Cinco años después del final del mandato de la Misión de Naciones Unidas en Haití (Minustah), el espectro de una intervención militar extranjera vuelve a sobrevolar el país, cuando aún sigue el recuerdo de una operación que estuvo rodeada de violaciones a los derechos humanos.
Henry Boisrolin, referente del Comité Democrático Haitiano en Argentina, explicó en el programa Macondo cuál es la situación en Haití, donde hoy por hoy una insurrección popular exige no solo la caída del primer ministro Ariel Henry sino soluciones profundas sin una intervención extranjera.
«Estamos en presencia de la descomposición de un sistema neocolonial. ¿Dónde arrancó ese sistema neocolonial? Desde la ocupación militar norteamericana de 1915 hasta 1934. Durante esos 19 años impusieron estructuras exclusivamente al servicio de los intereses del imperialismo y de la élite económica repugnante haitiana. También asignaron a Haití un rol en la división internacional del trabajo, que es productor de mano de obra súper barata. Y esa es la base explicativa del enorme empobrecimiento del pueblo haitiano. No es cierto que Haití sea el país más pobre, sino el país más empobrecido».
Para el activista, hoy el pueblo expresa en la calle «que los de abajo no quieren seguir viviendo como antes y también los de arriba no pueden dirigir como antes. Estamos en plena crisis que amenaza, que pone en jaque al sistema neocolonial«.
Boisrolin explica que justamente para poder salvar ese sistema neocolonial y para poder reproducirlo han recurrido muchas veces a dictaduras, golpes de estado, manipulación de elecciones, invasiones, ocupaciones, misiones, etcétera.
Las razones ocultas para la intervención militar extranjera
Para el entrevistado esta intervención está motivada «porque creen realmente que hay que romper la espina dorsal del movimiento popular, hay que derrotar a la insurrección popular. Ese es el objetivo fundamental para salvar el statu quo, para mantener ese sistema neocolonial».
«Hay que ver el objetivo principal, porque muchos acontecimientos a veces tapan el bosque y no podemos ver lo que está pasando», reflexiona Boisrolin, pero prosigue esperanzado afirmando que «esta vez la intervención va a tener un serio problema porque se está asistiendo a través de esta nueva insurrección popular a un salto cualitativo enorme en cuanto al nivel de conciencia antiimperialista y anticolonialista del pueblo haitiano».
Haití no necesita una nueva intervención, sino recuperar su soberanía y autodeterminación para conducir al país a la senda del desarrollo.
El pasado 24 de octubre los ciudadanos volvieron a llenar varias calles de la ciudad con cantos de “Aba lokipasyon” (Abajo la ocupación) y “Viv souverènte” (Viva la soberanía) ante la amenaza de que tropas extranjeras lleguen a suelo nacional.
T/ Caras y Caretas/ LRDS