ColumnasEl Sur

Revelados: la historia invisible de la vicepresidenta de Colombia

Marta Lucía Ramírez y la limpieza de daños del sistema de la élite

Vivimos tiempos en los que a pesar de la profusión de medios y fuentes de información que ha ofrecido el internet y la digitalidad, la hegemonía de la mentira sigue imponiéndose para tapar a su antojo lo inconveniente a las élites y mostrar una realidad de ficción sobre aquello que les estorba, les molesta o atenta contra sus intereses.

La hegemonía mediática se concentra aún más, mientras las rendijas que quedan para difundir lo real, lo verdadero, se nos muestra como una falsa democratización de los contenidos.

Hoy vamos al caso de la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, una señora de esas encopetadas que nos han presentado tradicionalmente como la imagen de la «buena sociedad». Es más hasta son atrevidos y la presentaron en campaña como encarnación de los logros de la mujer colombiana.

Ramírez, como buena representante de las élites colombiana fue la que dijo hace una semana, que los pobres eran pobres porque «no tenían un ahorro» y eso los hacía más vulnerables ante la crisis económica profundizada por la pandemia. Además dijo que por eso tampoco le bastaba a los pobres las «ayudas» que presuntamente les ofrecía el Estado.

Se trata de la misma persona que aún no explica, de donde sacó 150 mil dólares para pagar en Estados Unidos, la fianza para liberara a su hermano, quien fue condenado en 1997 por traficar con heroína, si allí mismo, en los Estados Unidos. Ella, vaya que tenía ahorros.

Ramírez es la misma que en sus propias redes sociales publicó un video, en el que su jefe, Iván Duque se refería despectiva y deshonrosamente a la senadora de Unión Patriótica, Aída Avella, una mujer que no pertenece a las altas esferas que ahorran para pagar fianzas por narcotráfico.

La connotada vicepresidenta de Colombia, fue la misma que firmó una carta de recomendación para que los hijos de un reconocido narcotraficante, denominado «Memo Fantasama», fuesen aceptados en uno de esos prestigiosos colegios privados de la élite bogotana.

Pero no sólo eso, la señora Ramírez también estuvo involucrada en negocios con Memo Fantasma, su esposo y su hija trabajaron con el narcotraficante en un proyecto inmobiliario.

Ahora, a qué viene la introducción de este texto. a que para los grandes agentes dedicados a imponernos la información que consumimos, los escánadlos de Ramírez han sido fugaces, pasajeros, casi transparentes, invisibles pues.

Viene a modo de que el fiscal estadounidense no ordena investigación alguna al respecto, como lo hace y escandaliza para mentir e injuriar en el caso venezolano. Y mencionamos al fiscal, no porque consideremos que Estados Unidos debe ejecutar, tal como lo hace, un estilo de justicia extraterritorial, ilegal. Sino porque el hermano de Ramírez traficó heroína en Estados Unidos, y su hermana, hoy vicepresidente de Colombia, pagó una notable suma de dinero, que no se obtiene con sencillos «ahorros», para su liberación.

T/ Chevige González Marco

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba