
La memoria nunca es espontánea, su carácter olvidadizo exige un esfuerzo evocativo. Es cierto que “recordar es vivir”, mientras que lo contrario es la muerte, esa muerte de las simples cosas que, como dice el poeta Armando Tejada Gómez, las devora el tiempo.
Por eso lo fundamental de Los lugares de memoria -que según Pierre Nora, van “desde el objeto más material y concreto, posiblemente ubicado geográficamente, hasta el objeto más abstracto e intelectualmente construido”- es disfrutarlos, defenderlos, vivirlos.
Los lugares de memoria pueden ser, por ejemplo, un monumento público, un personaje reconocido, un museo determinado, además de un acontecimiento sobresaliente, una institución o un bar. Pongamos por caso El Tenampa, en Ciudad de México.
El Tenampa es una afamada cantina situada en la Plaza Garibaldi. Abriría sus puertas el 22 de noviembre de 1925 por el jalisciense Juan Hernández Ibarra, convirtiéndose en una referencia obligada para la bohemia citadina.
Las agrupaciones que plantarían bandera en los años iniciales del Tenampa serían la de Concho Andrade, el Mariachi Coculense de Cirilo Marmolejo, Mariachi Reyes y más tarde el Mariachi Vargas de Tecalitlán.
Con El Tenampa comenzaría el mariachi a hacerse predominante como símbolo de la “mexicanidad”.
Al tiempo la popularidad del Tenampa iría en aumento hasta alcanzar el estatus de la taberna más célebre del país lindo y querido, y además de terreno de culto e inspiración para las luminarias del Cine de Oro Mexicano: desde José Alfredo Jiménez, pasando por Tito Guízar y Cornelio Reyna. También, Chavela Vargas, Lucha Reyes, Lucha Villa, Lola Beltrán, Frida Kahlo y paremos de contar, dejarían sus huellas imborrables. Asimismo, El Tenampa sería escenario de grandes filmes, tales como Dos tipos de cuidado, Gitana tenías que ser, y El portero; hablamos de películas estelarizadas por Jorge Negrete, Pedro Infante y Cantinflas, respectivamente.
Son emblemáticas las estrofas de José Alfredo Jiménez interpretadas por Pedro Infante, aludiendo a este santuario del despecho: “Cuál cariño es el que dices/Que te di con toda el alma/ Cuando abriste tú conmigo/ Las persianas del Tenampa”. O aquella letra de Cornelio Reyna: “Ah, cuántas veces me han sacado del Tenampa/Ya bien borracho y con un nudo en la garganta/ Voy por la calle cantando mis canciones/ Y los mariachis van pisando mis talones”. Asimismo, no podemos dejar de mencionar la melodía coreada por José José y Juan Gabriel que reza: “Aquí estoy en el Tenampa,/El mariachi toca y canta/Y el me ayuda a olvidar/Y al cantarme estas canciones,/Todas mis desilusiones, poco a poco se me van/ Es mi amigo el cantinero,/ El ya sabe a quien yo quiero/Y el porque vengo a tomar…”
El Tenampa es un fenómeno cultural que expresa la reminiscencia colectiva y la identidad mexicana y nuestroamericana.
Consideramos que es burdo desconocimiento calificar lares tan representativos -verbigracia, El Tenampa- como simples antros de maleantes, o de sujetos pasados de moda. No discutimos gustos, sino la falta de sensibilidad.
Por eso, El Tenampa, en su centenario, sigue siendo un espacio que nunca fenecerá mientras haya un motivo para soñar o para querer: “En el Tenampa se recuerdan muchas cosas/Y los mariachis son los amos y señores/Te tomas cuatro, cinco, veinte o treinta copas/Y las canciones te recuerdan tus amores”.
T: Alexander Torres Iriarte/Últimas Noticias





