
Este 11 de septiembre, Latinoamérica tributa la memoria del presidente mártir Salvador Allende, al cumplirse 52 años del golpe de Estado militar, impulsado por los Estados Unidos en Chile, cuyo legado de revolución pacífica, democrática, justicia e igualdad se mantiene vigente en las luchas contemporáneas de las nuevas generaciones.
Salvador Allende, médico de profesión, marcó un hito en la vida política de Chile al convertirse en el primer socialista en ser elegido presidente de un país latinoamericano mediante el voto popular, como candidato de la coalición de izquierda de Unidad Popular (UP).
La victoria electoral de Allende en 1970 se da en el contexto político de un país que había mantenido una democracia estable por décadas.
La historiadora María de Jesús Daza explica que, el presidente Allende durante su mandato impulsó la reestructuración de la sociedad chilena, “siguiendo los principios socialistas, manteniendo la democracia, las libertades civiles y el debido proceso legal”.
«Sin embargo, sus esfuerzos por redistribuir la riqueza provocaron reacciones de los partidos opositores que desembocaron en el estancamiento de la producción, la escasez de alimentos, el aumento de la inflación y huelgas generalizadas», puntualizó.
La CIA y la campaña encubierta de EE.UU.
Daza señala: «Sin la posibilidad de controlar a sus partidarios radicales, alejó a la clase media. Sus políticas llevaron a una campaña encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos para desestabilizar su gobierno».
La presidencia de Allende se centró en la propuesta de la “Vía Chilena al Socialismo”, que pretendía lograr la transformación socialista mediante la vía constitucional y el apoyo de la clase media.
«Entre sus reformas claves se encuentran la nacionalización del cobre, la reforma Agraria acelerada, los avances sociales como la distribución gratuita de leche, expansión educativa y editoriales populares, como Quimantú», señaló.
La Editora Nacional Quimantú se propuso la democratización del libro y la lectura mediante una política de producción masiva y distribución de bajos costos para llegar a los trabajadores y trabajadoras, estudiantes, jóvenes, niños y niñas.
Las tensiones aumentan, exacerbadas por el malestar interno, una coalición dividida, la oposición del Congreso, las dificultades económicas, y la intervención de los Estados Unidos, que al oponerse a la agenda socialista de Allende financió a los sectores opositores y el golpe de Estado.
La Administración del presidente Richard Nixon veía a Salvador Allende y su gobierno como una amenaza directa a Estados Unidos, debido a su modelo socialista y su cercanía a la Unión Soviética, en plena Guerra Fría.
Estados Unidos consideraba inaceptable que el gobierno socialista de Salvador Allende pudiera llevar a la consolidación de otros gobiernos de izquierda en la región.
Más de una década de represión y miedo
“Tras el Tanquetazo del 29 de junio de 1973 –intento fallido de golpe de Estado-, y el fracaso de un plebiscito para resolver la crisis, el 11 de septiembre Augusto Pinochet bombardeó el Palacio de La Moneda”, destaca la historiadora.
El golpe de Estado militar del 11 de septiembre de 1973, resultó en la muerte de Salvador Allende y en el establecimiento de la dictadura de Pinochet durante 17 años, “con violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos”, destaca María Daza.
El dictador Pinochet, avalado por Estados Unidos, dominó al país a fuerza de represión y miedo, dejando una herida profunda en la sociedad chilena, al tiempo que desmanteló las conquistas sociales alcanzadas durante el gobierno de Allende.
El fracaso neoliberal
La fechan infame de la historia latinoamericana nos recuerda el proceder del pensamiento hegemónico antipopular, además muestra el fracaso de las políticas neoliberales implementadas por la dictadura de Pinochet, que resultaron en un aumento de la desigualdad y la pobreza en Chile.
Las promesas del capitalismo se desvanecieron, dejando una estela de sufrimiento y descontento en la población.
«El 11 de septiembre de 1973, «las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor», fueron cerradas. En Venezuela, desde antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, Estados Unidos ha empleado todo un arsenal para frenar la Revolución Bolivariana y no ha podido. La resistencia sustentada en los poderes creadores del pueblo, las luchas feministas, la conciencia robinsoniana, la unión cívico-militar-policial zamorana y la doctrina bolivariana lo impiden», escribió el escritor Alí Rojas Olaya, en un diario de circulación nacional, hace un par de años.
La resistencia chilena bajo la dictadura sentenció en las paredes: «Ninguna calle llevará tu nombre», junto a la clásica imagen de Pinochet. ¡Así es!
T: Ingrid Carvajal Arroyo
Fuentes: Ciper, Misión Verdad