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Legionarios de Cristo en EEUU, América Latina y España: 80 años de abusos sexuales en el nombre de Dios

Tras su última revisión, el Informe anual 2020 Verdad, justicia y sanación reduce tanto el número de víctimas de abusos sexuales, de 176 a 170 menores, como el número de depredadores sexuales, de 33 a 27 sacerdotes, que sufrieron o perpetraron abusos sexuales pedófilos en los Legionarios de Cristo desde su fundación, en 1941, hasta nuestros días. Se confirma lo que era un secreto a voces tras más de treinta acusaciones en varios países del mundo –diecisiete en México, ocho en Estados Unidos, seis en España, cuatro en Brasil, dos en Italia y Chile y una en Colombia y Venezuela–. Además, el informe señala que se ha contactado con medio centenar de víctimas con la intención de reparar el daño en la medida de lo posible y se pretende que la reparación se extienda al resto de damnificados.

El legado de Marcial Maciel

A día de hoy todavía resulta complejo dirimir cuál es el mayor legado del padre Maciel, si la red educativa Regnum Christi desplegada en tres continentes –América, Europa y Asia– y compuesta por 123 colegios para las élites en 13 países, 23 colegios para desfavorecidos en 7 países y 14 universidades en Estados Unidos, México, Chile, Italia y España o los, de momento, 170 abusos sexuales cometidos por casi una treintena de sacerdotes en México, Estados Unidos, España, Brasil, Italia, Chile, Venezuela y Colombia. No obstante, han sido, como se puede leer en la página web de Regnum Christi, «más de 60 años educando, enseñando y evangelizando personas». Y, también, más de sesenta años ocultando gravísimos casos de abusos sexuales a menores y protegiendo a despreciables depredadores sexuales. En el nombre de Cristo, claro está.

No cabe duda que Marcial Maciel fue todo un prodigio, pues consiguió edificar un lucrativo imperio educativo de la nada. Con una relación muy especial con la España franquista desde sus orígenes, fundó su congregación legionaria en 1941, inicialmente con un nombre más rimbombante y menos marcial, momento en el que comenzó a tejer una inmensa red entre las élites económicas, especialmente la mexicana y la española, a las que iluminó con su proyecto, lo que devino en una capacidad casi sobrehumana para conseguir fondos económicos. Complementada, eso sí, según algunas investigaciones, con otras herramientas menos virtuosas, como las donaciones opacas. Así, el primer colegio legionario al servicio de Cristo se abrió en Ciudad de México en 1954 bajo el nombre Cumbres. Una cumbre que Marcial no abandonaría en décadas.

Pero el verdadero prodigio de Maciel, por el que finalmente ha pasado a la historia, fue sostenerse en la cumbre de tan inmensa congregación hasta que en 1997 una carta pública enviada al papa Juan Pablo II abría una puerta al más allá, pues ocho ex legionarios de Cristo denunciaban abusos sexuales en su adolescencia. Con todo, Marcial siguió en la cumbre legionaria hasta casi una década después gracias al hoy beatificado y canonizado Juan Pablo II, al que se le atribuyen dos sanaciones tan inexplicables como milagrosas, aunque visto lo visto lo realmente milagroso hubiera sido que Juan Pablo II expulsara y ordenara investigar al depredador sexual que ejerció de cicerone en sus visitas a México. Tristemente, no fue hasta 2006 cuando Marcial fue castigado por sus actos por el papa Benedicto XVI, que le condenó a la oración y la penitencia. Concluía así el juicio místico de la Iglesia Católica a uno de los mayores depredadores sexuales de la historia, con más de sesenta víctimas, que contaba, además, con dos vidas paralelas, con mujer e hijos tanto en México como en España, de cuyos hijos también existen varias denuncias, y un amor a la farmacología –opioides, como la morfina– equiparable a su afición por la pederastia.

Es importante esta introducción para comprender el funcionamiento de los Legionarios de Cristo y su extremada solidez, pues el modus operandi de la congregación se ha mantenido inalterado a lo largo de estas décadas, a pesar de los escándalos, sin que su poder haya disminuido un ápice en Roma. No obstante, posiblemente sea el lucrativo negocio educativo que regentan lo que impida que la ira vaticana arrase la congregación de los Legionarios de Cristo. Es el mercado, fieles.

Verdad, justicia y sanación

El informe Verdad, justicia y sanación del año 2020 arroja casos escalofriantes y repugnantes en los que abundan los menores de edad, tanto niños como niñas, en algunos casos con solo seis años. De hecho, la mayoría de los abusos se cometieron con menores de entre once y dieciséis años. Pero, sobre todo, revela serios problemas estructurales que a día de hoy no parecen haber sido solucionados. El primero y más esencial de ellos es la priorización de la institución por encima de la verdad y la justicia, a pesar del ostentoso nombre del informe, pues lo cierto es que los Legionarios de Cristo han admitido 170 abusos sexuales por 27 sacerdotes porque las evidencias son tales y de tal magnitud que se hace imposible negarlas. Pero silenciaron y siguen silenciando los abusos sexuales y protegieron y siguen protegiendo a los depredadores sexuales porque ello resulta esencial para la imagen del imperio educativo que sostienen.

Uno de los casos que nos refleja el modus operandi de la congregación cuando se producían las denuncias es el del mexicano Vladimir Reséndiz, que fue condenado a más de seis años de prisión en Italia por abusos sexuales pedófilos y, tiempo después, volvió a ser denunciado en Venezuela, donde había sido trasladado. Trasladar al depravado sexual beneficia a la institución, al silenciar su caso, pero pone en peligro a potenciales víctimas.

Y una de las evidencias que demuestra que esta conducta se mantiene inalterada en nuestros días la encontramos en la reciente denuncia de Verónica Vallone contra el sacerdote Michael Sullivan, de la Universidad Texas A&M. Verónica era una treintañera casada que colaboraba con Sullivan con todo su entusiasmo cristiano hasta que un día este tomó su mano por sorpresa en una capilla del College Station en octubre de 2019, en Texas, para arrastrarla hasta su pene erecto. Un trascendental suceso que no solo cambió radicalmente la relación de Verónica con el sacerdote, sino que también transformó para siempre su imagen de la congregación.

Tras la denuncia de Verónica y la confesión de Sullivan, los Legionarios de Cristo evitaron cumplir con una de las peticiones de la víctima: que se hiciera público su nombre con el fin de evitar que nuevas víctimas pudieran caer en sus redes. La congregación se excusó en los impedimentos legales de hacer público el caso y el nombre del sacerdote. Sin embargo, el trasfondo que subyacía a esta negativa se encontraba muy alejado de cuestiones legislativas y muy cercano a las viejas costumbres de los Legionarios. Y es que Verónica descubrió casualmente que no era la única víctima.

La consternación de Verónica por la negativa a revelar la identidad de su agresor la llevó a compartir su experiencia con una amiga de la congregación, la cual, ante su estupefacción, le confesó que su propia hermana también había sufrido abusos sexuales por parte de Sullivan entre los doce y los dieciocho años. Con un toque más perverso, pues esta había sido seducida siendo una niña y se había enamorado de Sullivan. Cuando esta adolescente, ya mujer, denunció, antes de la agresión de Sullivan a Verónica, los Legionarios de Cristo sancionaron al sacerdote con una semana de terapia. Si entonces hubieran tomado las medidas adecuadas, Verónica no se habría visto violentada por el pene erecto de Sullivan ni seguramente hubiera perdido la fe en la Legión de Maciel.

Además, el responsable de la congregación en Norteamérica cuando Verónica denunció, John Connor, maniobró en todo momento para ocultar lo sucedido, incluyendo la omisión sobre tres denuncias presentadas contra Sullivan con anterioridad, y cuando no tuvo más remedio, amenazado por estas con difundir su caso públicamente, admitió en un comunicado los abusos sexuales de Sullivan, pero lo hizo con una ambigüedad –»traspasar los límites emocionales y físicos»– que nos remite al mismo patrón de impunidad que permitió a los Legionarios de Cristo mantener intacta su reputación durante décadas a costa de permitir que los depredadores sexuales siguieran vagando por sus legiones en busca de nuevos corderos a los que devorar. No solo eso, sino que las víctimas denuncian que fueron amenazadas o que la policía fue engañada.

Ese mismo responsable, John Connor, es hoy el director de los Legionarios de Cristo. Es el legado de Marcial Maciel.

Anexo: en el informe se señalan casos en EE.UU., México, España, Chile, Brasil, Colombia o Venezuela

Estados Unidos. Aparecen tres nuevos nombres de pederastas, que se unen a los cuatro ya existentes. Los dos primeros, el español Óscar Juan Turrión Pablo y el norteamericano Timothy Meehan, cometieron abusos sexuales en New Hampshire en los años noventa, convirtiendo el Colegio Apostólico Inmaculada Concepción en un infierno para sus víctimas, mientras que Jeremiah Michael Spillane cometió grooming en Florida.

México. Se han añadido dos nombres más, el de Fernando Martínez, que cometió abusos sexuales sobre ocho niñas en Cancún a principios de los años noventa; y el del mexicano Antonio Rodríguez Sánchez y el español José María Sabín, que abusaron sexualmente de menores en un seminario de Ciudad de México.

España. Se conocen hasta el momento seis casos: el fundador de la orden religiosa, Marcial Maciel, y cinco sacerdotes que cometieron abusos sexuales sobre varias víctimas, de los que algunos también cometieron sus abusos en México. De los cinco, tres se encuentran envueltos en procesos canónicos.

Chile. José Luis Díaz Atilano abusó sexualmente de ocho menores en el colegio Zambrano de Santiago de Chile y el irlandés John O’Reilly fue condenado por abusar sexualmente de una menor de seis años.

Sin embargo, no se han proporcionado nombres en España, Brasil, Colombia o Venezuela, por lo que muchas víctimas no han podido encontrar reparación en una de sus mayores reivindicaciones: que se informara públicamente de los nombres de los pedófilos. En España, la congregación ha alegado impedimentos legales –por la ley de protección de datos–, por lo que solo se conoce el nombre del fundador, Marcial Maciel, que convirtió medio mundo en su paraíso terrenal. En Brasil, Colombia o Venezuela se han codificado los nombres con números.

T/ Luis González Seguera/ Actualidad RT

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