La visita de Orbán a Moscú desata la ira de Bruselas y Putin le marca otro tanto a la OTAN y la UE
La reunión entre Orbán y Putin abre una profunda fisura en la UE y le da a Rusia una victoria más en su pelea contra el aislacionismo a que le ha sometido Occidente.
El presidente Vladímir Putin ha sumado esta semana dos victorias a la afilada diplomacia rusa. Tras imponer en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) una imagen de unidad con China y otros países asiáticos contra el hegemonismo occidental, su cordial reunión este viernes en Moscú con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, le permite a Putin introducir una cuña de discordia en el corazón de Europa, en un momento de gran conmoción política.
Las elecciones en Francia y Gran Bretaña han sacudido los cimientos políticos en estos dos países que lideran la OTAN en Europa. El riesgo de que gane la extrema derecha francesa la segunda vuelta de los comicios y la victoria laborista en Reino Unido, con la debacle de los conservadores partidarios del militarismo más intransigente en Europa, plantean incógnitas en el conflicto de Ucrania y en el sistema de seguridad del viejo continente.
Si a esto se unen las dudas crecientes sobre la conveniencia de que Joe Biden siga siendo el candidato republicano a los comicios presidenciales de noviembre en Estados Unidos y que ello derive en la victoria de Donald Trump, con una inquietante cercanía hacia Putin, se tiene la tormenta perfecta de inestabilidad que siempre ha buscado Rusia en su relación con sus contrincantes geopolíticos.
🇭🇺🇷🇺 Orban considera que Hungría será pronto el único país de Europa que podrá dialogar con Rusia pic.twitter.com/fJ4QqWlxXe
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) July 5, 2024
La diplomacia asimétrica del Kremlin
Esto ocurre cuando Putin ha salido reforzado en Asia, gracias a la cumbre de la OCS celebrada el jueves en Astaná, Kazajistán, y espera esta semana próxima la visita a Moscú del primer ministro indio, Narendra Modi, con quien tratará las repercusiones de la guerra en Ucrania en el llamado Sur Global de países emergentes.
Pero, sobre todo, con Modi el presidente ruso abordará la cooperación en materia de defensa y energía entre los dos países, siendo Rusia un proveedor destacado de armas y tecnología militar para la India, así como de gas y petróleo a precios de saldo como parte de la estrategia rusa de diversificar sus ventas de hidrocarburos a consecuencia de las sanciones occidentales y el corte del suministro a Europa.
Modi es consciente de que Rusia no ha perdido el protagonismo internacional ni se ha desgastado militar o económicamente, como pretendían los aliados occidentales de Ucrania. Por el contrario, tal y como dejó claro la cumbre de la OCS en Astaná, ese país y China quieren encabezar una visión multipolar de las relaciones internacionales contrapuesta a la unipolaridad liderada por EE.UU. y su bloque de aliados en la OTAN, en la UE y en Extremo Oriente, con Japón y Corea del Sur.
En la capital kazaja, Putin subrayó que las relaciones con China «atraviesan su mejor momento» y el presidente chino, Xi Jinping, avaló la posición multipolar del líder ruso, respaldó unas conversaciones de paz sobre Ucrania en las que obligatoriamente estuviera Rusia e instó a los socios asiáticos de la OCS a «resistir a las interferencias externas», en referencia a los intentos de Washington de extender su patrocinio asiático.
La OCS fue creada en 2001 para expandir la colaboración en seguridad regional y la lucha contra el terrorismo, el extremismo religioso y el separatismo, y está integrada por China, India, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán, Uzbekistán y Bielorrusia, país que se unió oficialmente a ese organismo este jueves.
El cortejo ruso a Hungría
Pero si hay que atribuir a la diplomacia del Kremlin un éxito sin parangón que ha descolocado a sus contrincantes occidentales es la visita que este viernes realizó a Moscú el primer ministro húngaro, llevada con bastante opacidad por el Gobierno de Budapest, por lo que ha desatado todas las iras habidas y por haber en Bruselas, tanto en la UE como en los cuarteles de la OTAN.
Tanto la cúpula de la UE como la de la OTAN subrayaron casi a voz en grito que el rebelde Orbán no hablaría en Moscú en nombre de esas organizaciones, sino de la propia Hungría, pues estaba tratando prácticamente con un estado enemigo de la Europa defensora de Ucrania.
Por supuesto, el primer ministro ultraderechista hizo caso omiso de las demandas que le hicieron el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, o el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quienes pusieron el grito en el cielo ante las libertades «negociadoras» que se arrogaba Orbán, para más inri en un momento sumamente complicado para la Alianza y a menos de cuatro días de que empiece la cumbre atlántica en Washington.
Orbán dio incluso un paso más allá y no dijo que representaba a la OTAN o la UE sino a todo el continente europeo. Seguidamente pasó a tratar con Putin el tema tabú que en Bruselas no quieren ni que toque el líder húngaro, es decir, la guerra de Ucrania. Un conflicto para el que el primer ministro magiar tiene sus propias ideas, más cercanas a Putin que al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Mandatario al que, por cierto, ya visitó el pasado 2 de julio como uno de los actos inaugurales de Hungría al frente del Consejo Europeo durante el segundo semestre de 2024. El Gobierno ucraniano protestó este viernes por la reunión de Orbán y Putin, se quejó de que Budapest no le hubiera pedido permiso al respecto ni que tampoco hubiera coordinado lo que se habría de decir en Moscú.
Mediación con Kiev
Unas quejas un tanto extrañas, porque hace unos días Orbán le ofreció a Zelenski mediar en la guerra y alcanzar un alto el fuego cuanto antes, y el líder ucraniano se negó a ambas propuestas. Y lo que hizo Orbán este viernes fue precisamente tratar de mediar y abogar por la necesidad de un armisticio, o al menos de una tregua duradera, en Ucrania.
El líder húngaro tampoco es persona a la que se pueda ordenar nada, más aún si las órdenes llegan del líder de un país, Ucrania, que en la última década se ha caracterizado por la represión cultural, lingüística y política de la minoría húngara que allí vive.
T/Diario Público/LRDS