La pandemia del COVID-19 y las medidas tomadas en casi todo el mundo para tratar de enfrentar la situación, han traído consigo conflictos sociales colaterales de diverso tipo, es una coyuntura compleja para la humanidad en su conjunto.
A veces lo que no está en los titulares y no está a flor de la sensibilidad, puede ser más doloroso, así como peligrosamente oculto, ante otro peligro que resulta más evidente.
En Perú, por ejemplo, las mujeres cargan con un secreto terrible durante la pandemia: las desapariciones. Desde marzo cuando comenzaron las medidas de distanciamiento social se han registrado en ese país sudamericano 1.200 desapariciones, una buena parte, niñas y adolescentes.
La triste estadística también señala que las denuncias por abuso sexual contra niñas y adolescentes alcanzó las 600.
Ya es un lugar común afirmar que la pandemia nos puede afectar a todos por igual, ahora hay que tener claro que la cuarentena afecta a unos más que a otros, causan dolor a unos más que a otros.
Por ejemplo, el contexto de la Lima metropolitana implica cifras que llaman la atención, como que por ejemplo el déficit habitacional alcance el 51% de las necesidades de vivienda. Esto obviamente implica a centenares de miles de personas viviendo en hacinamiento, por supuesto, con énfasis en las barriadas más pobre de la capital.
Pueden a hacer llamados al Estado para que actúe, a que la justicia sea más severa, a que los servicios de prevención sean más efectivos, lo que sería imposible que se solucione durante la cuarentena es resolver lo estructuralmente excluyente: la carencia del derecho a la vivienda, el machismo sembrado y multiplicado históricamente por los medios de comunicación y la hegemonía patriarcal, entre otros aspectos.
La desaparición de mujeres no está incluido entre las política contra la violencia de género contempladas en el ministerio de la Mujer peruano. La Defensoría del Pueblo ha solicitado que se incluya.
Allí se destaca por ejemplo, que “la desaparición de mujeres perpetradas por particulares constituye una violación de derechos humanos. No obstante, dentro de la legislación nacional no está reconocida de forma expresa como una forma de violencia contra las mujeres. Pese a ello, es una problemática que va en aumento, así tenemos que en el periodo del 2016-2017, se registró un total de 1.109 denuncias de mujeres desaparecidas cifra que se ve altamente superada en el año 2019, al registrarse 2.236 reportes por desaparición de mujeres”.
Para 2020, todo indica que la situación será peor. Esperamos que más pronto que tarde, el secreto de las mujeres peruanas sea sólo la flor de la canela.
T/ Chevige González Marcó/ LRDS