El Sur

La frontera entre Colombia y Venezuela se calienta por las disputas armadas entre el ELN y desertores de las FARC dedicados al narco

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha declarado la guerra a un reducto de desertores de las FARC que no acataron el acuerdo de paz de 2016. Ya van casi 30 milicianos al servicio de los ex FARC muertos en la frontera con Venezuela. El Gobierno de Iván Duque mandó dos batallones, pero la experiencia muestra que esa no es la solución.

Mayerly Briceño González tiene 25 años y está harta. «¿Por qué nosotros?», pregunta. Es campesina, vive en el área rural del municipio de Tame, región del Sarare en el departamento colombiano de Arauca, fronterizo con Venezuela, y por segunda vez en su vida está sitiada por la guerra. En su vecindario nadie realiza sus habituales actividades cotidianas. Todo el mundo está encerrado en sus casas porque la orden de la guerrilla es no salir.

Así estaban las cosas en Tame el viernes 7 de enero, cuando ella fue panelista en un encuentro urgente por zoom que organizó WOLA (Washington Office on Latin America), una ONG estadounidense que hace veeduría a las políticas de ese país en el continente. Urgente, porque el 2 de enero fueron asesinados en puntos diferentes del Sarare al menos 27 personas, aunque se habla de decenas más. Los sicarios atacaron de manera simultánea hacia las dos de la madrugada. Sacaron a las víctimas de sus casas. «No hubo combates», los disparos fueron todos a corta distancia, según el fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa.

Esta vez es la guerra de una guerrilla de vieja data, el Frente Domingo Laín del Ejército de Liberación Nacional (ELN), contra una fuerza irregular emergente que está tomando fuerza, que se hace llamar Frente 10 de las FARC, y otras por el estilo, el Frente 45 y el Frente 28. Son excombatientes FARC que evadieron el pacto de paz firmado en 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos y optaron por permanecer en el negocio de la cocaína. Conocen y utilizan el lenguaje revolucionario.

Mayerly Briceño lleva la cuenta: la vez anterior fue hace 13 años, ella tenía 12. Su familia tuvo que huir con lo que llevaba puesto. La guerra entre el Domingo Laín y las FARC -en ese entonces las FARC de verdad- duró entre 2006 y 2011, y causó mil muertos, explica el ahora constructor de paz y ex guerrillero del ELN Luis Eduardo Celis. Fue una confrontación terrible entre gente que se conocía.

Ahora, el Domingo Laín acusa a los frentes de los ex FARC nada menos que de trabajar con el Gobierno y la inteligencia militar, y hasta con las agencias y los militares estadounidenses, lo que no es poco decir hoy en día, en plena frontera con Venezuela.

Los ex FARC responden que esa es la ridiculez más grande que han oído en su vida. Uno que habla en nombre del Frente 10 «de las FARC» se llama Anderson. «No matemos gente que no tiene nada que ver en este conflicto», lamenta, y asegura que los jefes del ELN se están matando entre sí.

El senador Pablo Catatumbo, de Comunes, el partido que surgió tras la inserción política de las FARC, fue más directo que los demás senadores en la audiencia especial sobre Arauca de la Comisión de Paz del Senado, también el viernes 7: «Esto empezó con un engaño», dijo, al descartar la versión oficial de que el segundo comandante del Domingo Laín fue asesinado en Venezuela y eso desató la vendetta.

El senador y exguerrillero, un buen conocedor de la situación, confirmó que el conflicto es por el narcotráfico, y puso el dedo en la llaga al inquirir por qué el ejército no persigue a esos frentes ex FARC.

«Lo que personalmente sí conozco es que (en la zona) hay un personaje que se llama Jerónimo (se hace llamar ahora «Arturo Paz»). Jerónimo es un desertor de las FARC que fue acogido por el grupo de Gentil y apoyado por el Ejército», manifestó el senador Catatumbo. Gentil Duarte es un negociador de las FARC que rechazó los términos del acuerdo y retornó a la guerra. Actualmente comanda el grupo más numeroso de las variopintas disidencias FARC y tiene tropas en expansión en el sur de Colombia.

Lo que está claro es que la actual confrontación en Arauca va a escalar, coinciden analistas, y es a muerte. Por lo pronto, los periodistas locales se han visto amenazados si no publican los comunicados de los bandos armados.

La Colombia de Iván Duque no tiene relaciones diplomáticas ni consulares con Caracas, lo que no hace sino complicar todo. Arauca, de casi 24.000 kilómetros cuadrados, la mitad del tamaño de Suiza, comparte 396 kilómetros de frontera con Venezuela. Es un departamento petrolero, pero lleno de carencias y abandono y en donde sí hay mejores carreteras que hace unas décadas, pero son para la industria petrolera.

T/Diario Público/LRDS

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