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La Salud Colectiva como movimiento catalizador del nuevo tejido social y comunal en Venezuela

Un catalizador es una sustancia, simple o compuesta, que aumenta o reduce la velocidad de una reacción química, este proceso se llama catálisis. La palabra catalizador también se emplea para referirse a las personas que logran aglomerar diferentes movimientos para llevar a cabo una reacción colectiva de gran magnitud. (Ref. Significados.com)

Desde el movimiento de Salud Colectiva, se asumen históricamente retos y desafíos contra hegemónicos de gran magnitud, a través de disciplinas de la vida y de la ciencia, que emergen del calor de la lucha diaria de quienes militan dentro de un movimiento que parece insurgir a pesar de las dificultades y complejidades que impone la agenda actual del sistema mundo, que sin duda agoniza o agota un modelo, pero que por sobre las ruinas de su propio cadáver intenta impulsar un neo modelo más explotador y devastador.

Es desde la militancia social de la salud, que se propone desmontar el viejo estado, el viejo modelo de injustas desigualdades. En tiempos donde la Pandemia por Covid-19 hace interacción con las ya establecidas pandemias de la Diabetes, la pobreza, el VIH, entre otras, que se convierten en “Sindemia”, convoca urgentemente acciones colectivas de tender nuevos puentes de resistencia contra cultural, anti hegemónica que propicien nuevos modelos de organización, de los nuevos tejidos sociales que blinden las esperanzas y consoliden la unión.

“La pandemia por Covid-19 ha significado un costo muy alto en enfermedad y muerte para la población, especialmente para los sectores populares, las y los trabajadores, como históricamente ha sido, porque la distribución de la enfermedad y la muerte depende ineludiblemente de la clase social”.  Mauricio Torres-Tovar (1)

Desde la perspectiva social de la Salud vista desde los determinantes sociales, se proponen categorías distintas a las alineadas tradicionalmente, entre las que están una “epidemiología sin números” y crítica. “El descubrimiento de microorganismos causantes de enfermedad representa un innegable fortalecimiento de la medicina organicista. Las enfermedades de mayor prevalencia en la época, de naturaleza infectocontagiosa, favorecieron la hegemonía de ese modo interpretativo, entonces otra vez lo individual, ahora cientifizado, suplanta a lo colectivo en el abordaje de la enfermedad y sus determinantes” .  Naomar de Almeida Filho (2).

Sin duda la epidemiología tradicional y alineada, reduccionista al campo sólo biológico y numérico, científicamente fragmentado, propicia condiciones para la estructura que soporta y legitima al complejo médico industrial y la comercialización del ejercicio médico.

La bases de desmontaje del modelo hegemónico, se debe realizar sólo si además de dominar la técnica, podemos colectivizar los procesos, éticos, culturales, políticos sociales, bio sicológicos, con perspectivas de participación comunitaria y popular.

“El abordar entonces el territorio, demandaría una reorientación de la acción de la salud pública para actuar sobre la determinación social de los procesos salud-enfermedad y muerte, re-territorializando su intervención y superando su acción focalizada en la enfermedad y en el ajuste de los estilos de vida de los individuos” (3). El momento nos convoca a repensar desde el territorio como reorientar nuestras acciones para hacerlas transformadoras y “catalizadoras”, para acelerar los procesos que deban garantizar desde el territorio y la organización comunitaria, niveles de conciencia y organización que propicien cambios profundos, que logren demoler los cimientos del modelo hegemónico, con carácter incluso clasista, que ha predominado en el devenir de la historia y que ya es tiempo de demoler, por lo urgido que esta la humanidad de tener nuevos y mejores modelos de justicia social, sobre todo en el campo de la Salud y la vida.

“El gran evento de la Covid-19 ha implicado una reevaluación casi obligada de las prioridades, necesidades y problemáticas de la ciudad. Su relevancia radica en buena parte sobre el hecho de que este tipo de asentamiento humano se posiciona como el más importante del siglo XXI y que la Organización de Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO) considera el destino del 68% de la población para el 2050, de los cuales al menos un 50% se encontrará en espacios urbanos vulnerables (UNESCO, 2017) (4).  Ante el escenario Global, en el que los representantes del hegemón y las industrias que sostienen al sistema mudo Capitalista, anuncian su carácter posmoderno, de una “nueva normalidad”, nos preguntamos, desde los territorios donde sobrevivimos los de la clase social  históricamente explotada, ¿cuándo y para quién ha sido normal el sistema mundo? ¿Realmente hacia donde no está llevando ésta situación actual y sus complejidades?

Estas interrogantes sólo tienen respuestas desde la militancia social de la vida, que propone el fin de los modelos explotadores de la tierra y el abolir las clases sociales, como la vía para acelerar una sólida y verdadera consolidación de modelos de justicia social y emancipación que propicien nuevos y armónicos estadios saludables, no sólo biológicamente sino integrales.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 62 convoca una praxis impostergable para las realidades políticas y sociales en nuestro país. «Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos (…) La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo». Artículo 62 CRBV.

En la actualidad, en la nueva geometría del poder, a pesar de los fuertes embates que ha tenido Venezuela, se están generando nuevas formas de organización de los espacios y la territorialidad, una de ellas que ahora está en plena gesta es la “ley de las ciudades comunales”: “Desarrolla una nueva configuración jurídica, que pretende fortalecer a la ciudadanía y reconocer la unidad en la diversidad de los territorios comunales, a partir de unidades funcionales con criterios geohistóricos e identidad de sus habitantes, con la finalidad de consolidar y expandir los nuevos procesos sociales, políticos y organizativos, a fin de resolver las necesidades colectivas desde la práctica de los valores del Socialismo Bolivariano como son: la inclusión, el respeto, la diversidad, la pluralidad, el desarrollo del feminismo, y los aportes de los pueblos indígenas y afrodescendientes para la construcción de una sociedad más humana.”

Definitivamente es en el territorio donde deben ocurrir los cambios sólidos de los modelos contra hegemónicos, para garantizar continuidad histórica y constante cambio hasta propiciar estadios de “felicidad” y “buen vivir”. Es complejo, pero precisamente la epidemiología crítica y la medicina social, es y debe ser una practica desde las complejidades que amerita el momento histórico, desde lo integral.

“La epidemiología no es una disciplina lineal ni homogénea porque está inmersa en un debate epistemológico permanente de reflexión sobre su objeto de estudio, las teorías subyacentes y los paradigmas dominantes. En este sentido, su desarrollo está condicionado por las diferentes transformaciones sociales que tuvieron lugar a lo largo de la historia, las distintas visiones del mundo y las diversas coyunturas científicas por las que fue pasando el proceso de conocimiento (5).

La permanente reflexión y el debate, debe ser en el calor del territorio, esto no sólo permite alimentarse de la fuente de conocimiento que es el pueblo, sino que se alimenta y retroalimenta de fuentes y disciplinas que generalmente son excluidas en las estructuras formales del aprendizaje. Es romper el paradigma hegemónico del conocimiento que niega el “saber”,  que lo sataniza, que además usa el filtro “cartesiano” de una lógica reduccionista, que está planteado bajo la visión y la cultura eurocentrista, que mantiene formas de control cognitivo, en los que pudiéramos decir están sentadas las bases del “capitalismo cognitivo”.

Por.- Dr. Ricardo León

Maestrante en Salud Colectiva

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