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Monseñor Romero: Apóstol de los pobres y paladín de la justicia

El 24 de marzo de 1980, Monseñor Romero fue vilmente asesinado de un disparo en la cabeza, asestado por un francotirador miembro de los escuadrones de la muerte a la orden de la ultraderecha y financiado por la CIA

“En nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo, cada vez más tumultuoso, les suplico, les ruego, ¡les ordeno!; en nombre de Dios, ¡cese la represión”. Esta sería la última homilía pronunciada por el entonces Arzobispo de San Salvador Monseñor Óscar Arnulfo Romero, paladín de la lucha contra la injusticia y la opresión del pueblo, el domingo 23 de marzo de 1980, la que fue considerada como una sentencia de muerte, debido a la fuerte denuncia que contenía.

Al día siguiente, el 24 de marzo, Monseñor Romero fue vilmente asesinado de un disparo en la cabeza, asestado por un francotirador miembro de los escuadrones de la muerte a la orden de la ultraderecha, los cuales eran financiados por la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA).

El religioso oficiaba la Eucaristía en la Capilla del Hospital La Divina Providencia en la capital salvadoreña. Ese día el pueblo, los hombres y mujeres sin voz, que tenían en monseñor Romero, un  baluarte en la defensa de sus más elementales derechos, perdían con su muerte los pocos que les quedaban.

A 42 años de su martirio y más que nunca, el legado de Romero está más que vigente: Sus discursos contra la injusticia son una advertencia para todos los políticos. Romero pedía a la política conciliarse con la ‘verdad’, amar al pueblo y hacer el bien.

Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, nació en El Salvador el 15 de agosto 1917, en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel. Su familia, de origen humilde y modesta, estaba constituida por su padre, Santos Romero, su madre, Guadalupe Galdámez, y sus siete hermanos.

Se caracterizó por ser un incansable defensor de los derechos humanos y por ser la voz de los desposeídos. Abrió las puertas de la Iglesia a los campesinos desplazados y condenó la feroz represión del Ejército desatada durante la guerra civil salvadoreña que se extendió desde 1980 hasta 1992.

Monseñor Romero oficiando misa. Foto: Archivo

El sacerdote vivió en el colegio Pío Latinoamericano en Roma hasta 1942, luego de haber sido ordenado sacerdote en abril de ese año con tan solo 24 años de edad.

En 1943, San Romero comenzó a ejercer como párroco de la ciudad de Anamorós, en La Unión; más tarde, fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano, monseñor Miguel Ángel Machado.

Luego fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador, en 1968. Ya el 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970. Durante este tiempo conoce al padre jesuita Rutilio Grande, quien habría de contribuir a su comprensión de la vida de los pobres de El Salvador.

El 12 de marzo de 1977, es asesinado el Padre Rutilo Grande junto a dos campesinos, hecho que habría de impactar la conciencia de Romero para erigirse como “la voz de los sin voz”, un apostolado en defensa de los pobres, víctimas de la represión del gobierno.

El socialismo en el pensamiento de Arnulfo Romero

Romero a  partir de este trágico evento se apoya en la Doctrina Social de la Iglesia forjada durante el Concilio Vaticano II, la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Puebla y el Encuentro de Medellín, durante los cuales se produce una revisión del papel de la Iglesia Católica y se orienta su opción por los pobres.

“un evangelio que no tiene en cuenta los derechos de los hombres, un cristianismo que no construye la historia de la tierra, no es la auténtica doctrina de Cristo sino simplemente, instrumentos del poder. Lamentamos que algún tiempo nuestra Iglesia también haya caído en ese pecado pero queremos revisar la actitud (…) no queremos ser juguete de los poderes de la tierra sino que queremos ser la Iglesia que lleva el evangelio auténtico, valiente de nuestro Señor Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como Él, en una cruz.” , afirmó el 27/11/77.

El clérigo no pensaba sólo en satisfacer las necesidades inmediatas de los pobres, o en aplicar programas asistencialistas para solventar coyunturalmente la crisis. Su concepción reconocía estos problemas en toda América Latina.

“No habrá un continente nuevo en América Latina con sólo cambiar estructuras, con sólo dar leyes, con sólo reprimir por la fuerza. Eso es sembrar más la dificultad. Sólo puede haber un continente nuevo, un pueblo nuevo, con hombres nuevos”. (4/12/77)

El proyecto social de Monseñor Romero parte de un análisis de la situación salvadoreña y de los modelos de desarrollo propuestos. En enero de 1980 identificaba por lo menos tres proyectos económicos-políticos en pugna.

Uno de los ejes de su discurso estaba relacionado con la necesidad de alcanzar la paz.  Así afirmaba que, “…la raíz de toda violencia, de todo terrorismo, es la injusticia social de los pueblos, y que es un deber hacer funcionar las estructuras de un país para lograr el bien de todos. … Que hay unas estructuras que no funcionan en este bien común, es necesario, pues, cambiarlas.” (29/01/78)

Para esto era necesario hacer la Revolución que definía como, “sub-vertir el orden moral que domina el mundo. El mundo no dice: ¡Dichosos los pobres! El mundo dice: ¡Dichosos los ricos!, porque tanto vales, cuanto tienes. Y Cristo dice: Mentira, ¡Dichosos los pobres!, porque de ellos es el Reino de los Cielos…”

“ Hacer la revolución no es matar a uno que otro hombre porque sólo Dios es dueño de la vida. Hacer la revolución no es hacer pintas en las paredes ni gritar desaforados en las calles. Hacer la revolución es reflexionar proyectos políticos que estructuren mejor un pueblo justo y de hermanos…” (27/01/80)

Monseñor Arnulfo Romero sabía que el camino de la transformación debía recorrerlo el pueblo salvadoreño y latinoamericano, a partir de la organización. El rol de la Iglesia consistía en educar a los sujetos del cambio, acompañar el proceso organizativo y participar en la defensa de ese derecho fundamental a la vida feliz.

Predicaba a sus feligreses uno de los postulados más importantes del Encuentro de Medellín, “De nada sirve cambiar estructuras económicas, sociales, políticas, de nada sirven estructuras nuevas si no hay hombres nuevos… Un pueblo desorganizado es una masa con la que se puede jugar, pero un pueblo que se organiza y defiende sus valores, su justicia, es un pueblo que se hace respetar».

De obispo mártir a “San Romero de América” | Internacional | EL PAÍS

Canonización de Monseñor Romero

El 13 de mayo de 2015, San Romero fue beatificado por el papa Francisco, al reconocerse que fue asesinado «in odium fidei» (en odio por su fe), mientras oficiaba una misa.

La beatificación del santo de América representó un acto de justicia, no solo para la comunidad católica, sino para todos los salvadoreños, ya que se reivindicó la memoria histórica del país.

Durante años, la causa de beatificación estuvo bloqueada, por temor a una asociación con la teología de la liberación -movimiento al que el santo nunca perteneció-.

En 2017, el papa Francisco firmó los decretos que permitían la canonización de San Romero, decretos que reconocen el milagro atribuido a la intercesión del santo, como fue la curación de un cáncer incurable de una persona, sin explicación médica.

Beatificación de Monseñor Romero en San Salvador, 2015.| Foto: Reuters.

Monseñor Romero fue hecho santo por la Iglesia Católica el 14 de octubre de 2018.

Durante el acto de canonización el líder de la Iglesia Católica dijo que San Romero abandonó «la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos».

Asesinato de San Romero de América continúa impune

La investigación del asesinato del Santo a manos de un francotirador continúa estancada, así lo refleja la página de jesuitas.lat el 24 de marzo de 2021 a propósito de cumplirse en ese momento 41 años del crimen.

Señala la página que los abogados querellantes en la causa penal por el magnicidio de san Óscar Arnulfo Romero denunciaron que el proceso penal presenta obstáculos que no permiten avanzar.

Precisan que el Juzgado Cuarto de Instrucción de San Salvador dictó en mayo de 2017 la reapertura de la causa por el homicidio de monseñor Romero y en octubre de 2018 ordenó a la Fiscalía realizar una nueva investigación.

Sin embargo, los abogados de la organización Tutela Legal «María Julia Hernández» en un comunicado indicaron que entre los principales obstáculos en el avance de la justicia está la pasividad de la Fiscalía para procesar a los involucrados y la negativa del Estado a brindar información de archivos sobre el conflicto armado (1980-1992)».

La única persona juzgada está prófuga

Igualmente agregan que el proceso no presentan avances sustanciales en referencia a la investigación de los autores intelectuales y materiales del crimen y que únicamente se ha retomado la investigación contra uno de los implicados, que se encuentra prófugo.

Se trata del capitán Álvaro Saravia, único imputado en el proceso y por el que existe una orden judicial de detención.

«Exigimos solventar las tareas históricas pendientes en el caso, ya que el magnicidio de san Romero es un símbolo de la injusticia en nuestro país», recalcaron los juristas.

Vale destacar el informe de la Comisión de la Verdad de la ONU de 1993, con documentos desclasificados de los servicios secretos norteamericanos, que responsabilizan también a Robert D’Aubuisson -fundador de la Alianza Republicana Nacionalista- como cabecilla del martirio, además de creador y jefe de de los escuadrones de la muerte que asolaron al país en los 80.

El papa Francisco se reunirá con delegación de salvadoreños

Monseñor Óscar Arnulfo Romero

Fuente: Análisis /Telesur/ Óscar Arnulfo Romero a 35 años del magnicidio

Página: jesuitas.lat

Página vidanuevadigital.com

Fotos: Reuters, Diario Digital Nuestro País, Archivo.

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