
El Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares logrado a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU) entra en vigor hoy y aunque la fecha ha quedado ensombrecida por la pandemia y la ausencia de las potencias nucleares de este compromiso, representa uno de los mayores avances para prevenir ataques nucleares intencionales o accidentales.
«Este tratado ofrece la esperanza de un mundo sin armas nucleares y se convierte en una regla que señala, por primera vez, que su uso es ilegal», señaló al respecto el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Robert Mardini.
En el mundo existen actualmente más de 13.000 ojivas nucleares y «miles de ellas están en estado de alerta máxima, lo que significa que solo se necesita una decisión, un par de segundos, para apretar un botón y provocar un desastre», afirma el responsable.
El CICR estuvo al frente junto con la Cruz Roja japonesa en el rescate y atención de las víctimas de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, hace 75 años, así que conoce de primera mano las consecuencias humanitarias devastadoras que tiene el uso del armamento nuclear.
«Hasta la actualidad hay hospitales en Japón que tratan a pacientes de cáncer porque estuvieron expuestos a la radiación durante esos ataques», afirma Mardini.
LOS AUSENTES DEL TRATADO
A pesar de la importante simbología de la fecha para la humanidad, no hay tantos motivos para alegrarse, porque la primera potencia nuclear, Estados Unidos, se niega a adoptar el Tratado y por consiguiente las otras potencias tampoco lo harán.
Hoy la ratificación de este instrumento jurídico por parte de 51 países permite su entrada en vigor, apenas un tercio de los países inscritos en la ONU, aunque la ausencia de los países que tienen arsenales nucleares deja que desear.
El tratado que por el momento todos ellos rechazan firmar prohíbe el uso, la amenaza de utilización, el desarrollo, la producción, el ensayo y el almacenamiento de armas nucleares. Igualmente prohíbe ayudar, alentar o inducir a que otros a que incurran en cualquiera de estas actividades.
«La realidad es que siempre que existan armas nucleares existirá el riesgo de que sean utilizadas y esto es irrefutable. Si se quiere tener un planeta seguro esas armas deben desaparecer», dice Mardini.
Sostiene que los riesgos son reales y uno de ellos es el de un ciberataque, que podría provocar errores fatales que no respetaría fronteras, a la imagen de la pandemia de coronavirus.
T/ Agencias/ LRDS