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La «Alternativa Social Mundial» y la Diplomacia de los Pueblos, como vía para la Transformación del Sistema Internacional.

Los días 18 y 19 de abril de 2024, se llevó a cabo en Venezuela un importante encuentro con representantes de movimientos sociales, intelectuales, partidos políticos y movimientos de solidaridad, de más de 80 países del mundo. Se debatió sobre los retos y desafíos que deben enfrentar nuestros pueblos en el marco de un proceso.

Los días 18 y 19 de abril de 2024, se llevó a cabo en Venezuela, la Alternativa Social Mundial, un importante encuentro con representantes de movimientos sociales, intelectuales, partidos políticos y movimientos de solidaridad, de más de 80 países del mundo. Se debatió sobre los retos y desafíos que deben enfrentar nuestros pueblos en el marco de un proceso de decadencia imperial que pone en riesgo la humanidad misma.

La lucha contra la securitización, la lucha contra el cambio climático, la lucha contra la pobreza, la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos, la lucha contra la dictadura del capital a nivel global, el respeto a la diversidad cultural, entre muchos otros aspectos, fueron debatidos ampliamente por más de 280 delegados y representantas de las fuerzas populares de todos esos países del sur global (entendiendo el sur como algo metafórico inherente a los pueblos que luchan contra el imperialismo, la exclusión y la explotación en cualquier parte del mundo, incluso si están en el norte geográfico).

Este encuentro organizado por el Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos y por la Alianza Bolivariana para los Pueblos (ALBA-TCP), contó con la participación de la Vicepresidenta Ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, y con el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolas Maduro Moros, y se planteó una agenda concreta para articular, materializar las demandas de los pueblos en el marco de la batalla global en contra del hiper-imperialismo y el decadente capitalismo.

Desde el punto de vista de Venezuela, la construcción de un nuevo orden internacional, pasa por la consolidación de la pluripolaridad y el multicentrismo, lo cual necesariamente implica el reconocimiento de la diversidad cultural, política y social, la lucha contra la homogeneización cultural del neoliberalismo, que se sigue manifestando de formas cada vez más violentas y excluyentes. También implica el reconocimiento del ser humano como sujeto transcendental para gestar los cambios que se requieren a nivel internacional y global, por lo que la diplomacia de los pueblos es una herramienta fundamental para enfrentar la complejidad del mundo de hoy.

Cada día vemos con mayor claridad como el sistema internacional se ve superado por la ambición de las elites imperiales. Los organismos internacionales y las normas consensuadas por todos los Estados, establecidas en la Carta de las Naciones Unidas y otras normas internacionales, no son suficientes para poder mantener la paz, mucho menos para corregir las desigualdades históricas y la exclusión progresiva a nuestros pueblos.

El Comandante Hugo Chávez, siempre lo tuvo claro, denunciando que era necesario abrir y fortalecer los espacios en los que los mismos pueblos son los que debaten y señalan el curso a seguir por la vía institucional para prevenir que el mundo siga saltando de “abismos en abismos”. Por eso, hay que luchar por abrir las discusiones excluyentes que se dan en el seno de los organismos internacionales y que pretenden regir el futuro del mundo y de nuestros pueblos para que sean nuestros pueblos los que decidan el mundo en el que queremos vivir.

Y no señor, no son las Organizaciones No Gubernamentales coptadas por el capital para lavarle la cara a los intereses de las corporaciones, las que deben tener voz y voto en las discusiones. Hay que democratizar la participación de los pueblos del mundo en los organismos internacionales, liberar las trabas extremadamente restrictivas, impuestas para garantizar el control del discurso, y abrir estas organizaciones a la participación popular como único medio para garantizar la legitimidad de un sistema cada día más excluyente y elitesco.

En estos últimos meses hemos visto al secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, convocando el desarrollo de una Cumbre por el Futuro, hablando del “agotamiento de un sistema financiero que en nada obedece a los intereses de los países en desarrollo”, hablando de la necesidad del desarrollo de negociaciones intergubernamentales para materializar “reformas” al sistema de naciones unidas.

Pero en esta Cumbre, parece que los únicos que no somos convocados somos los pueblos. ¿Como se puede obtener un resultado justo si en su proceso de gestación no se aplican metodologías que garanticen la participación de todos los actores de forma justa? Se demanda cada vez más participación de “actores emergentes” en los procesos de debate de problemáticas a nivel global, como por ejemplo las corporaciones, el sector privado, las organizaciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, pero en nada se abre el compás para la participación de forma igualitaria, en condiciones justas, de los movimientos sociales, y representantes del poder popular organizado del sur global.

La participación de los pueblos esta siendo limitada por mecanismos excesivamente restrictivos, que la reducen a las llamadas “organizaciones de la sociedad civil”, que en su gran mayoría son la representación de los intereses del capital transnacional para participar en estos debates y modelar la reforma institucional. Incluso los Estados ven su espacio de toma de decisiones cada vez mas reducido, pero eso no se traduce en mayor participación de los pueblos, todo lo contrario.

Frente al abismo que propone el capital, del secuestro definitivo de estos espacios, se debe proteger el rol de los Estados en el marco de la toma de decisiones en los organismos multilaterales, porque al día de hoy, son los Estados los que pueden establecer barreras al neoliberalismo y proteger el pueblo. Por ello, una vía que hay que preservar para la institucionalización del pensamiento progresista sigue siendo a través de la revolución del pensamiento político de los Estados que participan en las negociaciones internacionales.

Que esos Estados, como el caso del Estado venezolano, sean uno con el pueblo, al momento de formular sus posiciones nacionales, sus políticas y sus demandas institucionales. Y en ese contexto, iniciativas como la promovida por el Instituto Simón Bolívar y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, juegan un papel fundamental en la consolidación de esa Alternativa Social Mundial, que pueda debatir, organizar y luego institucionalizar, las posiciones de nuestros pueblos para incidir en el proceso de reconfiguración del poder a nivel global.

Históricamente ha sido una premisa de la Revolución Bolivariana brindar más poder a los pueblos, y la visión internacionalista significa reconocer que las preocupaciones e intereses de nuestro pueblo venezolano no son únicas en el mundo, así que tampoco podemos estar solos en la definición, e implementación de estrategias para garantizar una verdadera transformación, sigamos fortaleciendo esta Alternativa Social Mundial.

T/Geopolítica al Día/LRDS

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