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La derecha obtiene una victoria ajustada en Portugal y los ultras consiguen un resultado histórico

El conservador Luís Montenegro se impone en las elecciones con una ligera ventaja sobre los socialistas aunque muy lejos de la mayoría. Necesitaría a la extrema derecha de Chega, que casi triplica los votos obtenidos hace un par de años.

Más de la mitad del electorado de Portugal ha votado a partidos de la derecha solo dos años después de otorgar una inesperada mayoría absoluta al socialista António Costa, cuya dimisión en noviembre (salpicado por un caso de corrupción) provocó el adelanto electoral de este domingo.

Con el 96% de los votos escrutados, el conservador Luís Montenegro se impondría en las legislativas con un 30,44%, superando ligeramente el 28,57% del candidato del Partido Socialista, Pedro Nuno Santos, que no ha podido aproximarse a los excelentes resultados de Costa en las elecciones de 2022.

Tras las dos grandes formaciones políticas portuguesas se sitúa (cada vez más cerca) la extrema derecha de Chega, que cosecha unos resultados excepcionales: como auguraban los sondeos alcanza el 18,46% de los votos, casi el triple que hace dos años. El controvertido candidato de Chega, André Ventura, se ha apresurado a proclamar el «fin del bipartidismo» esta noche en una comparecencia a los medios a la salida de misa. Ventura, que fue seminarista y también televisivo tertuliano de fútbol, ha pedido al vencedor Luís Montenegro formar un gobierno de coalición: «Es lo que Portugal quiere».

El electorado portugués votó  

El notable aumento de la participación (más del 65%, el mejor dato desde 2005) ha favorecido el crecimiento de Chega, que robustece su posición como tercera fuerza política en Portugal, un país donde la extrema derecha no tuvo representación parlamentaria hasta 2019.

El histórico resultado de los ultras coincide, además, con la próxima conmemoración del 50º aniversario de la Revolución de los Claveles que acabó con la larga dictadura impuesta durante décadas por António de Oliveira Salazar.

Luís Montenegro, que se estrenaba como candidato, ha ganado las elecciones liderando la coalición Alianza Democrática, impulsada por el tradicional partido de la derecha portuguesa, el Partido Social Demócrata (PSD), junto a otras formaciones democristianas. Su candidatura mejora apenas un punto los resultados del PSD en solitario hace dos años, y son cifras insuficientes para garantizar un gobierno.

Chega, el partido de la ultraderecha

Luís Montenegro, ha ganado las elecciones liderando la coalición Alianza Democrática
Luís Montenegro, ha ganado las elecciones liderando la coalición Alianza Democrática

En los últimos meses, Montenegro ha insistido en que no pactará con la extrema derecha que lidera André Ventura, antiguo compañero del PSD que abandonó el partido en 2019 para fundar Chega. La promesa de Montengro se pone a prueba a partir de esta noche.

También la que lanzó el candidato socialista, Nuno Santos, el pasado 19 de febrero en un debate televisado, cuando aseguró ante casi tres millones de espectadores que no impediría gobernar a Montenegro si el Partido Socialista no ganaba las elecciones.

Lejos de la mayoría absoluta que en la Asamblea de la República marcan los 116 escaños, el conservador Montenegro aspiraba a sumar junto a Iniciativa Liberal, aunque esta formación no mejora sus resultados de 2022, cuando obtuvo ocho escaños: el apoyo de los liberales es insuficiente. Al otro lado del hemiciclo, la izquierda tampoco consigue aproximarse a la mayoría necesaria para revalidar la geringonça, el acuerdo tripartito que aupó al poder al socialista António Costa en 2015.

Con el escrutinio al 96%, tanto el Bloco de Esquerdas (que estrenaba candidata, la economista Mariana Mortágua) como Coalición Democrática Unitaria (integrada por comunistas y verdes) presentan pobres resultados por debajo del 5% de los votos. Si se mantiene el cordón sanitario a Chega, ninguno de los bloques ideológicos tiene el mínimo respaldo para gobernar con cierta estabilidad.

Dura derrota de la izquierda portuguesa 

Las elecciones anticipadas de este domingo han supuesto el punto y final a los ejecutivos del socialista António Costa. «Salgo de jugar en el campo, para irme a la grada como un aficionado más», ha dicho este domingo a los periodistas tras votar en Lisboa. El pasado 7 de noviembre, Costa supo que el Tribunal Supremo le investigaba por unas supuestas irregularidades en la concesión de la explotación de yacimientos de litio y de proyectos de hidrógeno verdes que implicaban a su jefe de gabinete, Vítor Escária, y al empresario Diogo Lacerda Machado (amigo del primer ministro), ambos detenidos aquella mañana.

Costa presentó entonces su dimisión «para preservar la dignidad de las instituciones democráticas» al considerar la investigación judicial «incompatible con la dignidad del cargo» de primer ministro.

Economía en retroceso 

Costa deja como herencia económica una deuda pública (el lastre de Portugal durante los peores años de la crisis) por debajo del 100% del PIB, mientras la inflación se mantiene en un 2,5% y el desempleo no alcanza el 7%. Cifras en apariencia positivas, pero que no se trasladan a la vida cotidiana de la ciudadanía lusa.

«Económicamente estamos muy mal», aseguraba este domingo Ana, estudiante de 24 años que se desespera para poder pagar un «apartamento» y le quede después «dinero para comer». El treinteañero João también anhela mejores salarios y alquileres asequibles. «Está imposible vivir acá», resumía en portuñol. En la freguesia lisboeta de Areeiro, la palabra más compartida durante esta jornada electoral por electores de todo signo era mudar (cambiar).

«Para el país sería bueno un cambio, porque hay cosas como la educación y la salud que están muy mal», explicaba Antonio, de 82 años, después de votar aprovechando la pequeña tregua que ha dado el cielo durante la mañana tras una semana de fuertes precipitaciones en Portugal que han dejado incluso nieve en algunas zonas.

«Vengo a votar desanimado», confesaba en el pabellón donde estaban desplegadas las mesas electorales. «El país está girando a la derecha, muy a la derecha. La extrema derecha en Portugal está enfrentando a pobres contra miserables, acusando a los migrantes de todos los problemas del país, de la falta de vivienda, de la falta de empleo y de los bajos salarios. Y el racismo se empieza a manifestar más en la calle, algo que no ocurría antes», relataba como un mal augurio que se acabaría confirmando a la noche tras el recuento de las urnas.

T/Diario Público/LRDS

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