ColumnasVenezuela

Un nuevo Narciso

#Opinión por Alexander Torres Iriarte

En el clásico trabajo de Leopoldo Zea titulado Conciencia y Posibilidad del Mexicano (1952) nos encontramos con una afirmación que nos invita a reflexionar; la aseveración en cuestión reza: “La agresión a España será el primer paso, el principio de todas las agresiones a pueblos y valores altamente proclamados: Todos los valores se invierten quedando como los más altos los que expresan el engaño, la insidia, la violencia y fuerza sin tapujo. No valen acuerdos, tratados, ni ninguna de las formas que habían hecho posible la convivencia internacional. Ningún pueblo de la tierra ya puede sentirse seguro ante agresiones que, sin causa alguna, pueden desatarse. Las mayores angustias y zozobras invaden a los pueblos y con ellos a sus hombres. La Segunda Gran Guerra se caracterizará por la violencia organizada, por las formas sutiles y bárbaras de que se sirve para acabar con el hombre, sin importarle en nada su situación individual: sus ideas, sus sueños y anhelos”.

Referíase el pensador mexicano a la coyuntura europea de 1936 y a la matanza apocalíptica que se desencadenaría en menos de un lustro. El europeo tenido como el único modelo universal del hombre -a secas y sin plurales o géneros- caía en desgracia. El hechizo terminaba. La “cuna de la civilización”, con toda su ciencia y tecnología, sucumbía ante una irracional carnicería: destruíos unos a otros. Lo patético es que hablamos de hechos que no exceden de un siglo, y que para desgracia mayor nos certifican -algo que ratificamos en la experiencia pandémica reciente- que lamentablemente estamos renuentes a sacar alguna moraleja de acontecimientos pasados, de aprender de la historia.

Al ver hoy a tipejos reaccionarios hablar sabihondamente de Inteligencia Artificial y luego actual como perros cuando se les mete la mano en el plato si de petróleo se trata, nos toma por asalto el escepticismo.

Es increíble que con toda la evidencia irrefutable estemos explicando incansablemente lo injusto y lo criminal de las acciones de los factores de poder que se han ensañado contra Venezuela. Es más insólito escuchar los “argumentos” -por ser condescendientes con el término- que dan los enemigos de nuestra Patria para justificar operaciones genocidas. Es la misma lógica del invasor hispano que hace más de cinco siglos, en nombre de Dios y el raciocinio occidental, exterminó ingentes poblaciones indígenas. Ahora pretenden que bajemos la cerviz ante estúpidos supremacistas que, desconociendo desde el sentido común hasta el más fundamental derecho internacional, vienen por nuestras tierras, nuestros recursos y nuestras dignidades muchas centurias más tardes.

Es el mundo al revés de Eduardo Galeano, en el cual el victimario es el mártir y quien se defiende es el agresor. Es toda una manera muy efectiva de acabar con los presupuestos basales de la convivencia mínima y para ello hay que embasurar cabezas y corazones, para ello hay que intituir la mentira como una verdad incuestionable, cotidiana, natural.

Dice en este ejemplar escrito Leopoldo Zea: “Ahora el europeo no es sino un hombre entre hombres; un hombre cuya cultura ha sido puesta en suspenso. Por primera vez se da cuenta de su radical soledad. Una soledad originada en su fatuo afán de sentirse como el hombre sin más. La soledad del que ha cerrado sus ojos al mundo que le rodea para extasiarse ante sí mismo como un nuevo Narciso”.

T/Alexander Torres Iriarte

¿Son huesos y no ratones?

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