso evitar posibles amenazas. No es más que la denominada guerra preventiva, al margen del derecho internacional.

Entonces no son sólo inéditos los ejercicios militares, sino es inédito que un país de la región, establecida como zona de paz por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pregone ahora que ellos son los iluminados de las soluciones, las guerras preventivas y los derechos divinos de intervenir fuera de sus fronteras.

“El país podrá verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias o a defender sus intereses”, dice textualmente el Libro Blanco de la Defensa del Estado brasileño, actualizado a mediados de año.

Los llamados Libros Blancos de Seguridad y Defensa surgen en la región por impulso de la Comisión de Seguridad Hemisférica de la Organización de Estados Americanos, la suerte de administración de colonias de la metrópoli.

En más reciente documento brasileño, es genérico en torno a sus hipótesis de inminentes conflictos regionales, excepto en un caso: Venezuela.

El excanciller brasileño Celso Amorím, expresaba en una entrevista concedida al medio Nodal, en julio de 2020: “nos preocupa que Brasil pueda ser utilizado, instrumentalizado, por Estados Unidos en sus acciones, por ejemplo, con Venezuela, aunque no haya referencia explícita de ningún país. Reitero que nuestra preocupación siempre fue que en América del Sur tenemos que tener cooperación. Disuasión es para afuera, para defender nuestros recursos naturales y puntos de preferencia de todos los países sudamericanos, bajo el concepto del Consejo Sudamericano de Defensa que desafortunadamente ha sido abandonado por nuestros países, sobretodo por Brasil”.

“Es grave, no solamente hablar de crisis y de tensiones, sino también dice que Brasil puede contribuir para la solución de situaciones. Si fuera un documento de la cancillería, uno podría decir de que contribuye en lo diplomático, pero es un documento de defensa. Entonces uno se pregunta: ¿Contribuir cómo?”, agregó Amorím en su análisis sobre los cambios en la política de seguridad y defensa nacional de Brasil.

No hay entonces sorpresas, ellos echaron sus cartas marcadas sobre la mesa, jugar a policías regionales, ¿a qué precio? Jugar a ser pequeños Bush, pequeños Pompeo y a imitar el temor a dios como la causa de sus iras.

T/ Chevige González Marcó/ LRDS

 

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