Presidente de Bolivia Luis Arce fue expulsado del partido MAS
Grover García, representante del MAS informó que la decisión fue adoptada luego de varios intentos por parte del partido para que Arce regularizara los aportes económicos que correspondían a la organización

El Movimiento al Socialismo (MAS) resolvió la expulsión del presidente boliviano Luis Arce, a quien responsabiliza por un presunto manejo irregular de recursos, además de “traición” política durante el proceso electoral y denuncias de corrupción dentro de su Administración.
El presidente del MAS, Grover García, informó que la decisión fue adoptada luego de varios intentos por parte del partido para que Arce regularizara los aportes económicos que correspondían a la organización.
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García añadió que la medida también responde a un quebrantamiento de la unidad interna durante la campaña electoral y a las acusaciones de corrupción presentadas por distintas instancias del sector público. “Rechazamos la corrupción que se suscitó”, señaló.
El MAS, que gobierna Bolivia desde 2006, vivió su primera etapa bajo el liderazgo de Evo Morales (2006-2019) y, tras la crisis política de 2019, retornó al poder con Luis Arce, quien asumió la presidencia en 2020.
Sin embargo, en los últimos años, el partido se fragmentó en cuatro corrientes internas, debilitando su presencia política. En los comicios del 17 de agosto, la organización obtuvo apenas el 3,17 por ciento de los votos, uno de los peores resultados en su historia.
Arce, economista de 62 años, llegó al poder respaldado por el MAS y considerado inicialmente el sucesor político de Evo Morales. No obstante, su vínculo con el exmandatario se deterioró con el tiempo, dando lugar a una lucha interna por el control del partido. Finalmente, el sector afín a Arce logró imponerse, mientras Morales decidió apartarse de la dirección.
Aunque Arce era visto como el candidato natural para las elecciones de 2025, desistió de buscar la reelección ante la falta de respaldo popular y las divisiones dentro de su propio movimiento. La fragmentación interna del MAS facilitó el avance de las fuerzas conservadoras, lo que califican como una “derrota autoinfligida”.
En Bolivia, diversos sectores sociales interpretan el reciente ascenso de la derecha como consecuencia directa de la ruptura y el enfrentamiento interno dentro del MAS. La “pelea fratricida” y los intereses personales, aseguran, lograron lo que “ni un golpe militar había conseguido”: desarticular la fuerza política que gobernó el país durante casi dos décadas.
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