Columnas

Expresiones neonazis también en los noticieros

Por Fernando Buen Abad

Un logro notorio del neo-nazi-fascismo, que eclosiona cotidianamente mientras nos descuidamos, es la cantidad y la diversidad de sus disfraces. Asalta por aquí como cantante, allá como académico, más allá como noticiero. Crea semiósferas de odio y destapa ansiedades de exterminio largamente añejadas en las barricas del mundo del espectáculo.

Como en Hollywood. Incluido el show de las noticias. Eso se explica, incluso, por las tantas decepciones y frustraciones acumuladas por los pueblos. “el fascismo, en tanto que movimiento de masas, es el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria”. L. Trostky. Alertas todos.

Umberto Eco se desgañitaba y parece que fue inútil. Una y otra vez advirtió la guerra descomunal por el sentido que viene usurpando el neo-nazi-fascismo en todo el planeta. Una especie de revancha reloaded infestada por laboratorios de guerra psicológica que desparraman sus “matrices ideológicas”, a diestras y ultra-diestras, mientras miramos atónitos el horror como si fuese un espectáculo más entre avisos comerciales.

Esa advertencia no exclusiva de Eco posee vigencia, ubicuidad y advertencias. Hoy está mas claro lo que denunciaba Eco que entendía que el néctar neonazi se inocula desde las “vías lácteas” originarias, aunque se ha fortalecido y vitaminado para las juventudes desnutridas de memoria. No carentes de tóxicos ideológicos mediáticos. No es lo mismo.

Hay que poner atención especial a los modelos informativos burgueses que operan, por todos los medios (así se llamen “redes sociales”) para explicar, y explicarse, cómo el neo-nazi-fascismo, en su amplitud y en su profundidad, es hoy capaz de infiltrarse bajo mil disfraces y proyectarse cotidianamente hacia el futuro y camuflar el miedo burgués con altanería criminal. Intolerancia y odio disfrazado de pensamiento “progresista” y “civilizatorio” para seres “superiores”.

Un modelo ideológico opresor capaz de actualizarse permanentemente sin dejar de ser “tradición añeja” y fatalidad represora. Modelo para eliminar personas, culturas, generaciones. Modelo con muchos rostros (y nombres) en una misma “sustancia” macabra inmutable. Y, por si fuese poco, con ribetes internacionales, pero sin perder sus bucles locales.

Lo pasan por la tele. Sigue siendo racista, negacionista, esclavista, supremacista… criminal en la teoría y en la práctica. Y ahora también se hace el chistoso, el exhibicionista, el irreverente, el “snob” imitable. Cuenta con animadores en la farándula, ministros, cancilleres, jueces, periodistas y presidentes. Desembozadamente. Ya no se avergüenzan, ahora se pavonean. En los cinco continentes.

Rinden pleitesía fanática a: 1) el culto a la tradición y la pesquisa de una hipotética verdad primitiva; 2) la negación de la modernidad y del racionalismo; 3) el empirismo dogmático; 4) la satanización del pensamiento crítico; 5) el repudio a la diferencia; 6) el chauvinismo y la xenofobia; 7) la lógica de la persecución permanente; 8) el desprecio por la debilidad; 9) el amor por el machismo… y algunas otras perversiones más adaptadas a “los tiempos” y para travestirse en la semántica, en las formas y en las interrelaciones sociales como un baluarte histórico capaz de poseer, no un uniforme opresor único sino en convertirlos todos en muestrario con uniformes de la nueva diversidad neo-nazi falsa.

En los noticiaros burgueses, en todas sus mesas de redacción, se elige para “informar” un mundo cuya elección e información ya contiene el desprecio nazi-fascista por lo distinto, lo pobre, lo negro, lo débil, lo feo. Ellos dicen que son superiores moral y estéticamente. Y le ponen interés enfático al aspecto moral, ideológico y psicológico del fascismo y su base económica, material y concreta en la pachanga ideológica desmoralizadora y saqueadora contra la clase trabajadora, de los sectores proletarios y pequeño-burgueses. Los noticieros propagadores del nazi-fascismo son especialmente auspiciados por ciertas burocracias acomodaticias a las que da lo mismo servir a cualquier criminal.

Hasta la fecha. En un lugar primerísimo del fascismo mass media sobresale el empeño fanático de los noticieros burgueses en debilitar la democracia para beneplácito de los fascistas más nuevos. Sin exagerar. Ganan mucho dinero en ello.

Además, en lo peligroso de la vigencia del fascismo y su multiplicidad de disfraces inoculados en las cabezas de todo mundo, hay que destacar las voces que llaman a combatirlo incluso con una semiótica emancipadora que abra espacio para recordar, por ejemplo, la propuesta de combatir al fascismo desde un frente único de los trabajadores convocando a millones de personas dispuestas a desnudar al “uro-fascismo” y a la mayor cantidad de sus “mutaciones” invisibles en la vida cotidiana. Y es que, en la práctica, millones de personas hoy están dispuestos, por ejemplo, a votar por el fascismo en las urnas sin importar la realidad que los asfixia, llevados por un “síndrome de Estocolmo” electoral y sintiendo cierto placer morboso por ejercer el voto con irresponsabilidad desinformada.

Solo porque es una moda de los “medios”. ¿Estamos exagerando? “la desesperación contrarrevolucionaria se ha apoderado de la masa pequeñoburguesa con tal fuerza que ha arrastrado tras de sí a capas importantes del proletariado”. L. Trotsky.

A la democracia, amenazada incluso desde los noticieros, las agencias publicitarias y las empresas encuestadoras, se rinde culto a un conjunto complejo de destellos fascistas que comienzan por reducirlo todo a la “simpatía” de la mercancía ideológica llamada “libertad”, “cambio”, “futuro”. Han hecho de las mentiras un atractivo bumerang que permite prometer las más descabelladas e improbables realidades a sabiendas de que harán exactamente lo contrario. O que harán nada.

En noticieros dominados por el despotismo o fanatismo, se coagula estentóreamente un programa neo-nazi-fascista donde, los periodistas adoran la tecnología para hacerse “populares” ante las masas, mientras recitan, con orgullo amnésico, carretadas de “fake news” donde la vida se protagoniza como en un capítulo de reality-show de “gente de bien”. Así se hacen llamar entre ellos mismos.

Venden su libertad de palabra, de prensa, de relato político solo para perseguir y condenar “al otro”. Ese nazi-fascismo nos rodea, a veces con trajes elegantes y con apariencias bonachonas o como entretenimientos inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas “nuevas”, cada día, en cada lugar del mundo. También con auto-crítica. Así sea entre líneas de canciones, en fotos de paisajes, en oraciones o en tele-series. Así sea en el peinado y en el vestuario, en las teorías y en los métodos científicos, en los horóscopos o en las noticias deportivas.

Así sea en los tatuajes, en refranes familiares, en los libros para la juventud o para la infancia… así sea en las “historias de amor” o en los “buenos propósitos”. Hay que desmenuzar al neo-nazi-fascismo, así sea sólo para constatar cuánto de sus dichos están exagerando los hechos. Sin exagerar.

T: Fernando Buen Abad. Intelectual y escritor mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía./ Alma plus tv/LRDS

 

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