Columnas

Delcy en Bruselas y la oposición sintiéndose como el santo cachón internacional (+Clodovaldo)

Los jerarcas europeos, en privado, seguramente dirán que cómo se les ocurre a estos opositores venezolanos ponerse críticos (y celosos) con sus socios globales, si han sido tan palmariamente incapaces de derrotar o derrocar (han intentado ambas cosas) al chavismo en ya casi un cuarto de siglo. Podría decirse que los ven como un hatajo de inútiles, de esos que esperan que otro les haga la tarea.

La oposición venezolana deplora la actitud de los altos jerarcas europeos que recibieron con cortesía diplomática a la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Se sienten traicionados y burlados. Asumen la pose de alguien a quien su pareja le ha puesto los cuernos y, en consecuencia, es el objeto de los chismes y las burlas del vecindario. Se sienten como los santos cachones de la comunidad internacional.

Salomónicamente se puede afirmar que ambos bandos de la contrarrevolución tienen mucha razón. Revisemos.

Los opositores globales

Admitamos que es bastante tragicómico que los gobernantes de la Unión Europea, los mismos que pisotearon sus proclamados principios de política exterior para agavillarse contra Venezuela, hayan aparecido en Bruselas de paños y manteles con nuestra alta funcionaria.

Lo es, sobre todo, si se tiene en cuenta que asumieron esa actitud anterior tan sólo para seguir las órdenes del zafio Donald Trump, un personaje que, dicho sea de paso, no ocultaba su desprecio por “la Vieja Europa”, como lo pudo comprobar incluso la muy seria y muy alemana señora Ángela Merkel.

Luego de todo el daño que han hecho con sus «sanciones» colonialistas, ver a la estirada Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pelándole los dientes a Delcy es algo como para disfrutarlo tomándose un cafecito o degustando el clásico dulce de lechosa.

Puede que a eso le digan realpolitik, pero suena a derrota diplomática, sobre todo para el jardinero Josep Borrell y para Pedro Sánchez, quien le dio un ultimátum de una semana a Maduro en 2019, reconoció al autoproclamado y recibió al prófugo Leopoldo López, tras el chapucero intento de golpe de Estado del 30 de abril.

[Hoy, irónicamente, podría ser Sánchez quien entre en preaviso y sea expulsado del poder por el fascismo (es decir, por los amiguetes de López), en otra demostración de que si el pueblo no ve diferencia entre izquierda y derecha, vota por la ultraderecha. Pero ese es otro tema, muy espinoso, por cierto].

En verdad que los opositores globales del chavismo dan pena ajena. Europa se mercadea como refinada y culta, mientras resulta carcomida por la ideología supremacista y totalitaria que ya la destruyó una vez; se vende como un edén de democracia y derechos humanos, mientras hunden barcazas de inmigrantes y los dejan morir en alta mar. Es la Europa de las prisiones flotantes para negros y otros indeseables. La misma Europa que ha esquilmado y asolado por siglos a los demás continentes, pero sigue pretendiendo tener autoridad moral como emblema de la civilización.

 

Las dobles caras de los europeos 

En lo que respecta al caso venezolano, lo más vergonzoso de esa Europa es que hayan aceptado sin chistar el rol que les asignó Washington en la opereta del gobierno interino. Si al menos hubiese sido idea suya, podríamos afirmar que fue un arranque extemporáneo de colonialismo, un intento de retornar a los tiempos en que el rey de España designaba un capitán general para estos confines ultramarinos que ni siquiera llegaban a la categoría de virreinato. Pero no, no fue de los europeos la idea. En ese asunto, ellos solo bailaron al son que les tocaron y cada uno hizo lo que mejor sabe.

En España, por ejemplo, le dieron un giro de periodismo rosa: que si aquella vez anterior que llegó Delcy a Barajas bajó o no bajó del avión, es decir, si posó o no sus pies en territorio del reino y armaron un drama esperpéntico, con la dispensa de don Ramón María del Valle Inclán, quien no se merece tan bajas comparaciones.

El Reino Unido, en tanto, se aplicó a su especialidad histórica: el pillaje. Respaldó la estrategia trumpista del interinato, pero no de gratis, así que en el trámite, los tunantes ingleses (encabezados por la difunta reina) se robaron 33 toneladas de oro, como en los viejos tiempos de corsarios y filibusteros.

Francia, por su lado, asumió una vez más su papel de templo de los derechos humanos, astuta estrategia mediante la cual, históricamente, han lavado los jerarcas galos su prontuario de potencia colonial genocida. «¡Qué manguangüé!», podría decirse en franchute.

[El embajador saliente de Francia en Caracas, Romain Nadal, era amigo íntimo del jefe nominal del gobierno interino, Juan Guaidó, algo que en cualquier otro país hubiese significado que el gobierno real y constitucional lo echara a patadas por el trasero (es decir, en términos diplomáticos, que lo declarara persona non grata y le diera 72 horas para picar los cabos), pero la «temible dictadura» de Maduro se caló ese desplante, como tantos otros. Basta observar los ríos de lágrimas y de frases cursis que ha generado la despedida de Nadal entre el sifrinaje caraqueño para comprobar el papel conspirativo que ese señor desempeñó en todos estos oprobiosos años de bloqueo y medidas coercitivas unilaterales. Pero, de nuevo, ese no es el foco del tema].

Para no hacer esto demasiado largo, revisemos la conducta de la Unión Europea como cuerpo. Pues bien, ese club de anacrónicas monarquías y gobiernos fachos ha insistido todos estos años en que parta levantar sus medidas coercitivas, ellos deben supervisar nuestras elecciones para que sean limpias y creíbles. Más reminiscencias del colonialismo.

Los opositores criollos

Pasemos entonces revista a la atrabiliaria reacción de ciertos dirigentes opositores nacidos en Venezuela respecto a la contundente presencia de la vicepresidenta Rodríguez en el encuentro de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).

Es una conducta que nos remite a algo ya demasiado repetido, pero que es necesario subrayar porque es una de las causas de los constantes infortunios del antichavismo: ese empeño de creer que el adversario es torpe, cobarde y pasivo en materia de política exterior, y luego molestarse porque demuestra ser hábil, audaz y proactivo.

Oposición venezolana rechazó viaje de la vicepresidente Delcy Rodríguez a Bruselas
Oposición venezolana rechazó viaje de la vicepresidente Delcy Rodríguez a Bruselas

Este caso es otra demostración de ese mismo fenómeno. El liderazgo de la derecha venezolana siempre se ha creído superior al gobierno revolucionario en este campo, basados en que, según sus cuentas, tienen más diplomáticos de carrera, políglotas, expertos en protocolo diplomático y gente que sabe comer en mesas de cinco tenedores.

La expresión más patente del desprecio por la manera bolivariana de enfocar las relaciones exteriores podemos encontrarla en los epítetos que se utilizaron contra el actual presidente cuando ejerció el cargo de canciller. Petulantes personajes del estirado ámbito diplomático ironizaban llamándolo “el conductor de la Cancillería”, dando a entender que si ellos gobernaran,
Maduro no habría pasado de ser el chofer de alguno de esos embajadores con paltó levita y pumpá.

Y es precisamente ese resentimiento profundo el que emerge cuando el jefe del Estado se codea con sus homólogos en Egipto o cuando su vicepresidenta ejecutiva es recibida con la dignidad que merece su cargo en la capital belga.

La rabia que les da les impide ver el contexto histórico y geopolítico con la frialdad que cabe esperar de gente ilustrada en este tipo de asuntos.

Arman un berrinche de pareja engañada, como si la presencia del gobierno constitucional de Venezuela en Bruselas fuese algo que mancillara la intensa interacción diplomática entre Europa y Nuestra América. Ignoran –adrede o por su obnubilación- que si existe algo llamado CELAC en este mundo es gracias a Hugo Chávez Frías y a su ministro de Relaciones Exteriores, el conductor Maduro. Soslayan que si la CELAC no desapareció en los años pasados fue porque a los gobiernos serviles de Estados Unidos en la región no les alcanzó el tiempo (o lo otro, que dijo el comandante respecto a Uribe) para dinamitarla. Y que si la CELAC está revitalizada en estos momentos, si es capaz de sentarse en pie de igualdad con las potencias europeas es porque hay mayoría de presidentes progresistas en la región.

Pretenden que la CELAC sea una sucursal de la OEA de Almagro, quien con gran excitación se hubiese prestado para impedir la participación de la vicepresidenta e, incluso, para detenerla, si esas hubiesen sido las instrucciones de sus jefes estadounidenses.

Bonus track: La maquinaria mediática repartiendo culpas

Mención aparte en esto de la protesta por la recepción a la vicepresidenta venezolana en Bélgica ameritan la maquinaria mediática global y sus franquicias locales, la llamada “prensa libre” (financiada por los gobiernos y corporaciones de Estados Unidos, Reino Unido y otros países, hay que acotarlo cada vez que se pueda).

Esta gente se puso más celosa que la misma dirigencia opositora. Para algunos editores, periodistas, comentaristas, analistas e influencers esto de ver a sus aliados europeos coqueteando con la representante de Maduro fue mucho con demasiado.

Como suele pasar, comenzaron con la vieja práctica mediática de dar casquillo. Difundieron toda clase de rumores acerca de que si Maduro se presentaba en Europa, iba a ser capturado por Interpol, obligado a vestir de naranja y llevado a Estados Unidos o puesto a la orden de la Corte Penal Internacional. Una vez más (ya van varias), las audiencias del aparato mediático deliraron y alucinaron con la esperanza de tan espectacular desenlace.

Cuando se supo que Maduro no iría, sino que en su lugar acudiría Rodríguez, pasaron a la fase en la que lo llaman cobarde y desempolvan su vieja tesis de que Venezuela está aislada porque “el tirano” no puede viajar, al menos no a los lugares civilizados del planeta, sólo a los que gobiernan otros sátrapas.

Entonces ocurrió que llegó la vicepresidenta a la capital de la UE y allá la recibieron bajo las normas de ese protocolo que la derecha tanto aquilata y, es más, algunos, como Pedro Sánchez, hasta se permitieron pasarse un poco de la raya para saludarla de besitos.

Fue entonces cuando llegaron los Embajadores (pero los del Vallenato, con sus acordeones) y se dio la orden de zafarrancho en la maquinaria mediática.

Enloquecieron los exegetas de la derecha, se rasgaron las vestiduras las periodistas “exiliadas”, se tiraron al piso los influenciadores más afamados. “Si un día te vi, no te conozco / Y si fue así ya ni me acuerdo / Como dicen por ahí, a otro perro con ese hueso”, le cantaron todos los despechados a sus aliados europeos, en lo que en otra época habría sido una borrachera abraza-rockola.

Estos personajes repartieron las culpas de la manera en que siempre lo hacen: una parte para los extranjeros, a quienes acusaron de ser perfumadores del rrrégimen; otra para los ineptos y cornudos dirigentes políticos locales; ninguna para ellos mismos, ni siquiera un breve mea culpa por dar casquillo, manipular, ilusionar y engañar a la pobre gente que quiere seguir creyéndoles.

En fin, que si los episodios de la vida política tuvieran banda sonora, en este capítulo sonaría aquel coro vallenatero: “¡Que te perdone, yo, que te perdone…!”.

T/Clodovaldo Hernández/LaIguana.TV/LRDS

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