Búnker subterráneo sería el objetivo oculto de las obras en la Casa Blanca
Mientras tanto, el coste del proyecto de renovación ha aumentado ya unos 100 millones de dólares
Este jueves se completó la demolición del ala este de la Casa Blanca como parte de un ambicioso proyecto de renovación de la residencia oficial y lugar de trabajo de los presidentes de Estados Unidos, informan medios estadounidenses.
Los trabajos que arrancaron el lunes han visto subir su coste ya hasta los 300 millones de dólares, según declaró el presidente Donald Trump el miércoles. Inicialmente, se declaró que el coste previsto era de 200 millones de dólares.
Sin embargo, lo que se presentó oficialmente como la construcción de un enorme salón de baile —según Trump, «nuevo, amplio y hermoso»— también tiene entre los objetivos renovar el búnker subterráneo construido durante la Segunda Guerra Mundial en esa parte de la residencia presidencial.
Conocido como el Centro Presidencial de Operaciones de Emergencia, el búnker sirve de refugio y centro de comunicaciones del presidente de EE.UU. y su entorno en situaciones extremas.
El búnker presidencial también será modernizado
Fuentes citadas por CBS News confirmaron que el búnker presidencial también será modernizado bajo la supervisión de la Oficina Militar de la Casa Blanca.
Ese espacio fue ocupado por miembros de la Administración George W. Bush tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y por el presidente Trump durante su primer mandato en medio de las protestas por la muerte de George Floyd en 2020.
Trump ha promovido durante mucho tiempo sus planes para anexar una estructura de unos 8.300 metros cuadrados, que casi duplicaría la superficie del edificio principal y sus alas este y oeste, ofreciendo una capacidad de aproximadamente 650 personas. No obstante, elevó la cifra a 999 personas hablando durante un acto celebrado el lunes.
La demolición del ala este se realizó a pesar de la promesa inicial de Trump de que la ampliación no «interferiría» con el edificio existente. Evaluaciones posteriores determinaron que sería más barato y razonable demoler el ala este, según fuentes consultadas por The New York Times. Las obras, sin embargo, no afectarán a la propia residencia ni al ala oeste.
El proyecto está siendo financiado completamente por donantes privados y no tendrá costo alguno para los contribuyentes, según la Casa Blanca.
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