Columnas

Insoslayable

Por Alexander Torres Iriarte

Encontrarnos con este escritor es reiterar la idea de que la hermosura escritural no debe estar reñida con la certeza de los hechos. Beber en cualquiera de las páginas de sus insoslayables libros -desde sus novelas hasta sus ensayos- es una clara recomendación: en el quehacer historiográfico no es suficiente la acumulación compulsiva de datos si no se tiene la belleza expresiva necesaria para transmitir importantes ideas y sensaciones.

Este autor es un firme ejemplo de que el “arte” de escribir historia no es antagónico a la disciplina de decir verdades. De errancias permanentes, este intelectual dejó un legado difícil de negar para las nuevas -y no tan nuevas –  generaciones de historiadores e historiadoras, muchas veces enfrascados en negar el carácter narrativo de la Ciencia de Clío.

Tropezarnos con este portento, oriundo de la Mérida de comienzos del siglo XX, es percatarnos de una pléyade de intelectuales que supieron investigar, pero más supieron escribir.

En el haber de este escritor -además de diplomático, académico y político – encontramos su huella como artífice fundamental del Instituto Pedagógico Nacional, y de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, respectivamente; además de una extensísima tarea en las creaciones de establecimientos modernos en nuestro país. Este autor es ponderado por propios y extraños como un  hombre de gran sapiensa y versatilidad, que se inquietó por los procesos culturales, la historia de las ideas y el pensamiento latinoamericano.

Especial devoción tenía este pensador venezolano por el México de su hora.  Ejemplo de esto, es que en sus numerosas publicaciones, su novela autobiográfica Viaje al Amanecer vería la luz hace siete décadas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Igualmente,  su opus magnum De la Conquista a la Independencia (Tres siglos de historia cultural latinoamericana), de 1944, era publicada por el prestigioso Fondo de Cultura Económica.

Ese México de sus amores le abriría muchas otras puertas, como el mismísimo Colegio de México, alma mater tan valiosa para los latinoamericanos en general, como para los venezolanos en específico.

De su estancia en México nacería un libro poco conocido de nuestro ensayista por excelencia, Gusto de México,  editado primeramente por Porrúa en 1952. Este texto compila artículos, documentos, referencias  y notas diluidas en periódicos que testimonian la curiosa pupila de alguien muy sensible; de aquel venezolano universal que vivió en un lugar en el cual la monumentalidad, la diversidad y la simultaneidad de signos contrarios son sus marcas inconfundibles. Gusto de México es un libro breve, compuestos por los 25 escritos que van desde apreciaciones plásticas, pasando por culinaria, y terminando en asuntos políticos.

Es destacable la polémica entre Mariano Picón Salas -personaje al cual nos referimos- con el historiador mexicano Edmundo O ‘Gorman. El autor de La invención de América acusaba  al criollo de “plagio” a raíz de un análisis de la obra del padre José de Acosta. Supo defenderse Picón Salas de la intemperancia de su colega.

Hace sesenta años era nombrado embajador en México -siempre México- Mariano Picón Salas, pero su salud confabulaba: una crisis asmática severa le impedía materializar esta trascendental labor. Su nómada corazón se detenía el 1 de enero de 1965. Había nacido el 26 de enero de 1901.

T: Alexander Torres Iriarte

Historiador, docente, escritor y ensayista

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