Ocultan los abusos sexuales del Príncipe Andrés apartándolo de la vida pública de la monarquía británica

El precio que el príncipe Andrés va a pagar por terminar con la demanda civil de Virginia Giuffre –la mujer que lo denunció por abuso sexual siendo ella menor de edad– va a ser mucho más que los millones de euros que se dice que ha tenido que desembolsar.
Este sábado cumplió 62 años en un día que tal vez sea un anticipo de su nuevo futuro sin alfombras rojas ni la pompa monárquica que lleva disfrutando desde su nacimiento. «Ha sido apartado de la realeza y ahora va a tener que vivir una vida privada discreta. Cualquier insinuación de que podría volver a la vida pública es un delirio», dice Robert Lacey, historiador especializado en la familia real británica.
Andrés era considerado como un embajador itinerante de la marca Reino Unido, cambió ese mote por el de ‘Air Miles Andy’ (Andy millas aéreas) cuando las cuentas de la familia real revelaron su vida de viajes en primera clase, aviones privados y traslados en helicóptero hasta los campos de golf.
Relaciones polémicas
Simon Wilson, que entre 2001 y 2005 fue vicedirector de la misión británica en Bahréin, escribió en el periódico The Daily Mail que «entre la comunidad diplomática británica en el Golfo [el príncipe Andrés] era más conocido como SAB: Su Alteza Bufona».
«El problema han sido sus decisiones y sus amistades», dice Lacey. «El precio va a ser la oscuridad total. Si se busca un paralelismo fuera de la familia real, John Profumo [ministro de Guerra británico en los años 60], que en la época del escándalo sexual del caso Profumo cayó en la más absoluta desgracia. Acabó por redimirse ante sus propios ojos, ante los de sus amigos y, a su debido tiempo, ante los del mundo, haciendo trabajo de beneficenci.
Ni rechaza ni admite el abuso contra una menor
Andrés siempre ha negado las acusaciones de Giuffre. En el acuerdo extrajudicial no las rechaza ni las admite.
La opinión sobre Andrés de Joe Little, director de la revista sobre la realeza Majesty, es que «ahora hará lo que lleva haciendo los últimos dos años, aparentemente no mucho, y desde luego no en público». «De vez en cuando le veíamos cabalgando por los terrenos del castillo de Windsor y entrando y saliendo de [la residencia] Royal Lodge, y eso era todo».
Little también opina sobre la promesa de Andrés de trabajar por proteger los derechos de las víctimas. «¿Cómo se materializará esa promesa? ¿Se vinculará a una organización benéfica con ese fin?», se pregunta. «Teniendo en cuenta las manchas en su reputación, ¿querrán las organizaciones benéficas al segundo hijo de la Reina en estos días? Me inclino a pensar que no».
«¿Ayudará a rehabilitarlo? No estoy seguro de que lo haga. Creo que ese momento ya pasó, y creo que su reputación está tan maltrecha que no puede volver, desde luego no con ningún cargo público», dice.
Sin un juicio que limpie su nombre por completo, y sin poder publicar los detalles del acuerdo, «siempre habrá gente que se pregunte sobre su culpabilidad o inocencia», dice Little. «Y él no puede hacer nada al respecto, es algo que le acompañará durante el resto de su vida».
Hugo Vickers, historiador de la realeza, cree que ya «se ha decidido que no va a cumplir con más funciones reales». «En primer lugar, así se ha dicho, y en segundo, si por desgracia es inocente o culpable, ya no lo quieren, está desprestigiado (…). No creo que vaya a hacer nada más en el mundo de la realeza, ni en el de los regimientos, ni en el de las organizaciones benéficas, porque no es de ayuda para ellos, así que tendrá que dedicarse a otra cosa».
T/ The Guardian/ LRDS