
Hace una semana celebramos el Día del periodista, hoy conmemoramos un año más de nuestra Declaración de Independencia, es oportuno evaluar un documento publicado en ese instrumento nacido al calor de nuestra lucha anticolonial, bajo la idea de que “la imprenta es tan útil como los pertrechos”: El Correo del Orinoco, un esfuerzo editorial impreso en Angostura, herramienta estratégica para exponer la verdad de Nuestroamérica.
El Correo del Orinoco, en su número 110, fechado el sábado 21 de julio de 1821, evocaba una década de nuestra histórica determinación de romper las ataduras del imperio. Con su grafía característica decía: “Este día recuerda á Venezuela la época mas brillante de su elevacion y de su gloria, en que los Representantes del Pueblo, intérpretes de su voluntad soberana, la ostentaren a la faz del Universo, no ya como la esclava sumisa de la España, sino como una Nacion libre é independiente: dia mil veces venturoso, donde quiera que respire un Venezolano, celebrará perpetuamente tu aparicion en la inmensa carrera de los tiempos; y quando la suerte le prive de mezclarse en los festivos aplausos de las Ciudades, su corazon te saludará con las dulces efusiones del enternecimiento”.
Especial interés nos despierta su muy optimista recordatorio de momentos aciagos, pues, a menos de un mes la victoria había sonreído al bando patriota en el campo de Carabobo, y ya, con cierto regocijo, se podía columbrar críticamente un esfuerzo difícil, la labor de no estar tutelados por aquellas fuerzas que “conspiraron á completar la obra funesta de nuestra ruina y exterminio”.
Por supuesto, era otra España, más conciliadora, que en menos de un año había negociado la imperativa paz en los Tratados de Trujillo, armisticio y regulación que siempre favoreció el liderazgo del ahora -no insurgente, no facineroso, no faccioso, no vandálico- presidente de Colombia, el señor general Simón Bolívar.
Indica, además, esta pieza digna de ser conocida en esta efeméride tan significativa por el comienzo de nuestra vida republicana: “Vencidos, pero no subyugados, oprimidos mas no humillados, perseguidos y nunca deshonrados, hemos exhibido al mundo el exemplo mas prodigioso de magnanimidad, de firmeza de constancia”.
Hablamos de una corona menos altanera, controlada por liberales que revertían medidas absolutistas contra estos territorios. Un reino, por cierto, muy revolucionario hacia adentro, pero muy conservador hacia afuera: “La España, entretanto, arrastrada por el vórtice de las revoluciones que han señalado en Europa los principios del actual siglo, nos ha dado lecciones provechosas para resistir al poder arbitrario. Pero ¡ah! bárbaramente injusta, ella es libre, quiere que permanezca esclava la América: ama la Yndependencia, mas la aborrece en sus propios hermanos”.
Sugestivo el balance que se hacía de una España empeñada en reducir a América a las cadenas como ayer no más, cuando “vanas e ilusorias han sido todas sus tentativas”.
El Correo del Orinoco cerraba con una afirmación muy actual: “Nosotros imperturbables, hemos continuado la marcha por el sendero en que nos han guiado el honor y la virtud; comenzamos a recoger el fruto de nuestras fatigas, y ya divisamos el punto, de reposo, en que, sentados á la sombra del árbol de la victoria, podremos entonar himnos á la Paz de LA YNDEPENDENCIA”.
T/Alexander Torres Iriarte