Este reportaje recorre países de América del Sur: Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina, para descubrir cómo se entrelazan las tradiciones compartidas, que se fusionan con ritos indígenas, gastronomías ancestrales y calor familiar, creando celebraciones únicas que definen la identidad de cada país en diciembre.
En Sudamérica, la Navidad trasciende la fecha del 25 de diciembre. Es una temporada que se extiende, que impregna las calles, hogares y corazones desde mediados de noviembre, y en algunos casos, hasta bien entrado enero.
Es una celebración profundamente familiar y comunitaria, donde la religión, el folclore y la hospitalidad se entrelazan, y a pesar de las diferencias climáticas y culturales, existe un hilo conductor que unes las festividades: la importancia de la reunión, la abundancia en la mesa y la reinterpretación de símbolos universales con un acento local inconfundible.
Venezuela: gaitas, aguinaldos, hallacas y fe
En Venezuela, la Navidad es sinónimo de alegría bulliciosa y devoción popular. Las celebraciones comienzan desde que suena la primera gaita zuliana en la radio, y se visten los centros comerciales, tiendas, escuelas, plazas, avenidas y hogares con arbolitos, pesebres y luces de colores.
Oficialmente las Misas de Aguinaldo comienzan el 16 de diciembre, tradición única que convoca a los fieles a las 4:00 o 5:00 de la mañana durante nueve días consecutivos.
En los mercados se dejan ver los ingredientes del plato tradicional navideño: la hallaca, ícono de la gastronomía nacional, que consiste en una masa de harina de maíz rellena de un guiso complejo de carnes (res, cerdo, pollo), aliños, alcaparra, aceitunas, pasas, todo envuelto en hojas de plátano y cocido, creando una explosión de sabores que simbolizan la unión familiar y el mestizaje cultural de Venezuela.
El pan de jamón, el pernil asado, la ensalada de gallina, y los postres como el dulce de lechosa o cabello de ángel, la torta negra, forman parte de los sabores tradicionales de la gastronomía decembrina venezolana.
La música es el alma de la temporada. Los aguinaldos y las gaitas zulianas, con su ritmo contagioso y letras que van desde los religioso a lo social, suenan en cada rincón.
La Nochebuena se celebra con una cena familiar opulenta, que se sella con un brindis a la medianoche, con Ponche Crema.
La tradición incluye al Niño Jesús como figura que desplaza a San Nicolás o Papá Noel, pues es el que trae los regalos.
El 25, tras la Misa de Gallo, la celebración se vuelve más pública y festiva, es el momento de los más pequeños de la casa lucir sus vistosos regalos en plazas, parques y avenidas.
Colombia: El Día de las Velitas y la Ruta de la Novena
En Colombia la temporada navideña se inicia con una de sus tradiciones más emblemáticas: “El Día de las Velitas” o “Alumbrados”, el 7 de diciembre.
Al anochecer, millones de velas y faroles iluminan ventanas, balcones y calles en honor a la Inmaculada Concepción. Ciudades como Medellín se transforman con espectáculos de Alumbrados que atraen a visitantes de todo el mundo, con gigantescas estructuras hechas con bombillas que dibujan figuras navideñas.
El corazón devocional está en las “Novenas de Aguinaldo”, nueve días de oración y canto en torno al pesebre, del 16 al 24.
Estas reuniones, en casas de familia o incluso en oficinas, son un evento social donde se reparten natilla, buñuelos y aguardiente.
La gastronomía varía por regiones: en la costa caribeña, el lechal asado es protagonista; en el interior, el pernil y el tamal.
El 24 es noche de cena de Navidad y, a la medianoche, la Misa de Gallo.
Perú: chocolatadas, Santuranticuy y pesebre andino
La Navidad peruana es un sincretismo profundo y emotivo entre la tradición católica y el mundo andino.
Una de las expresiones más conmovedoras es la Chocolatada Navideña, donde empresas, comunidades e individuos organizan eventos para ofrecer chocolate caliente, panetón y reglaos a niños de escasos recursos, especialmente en las semanas previas al 24.
En Cusco, se celebra la tradicional Feria del Santuranticuy (venta de santos) el 24 de diciembre. Artesanos de pueblos lejanos llegan a la Plaza de Armas a vender figuras para el Nacimiento o Retablo, representando no solo a la Sagrada Familia, sino también a personajes andinos como pastores y llamas.
La cena de Nochebuena suele incluir pavo al horno o lechón, acompañado de puré de manzana y panetón. El brindis se hace con champán o chicha morada.
Bolivia: ente la tradición católica y la cultura andina
En la Navidad de Bolivia destaca el pesebre, la Misa de Gallo a medianoche, cenas familiares con platos como la picana (caldo especiado y dulce) y los postres como buñuelos con chocolate caliente.
Se bailan danzas folclóricas como los Chuntunkis (en Chuquisaca) o las trenzadas (en Tarija), con instrumentos como el charango y la zampoña, llenando las calle de alegría.
El intercambio de regalos ocurre en la Nochebuena, aunque en algunas zonas se espera hasta la Epifanía (6 de enero), cuando los Reyes Magos traen regalos a los niños.
Ecuador: rezos para esperar al Niño Jesús
En Ecuador las Navidades son una mezcla de tradición religiosa y familiar, que inicia con las novenas: nueve días de rezos, cantos y villancicos antes de Navidad, que reúne a las familias y vecinos.
La comida típica se centra en el pavo o pollo relleno, arroz navideño, ensaladas y postres como buñuelos y pristiños. Además, se comparten bebidas como el chocolate caliente con queso, rompope (ponche de huevo) y chicha.
Los parques y plazas se convierten en punto de encuentro, llenos de luces, adornos y villancicos, como en Machala o Salinas. En algunas comunidades andinas, hay bailes, paseo de pesebres y música tradicional.
Chile: Asado en el jardín
La Navidad chilena, marcada por el verano y las altas temperaturas, se caracteriza por su ambiente relajado y familiar.
La decoración es fundamental, con énfasis en el árbol de Navidad y el pesebre. La gran celebración es la cena de Nochebuena, del 24, que a menudo, dado el clima, se traslada al jardín o al patio.
El plato central es casi ritual: el asado (carne a la parrilla, en especial cordero o cerdo), acompañado de ensaladas frescas como la chilena (tomate y cebolla), y papas duquesas. Para el postre, el pan de Pascua (similar a un bizcocho especiado con frutas confitadas) y el “cola de mono” (bebida cremosa a base de aguardiente, café, leche y especias) son insustituibles. A la medianoche, los fuegos artificiales iluminan el cielo, y los regalos son abiertos, generalmente traídos por el “viejito pascuero” (Papá Noel).
Argentina: fuegos artificiales, mesas bajo el sol y el Espíritu del verano
En Argentina, La Navidad es íntegramente veraniega. La celebración tiene un componente fuerte de vida al aire libre.
El 24, las familias se reúnen para una cena tarde, a menudo en parrillas o jardines. La mesa es una muestra de abundancia: lechón, vitel toné, ensalada, rusa, pollos rellenos y pan dulce con sidra o champagne para brindar.
Una tradición que define la medianoche del 24 es el estallido masivo de fuegos artificiales y petardos, que convierten a ciudades como Buenos Aires en un espectáculo pirotécnico colectivo. La celebración se prolonga el 25, día de descanso y de almuerzos extendidos típicamente con asados (parrilladas).
Un continente, mil formas de celebrar
Desde las madrugadas frías de las misas venezolanas hasta las cálidas noches de asado argentino, la Navidad sudamericana es un testimonio de resilencia cultural.
Cada país ha moldeado la festividad a su imagen: incorporando sus ingredientes, sus ritmos musicales, sus condiciones climáticas y su historia. Sin embargo, el núcleo permanece inalterable: es un tiempo para la familia, la generosidad y la esperanza.
Un mosaico donde, pese a las distancias y diferencias, todas piezas brillan con la misma luz de fiesta y fe compartida.
En Sudamérica, la Navidad no solo se celebra, se vive con una intensidad que deja huella en el alma.
Fuente: Agencias, IA
Fotos: Archivo
