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La catedral de Notre-Dame, a tres años del incendio

La famosa edificación recupera de a poco su aspecto familiar. La reapertura está prevista para 2024. Cuánto dinero se recaudó finalmente para su restauración. Las polémicas aún vigentes.

Un atardecer primaveral como el de hoy, hace tres años, el cielo de París se cubrió de un humo ocre. Desde los puentes sobre el Sena ubicados en los alrededores de la Catedral de Notre-Dame, la gente observaba incrédula emerger las bocanadas de humo del corazón de uno de los monumentos del cristianismo más antiguos y conocidos del mundo. En pleno centro de París, la Catedral de Notre-Dame ardía desde sus entrañas.

A partir de las 7 de la tarde y durante 15 horas, cuatrocientos bomberos combatieron el incendio para salvar lo más posible la integridad del edificio. Las llamas desencadenaron el derrumbe de una de las ornamentaciones arquitectónicas más espectaculares, la aguja de la catedral, así como el ático, buena parte de la techumbre y el tejado de la nave central. Las obras de arte y las reliquias que estaban en el interior se salvaron: los bomberos recuperaron el órgano Aristide Cavaillé-Coll (1733), la estatua de la Virgen de París, las estatuas de bronce de los 12 apóstoles, la corona de espinas, los santos sacramentos y decenas de obras de arte entre las cuales se encontraba precisamente la corona de espinas que Jesús habría llevado antes de su crucifixión, al igual que un trozo de la cruz en la que fue crucificado.

El fuego se llevó la parte más alta de la Catedral, los dos campanarios y el techo, pero la estructura primaria con las dos torres, la fachada occidental y alrededor de un tercio del tejado quedó intacto. La estructura de madera que se quemó en 2019 equivale a poco más de veinte hectáreas de robles, unos 1300 árboles que fueron talados para su construcción en los siglos XII y XIII. Tres años más tarde, las causas de aquel incendio que cambió los rasgos de París siguen siendo un misterio: ¿descuido, accidente, cortocircuito o atentado?

Las hipótesis

Todas estas hipótesis se manejaron desde 2019 hasta ahora. Recién hace unos días empezaron a despejarse pistas más concretas. En primer lugar, la idea del atentado se descartó, pero no la eventualidad de que el incendio haya sido provocado por una colilla de cigarrillo mal apagada por uno de los obreros que estaba trabajando. El pasado miércoles 13 de abril, por primera vez desde el incendio, los investigadores de la brigada criminal de París evocaron, a través de una fuente judicial, la pista de una herramienta de trabajo “mal utilizada”.

Según esta fuente, se trataría de una “herramienta que provoca chispas” y estas habrían alimentado un ligero incendio en una de las barras de madera muy difícil de detectar. En realidad, ya se conoce dónde se originó el incendio, pero no qué lo provocó. Todo empezó en una enorme viga horizontal ubicada en la base de la estructura. Las chispas de una herramienta de trabajo o el posible olvido de una colilla de cigarrillos son hoy las dos direcciones que prosigue la investigación.

La restauración en marcha

Sin estar completamente restaurada, la catedral recupera poco a poco su aspecto familiar. La reapertura está prevista para 2024, pero ya en estos días se puede volver a ver su color grisáceo claro. Han desaparecido los latigazos de humo negro que recubrían partes de la catedral. Sin embargo, aún no es posible hacerse una idea de cómo quedará todo luego de la restauración final.

«Todavía está como en harapos”, dice Monique, una vecina de la catedral que se ha propuesto hacer una foto por día del monumento. La mujer, una historiadora de arte que vive en la zona desde hace 30 años, explica que “cada mañana, cuando salgo y miro hacia Notre-Dame, no puede sacarme la impresión de que el paisaje está mutilado. Ese navío posado sobre el Sena y el horizonte de París está siempre herido. Es como si me mirara en el espejo y sintiera que a mi rostro le faltara algo, pero no sé qué exactamente”.

Antes del incendio, Notre-Dame recibía unos 12 millones de visitantes por año, celebraba 2500 misas y 150 conciertos. Las obras de restauración comenzaron en el mismo 2019. Se trató, primero, de afianzar las estructuras del edificio y retirar todo lo que había sido destruido, en particular las 450 toneladas de plomo que se vaporizaron con el incendio.

Las polémicas que siguen

Esa etapa de afianzamiento se completó en agosto de 2021 y costó unos 151 millones de euros. De ahí en más empezó la polémica, en dos direcciones: primero porque entre las ideas que circularon estaba la de restaurar la catedral con otros elementos que los originales, especialmente la aguja. Lo segundo es el dinero que se recaudó, muy superior a las sumas que las sociedades ofrecen por solidaridad con las víctimas de catástrofes o guerras. Cerca de 900 millones de euros fueron recaudados en pocos meses con la participación de multinacionales y unos 350.000 donantes de 150 países.

París volverá a ver la célebre aguja de Viollet-le-Duc recién en marzo del año que viene, cuando se reconstruya la armadura medieval de la nave y el coro. Para ello, el establecimiento que gestiona las obras ya talló mil robles de bosques públicos y privados. Este miércoles 13 se inició una etapa importante, con la extracción de las piedras que van a permitir más tarde reconstruir las bóvedas dañadas.

Notre-Dame está llena de misterios y secretos y los arquitectos que trabajan en sus entrañas para devolverle su esplendor carcomido por las llamas se toparon con una sorpresa: a principios de marzo, durante las excavaciones preventivas, los restauradores se encontraron con un hallazgo inesperado: un sarcófago de plomo y restos del antiguo biombo de la Catedral que remonta al siglo XIV así como una plataforma de piedra que servía de separación entre el coro litúrgico de la nave y los fieles.

De todas formas, la Catedral nunca volverá a ser la misma. La diócesis de París tiene pensado darle un nuevo aspecto al interior de la Catedral diseñando sus espacios con obras de arte contemporáneo de antiguos maestros de la pintura –los hermanos Le Nain o Charles Le Brun–, cambiar la orientación de la luz para que ilumine los rostros, reemplazar las sillas por otras más modernas y hasta proyectar pasajes de la biblia en los muros restaurados.

T/Página 12/LRDS

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