
Cuando se intenta un recuento de todas las estrategias fallidas llevadas a cabo por Estados Unidos y sus fichas de la ultraderecha local contra Venezuela, se acumulan acontecimientos suficientes para alimentar la siempre inconclusa historia universal de la infamia, dicho sea con el permiso de Jorge Luis Borges.
El resumen debería comenzar por los hechos ya remotos de enero. Pero la desquiciada declaración colonialista y supremacista de Donald Trump, el pasado martes, obliga a empezar por la actualidad: ese revelador episodio en el que el degenerado cabecilla del cleptómano poder imperial nos ha acusado de robarle lo que es suyo.
Más allá de las consideraciones sobre la figura de Donald Trump, es evidente que está en marcha otra gran patraña, que es la misma de siempre, pero acentuada ahora por la nueva Doctrina de Seguridad Nacional de EEUU, que es la misma Doctrina Monroe bicentenaria, pero con la rapacidad enfermiza de un imperio en acelerado declive, que intenta frenar su colapso con medidas extremadamente violentas.
La declaración de Trump fue absolutamente delirante, pero no por ello puede considerársele una ocurrencia personal de él. Dijo que el petróleo que se extrae del subsuelo de nuestro territorio no pertenece a Venezuela, sino a EEUU. Según Trump, se lo hemos estado robando de manera continuada y, por lo tanto, él lo va a recuperar a cañonazos.
Habló el más cínico, pero… es una postura de Estado
Aunque uno haya leído varias veces esta declaración, no deja de quedar estupefacto, pues el nivel de tergiversación de los hechos, de descaro y de cinismo es demasiado intenso, incluso para un tipo como Trump, campeón mundial en todas esas materias.
Revisemos textualmente lo dicho por Trump:
“Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Suramérica. Esta solo crecerá, y la conmoción para ellos será como nunca antes la han visto, hasta que devuelvan a EEUU todo el petróleo, las tierras y otros activos que nos robaron. El régimen ilegítimo de Maduro está utilizando el petróleo de estos yacimientos robados para financiarse, el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro”, escribió el mandatario republicano.
Así, pues, Trump, el mismo presidente que en su anterior mandato perpetró, junto al llamado “gobierno interino” de Venezuela, el despojo de la gigantesca empresa venezolana Citgo, se apoderó de cuentas bancarias y otros activos de la República, presenta a EEUU como la víctima de un robo. Para aliñar su descarado alegato, agrega todas las otras fallidas matrices de opinión que han empleado durante años para satanizar a la Revolución Bolivariana.
“Por el robo de nuestros activos, y por muchas otras razones, incluyendo el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas, el régimen venezolano ha sido designado como una organización terrorista extranjera. Por lo tanto, hoy ordeno el bloqueo total y completo de todos los petroleros autorizados que entran y salen de Venezuela. Los inmigrantes ilegales y criminales que el régimen de Maduro ha enviado a Estados Unidos durante la débil e inepta administración de Biden están siendo devueltos a Venezuela a un ritmo acelerado”, prosigue el ucase de quien se siente como el zar del planeta.
En una desmelenada versión del mundo al revés, Trump invierte por completo el relato: dice que EEUU es el país robado y amenazado; afirma que el gobierno de Venezuela es hostil y recalca que el petróleo, las tierras y otros activos venezolanos son propiedad estadounidense. La realidad es diametralmente opuesta: el gobierno de EEUU es el ladrón, el que amenaza, el que muestra hostilidad a cada paso. La realidad es que Venezuela es la víctima de todas esas acciones delictivas y reñidas con el orden internacional; y la realidad es que Venezuela es indiscutiblemente la propietaria del petróleo, de las tierras y de los activos a los que Trump se refiere.
Además, el retorno de migrantes que señala como un mérito de su gobierno, en verdad ha sido posible gracias a la cooperación de Venezuela y muy a pesar de los múltiples obstáculos que EEUU impone.
Pero, aún hay más de la declaración de Trump:
“EEUU no permitirá que criminales, terroristas ni otros países roben, amenacen o dañen a nuestra nación, ni permitirá que un régimen hostil se apodere de nuestro petróleo, tierras ni ningún otro activo, todo lo cual debe ser devuelto a Estados Unidos INMEDIATAMENTE”, remató su mensaje a través de redes sociales, Trump puso esa última palabra (inmediatamente) en mayúsculas para dejar claro que se trata de una orden imperial.
La declaración de Trump luce como una evidencia más de que quedó entrampado en la infeliz y mafiosa estrategia de movilización militar y ejecuciones extrajudiciales en el Caribe. La operación, acompañada de incesantes tramas psicológicas destinadas a sembrar el terror en la población y generar la división en el Estado venezolano, ha fracasado ostensiblemente, acarreando enormes costos para las arcas públicas de EEUU.
Luego de más de cuatro meses de asedio, no tiene nada que mostrar, salvo asesinatos alevosos de civiles y el robo de un tanquero. Se siente obligado a presentar resultados y para ello tuerce la verdad y lanza una narrativa orientada a legitimar sus masacres y actos de piratería.
Las bravatas de Trump surgen en el contexto de un agravamiento del escándalo de la isla de Epstein y un incremento exponencial de la impopularidad de su gobierno, que aún no cumple su primer año.
De inmediato, el Gobierno Bolivariano de Venezuela emitió un enérgico comunicado:
“En la noche de hoy 16 de diciembre del año 2025, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, violando el Derecho Internacional, el libre comercio y la libre navegabilidad, ha lanzado una amenaza temeraria y grave contra la República Bolivariana de Venezuela. En sus redes sociales, asume que el petróleo, tierras y riquezas mineras de Venezuela son de su propiedad. Y, en consecuencia, Venezuela debe entregarle todas sus riquezas de inmediato. El presidente de los EEUU pretende imponer de manera absolutamente irracional un supuesto bloqueo militar naval a Venezuela con el objetivo de robarse las riquezas que pertenecen a nuestra Patria.
Venezuela, en pleno ejercicio del Derecho Internacional que nos ampara, de nuestra Constitución y leyes de la República, ratifica su soberanía sobre todas sus riquezas naturales, así como el derecho a la libre navegación, al libre comercio en el mar Caribe y en los océanos del mundo. En consecuencia, procederá en estricto apego a la Carta de la ONU, a ejercer plenamente su libertad, jurisdicción y soberanía por encima de estas amenazas guerreristas.
De inmediato nuestro embajador ante la ONU procederá a denunciar esta grave violación del Derecho Internacional contra Venezuela.
Hacemos un llamado al pueblo de los EEUU y a los pueblos del mundo a rechazar por todos los medios esta extravagante amenaza que devela una vez más las verdaderas intenciones de Donald Trump de robarse las riquezas del país que vio nacer al Ejército Unido Libertador de Suramérica y que vio nacer a nuestro Libertador Simón Bolívar.
El pueblo de Venezuela en perfecta unión popular militar policial sabrá defender sus derechos históricos y triunfar por el camino de la paz. El señor Donald Trump, de manera textual esgrime la siguiente expresión intervencionista y colonialista: “hasta que regresen a los EEUU todo el petróleo, tierra, y otros activos que nos robaron anteriormente”. Su verdadera intención, que ha sido denunciada por Venezuela y por el pueblo de los EEUU en grandes manifestaciones, fue siempre apropiarse del petróleo, las tierras y minerales del país a través de gigantescas campañas de mentiras y manipulaciones.
Venezuela jamás volverá a ser colonia de imperio ni de poder extranjero alguno y continuará recorriendo, junto a su pueblo, la senda de construcción de la prosperidad y la defensa irrestricta de nuestra independencia y soberanía.
El pueblo venezolano, en perfecta unión popular, militar, policial, se mantiene firme en el cuidado irrestricto de su territorio, de sus riquezas y de su libertad. Con nuestro Padre Libertador decimos: “Por fortuna se ha visto a un puñado de hombres libres derrotar imperios poderosos”.
El comunicado del gobierno nacional fue fechado en Caracas, el martes 16 de diciembre de 2025, mismo día de la belicista y camorrera declaración de Trump.
La misma bebida, pero sin edulcorantes
Una de las ideas que surgen de inmediato es que se trata de un intento de superar el fracaso de una estrategia muy costosa en términos económicos y geopolíticos, como ha sido la operación militar en el Caribe.
La mejor demostración del fracaso de la reencauchada estrategia de máxima presión contra Venezuela es que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya aparecido anunciado que se robará todos los cargamentos de petróleo de Venezuela que transiten por el Caribe, alegando que son suyos, que le pertenecen a EEUU.
No satisfecho con ello, Trump también se autoproclama dueño de tierras y otros activos en Venezuela, alegando que el gobierno venezolano se los ha robado.
Es una expresión ramplona de la Doctrina Monroe 2.0 con la que el poder imperial estadounidense pretende retomar el control de los recursos naturales de Nuestra América, vista por Washington como su patio trasero, ya sin edulcorantes de ninguna especie.
Pero, tanto en política interior como en geopolítica, una cosa es proclamar y otra es estar en capacidad de hacer. Lo que pretende ejecutar Trump hubiese sido perfectamente posible hace unos 30 años, cuando EEUU reinaba en solitario, tras el colapso de su contraparte ideológica y militar, la Unión Soviética. Pero hoy en día, en un mundo multipolar, altamente complejo, con potencias emergentes como China, Rusia y otras naciones, la viabilidad de esas fanfarronadas se ha visto reducida. Es obvio que puede llegar a ejecutarlas, pues EEUU ha cometido barbaridades tan graves como esa y también peores. Pero las condiciones objetivas del escenario mundial no son tan favorables como parece pensar Trump.
Adicionalmente, la República Bolivariana de Venezuela ha demostrado ser capaz de resistir toda clase de planes perversos, incluyendo esta primera etapa de la operación de asedio militar, que ha incluido sabotaje al transporte aéreo comercial y atentados frustrados contra los sistemas informáticos de Petróleos de Venezuela.
El extraño caso de la carterita azul
Revisemos, ahora sí, la historia viva de este año 2025, para mostrar algunas de las estratagemas fracasadas para el tan cacareado “cambio de régimen”.
Parece que hubiese transcurrido más tiempo, debido a la intensidad y perversidad de los acontecimientos y a que las argucias del ala pirómana opositora comenzaron bien temprano, con la matriz de opinión según la cual el 10 de enero, en medio de grandiosas movilizaciones populares, el excandidato presidencial Edmundo González Urrutia retornaría al país para asumir el poder que, de acuerdo a la narrativa implantada a mediados de 2024, le había sido arrebatado.
Luego de las fiestas navideñas, el año político comenzó con una típica operación mediática: la prensa tradicional y las redes aseguraban que el día 9, las masas aclamarían a María Corina Machado como la auténtica líder opositora y esa contundente expresión de respaldo obligaría a las autoridades civiles y militares del país a abortar la juramentación constitucional del presidente reelecto, Nicolás Maduro, y así propiciar la entrada triunfal de González Urrutia.
Nada de eso ocurrió. Las gigantescas manifestaciones anunciadas fueron apenas esmirriadas y tristes procesiones en zonas de clase media, muy lejos de las proyecciones de sus promotores. No le quedó otra opción a Machado que inventar un pseudoacontecimiento, algo que ya había hecho varias veces a lo largo de su carrera política. Así que se mostró apenas unos minutos en la concentración convocada en Chacao, para luego simular una “desaparición forzada”, un “secuestro”, una “detención arbitraria”. Un rato después, reapareció en una de las escenas más surrealistas y ridículas del año, esa en la que se presentó encapuchada, en un lugar “secreto”, dijo estar bien y denunció que había perdido su carterita azul.
Haciéndole publicidad gratuita a una marca de chucherías, podíamos decir: “¡Qué Munchi este momento!” que marcó el inicio de un año en el que la falta de apoyo popular se ha sustituido con videos virales y eso que se llama storytelling, historias, cuentos para generar reacciones emocionales de las masas atolondradas por las redes sociales y la maquinaria mediática convencional.
Nicolás Maduro presta juramento constitucional
Al día siguiente, por ser 10 de enero del año posterior a las elecciones presidenciales, Maduro prestó juramento ante la Asamblea Nacional y los restantes poderes públicos, tal como está pautado en la Carta Magna. La primera gran patraña opositora del año recién nacido fracasó rotundamente.
Fue un acto solemne en el que el mandatario reelecto juró ante el ejemplar original de la Constitución de 1999. Quienes esperaban ver a otra persona en ese lugar se quedaron con los crespos hechos, como novia de pueblo… o como novio de pueblo, para no incurrir en frases viejas pero machistas.
Ni las toneladas de maquillaje que vertieron durante semanas la maquinaria mediática y los influenciadores de las redes pudieron disimular el retumbante descalabro sufrido por la dupla Machado-González Urrutia y, por extensión, por toda la extrema derecha venezolana en esa doble jornada del 09 y 10 de enero.
Lo que se vendió como el puntillazo contra la juramentación del presidente Maduro fue un fracaso exponencial para ese sector de la oposición, fracaso que tuvo un especial impacto porque ocurrió diez días antes de que se juramentara el presidente electo de EEUU, Donald Trump.
Vuelve la máxima presión
Con este personaje de vuelta en la Casa Blanca comienza una etapa de crueldad extrema, caracterizada por los secuestros y deportaciones al margen de todo principio jurídico.
Aunque las primeras jugadas de la política hacia Venezuela del segundo gobierno del empresario parecían encaminadas a la diplomacia y la negociación, pronto mostró su verdadera cara, la de siempre, la del imperialismo injerencista que dispone “cambios de régimen” cuando un gobierno no lo obedece a pie juntillas.
Una de las estratagemas más abominables del año fue el secuestro de 252 venezolanos y su traslado a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, sin respeto a las más elementales normas jurídicas estadounidenses ni internacionales y en un acto intencionalmente revestido de sadismo y afrenta contra el gentilicio venezolano.
Este grave delito, disfrazado como deportación de criminales, fue el diabólico fruto de la campaña desarrollada previamente por la ultraderecha venezolana y sus aliados de EEUU, acerca del Tren de Aragua.
La reacción indignada del gobierno y el pueblo de Venezuela, replicada en otros países y organismos de derechos humanos, obligó a EEUU a interrumpir esas deportaciones y, en el plazo de unos meses, condujo a la liberación de los secuestrados. Las vejaciones perpetradas por el gobierno de Nayib Bukele quedan como una cuenta pendiente que deja el año que está por finalizar. Que conste.
Por cierto, en esos días le preguntaron a María Corina Machado si estaba de acuerdo con el traslado de los venezolanos a la cárcel de El Salvador, y ella contestó: “Absolutamente”.
El desenlace que tuvo este infame caso, la devolución a Venezuela de todos los connacionales secuestrados por EEUU y El Salvador fue una de las más contundentes y sonoras victorias de la política exterior de la República Bolivariana de Venezuela ante el nuevo gobierno de EEUU en este primer año.
“…Y en eso llegó Maikelys”
Como preludio de ese triunfo, vivimos un momento conmovedor para cualquiera que tenga hijos, nietos o sobrinos: el retorno al país de la niña Maikelys Antonella Espinoza Bernal, que había sido separada de su madre en EEUU y cuyo padre, Maikel Espinoza era uno de los 252 secuestrados en El Salvador.
En Laiguana.tv tuvimos a Maikelys, su mamá y sus abuelas, en uno de los programas históricos de este año 2025, por el contenido emocional de ese momento, una emisión de Esto no es un misil, a cargo de Alberto Alvarado y con la participación de Madelein García.
Ese programa fue extraordinario porque, sin que estuviera planificado, sin ánimo de reality show —pues en LaIguana no somos así—, se produjo el encuentro de Maikelys con su otra abuela, quien no conocía personalmente a la niña.
En el artículo de esa semana, escribí que “…Y en eso llegó Maikelys”, parafraseando aquella canción de Carlos Puebla: Y en eso llegó Fidel. En ese caso, quien llegó y mandó a parar no fue un comandante barbudo, sino una pichurrita de dos años que no tiene ni la más remota idea de lo que ha significado su pequeña persona en la confrontación geopolítica. Pasará un tiempo antes de que pueda comprender su valor simbólico en este momento de nuestro acontecer.
Pero, sea como sea, ella fue quien acabó con la diversión de los opositores radicales, que en esos días andaban muy intensos por el asunto de la “extracción” de las cuatro personas que se habían refugiado en la casa de la Embajada de Argentina, la proclamada “Operación Guacamaya”, otra de las grandes ridiculeces del maricorinismo durante este año.
El bumerán del Tren de Aragua
La arremetida de Trump contra los migrantes venezolanos, que ha causado todos estos episodios de violación de derechos tiene una de sus excusas en la narrativa del Tren de Aragua, perversamente sembrada por la ultraderecha estadounidense y venezolana.
¿Cómo ha sido posible que una banda delictiva dedicada a la extorsión y el secuestro en una zona muy específica del centro-norte venezolano, y que ya ha sido desmantelada por los cuerpos de seguridad venezolanos, haya pasado a ser una supuesta amenaza para la seguridad nacional de una superpotencia bélica como Estados Unidos, y una excusa para amenazar, perseguir, secuestrar, vejar y robar a cientos de miles de venezolanos?
La respuesta es: en laboratorios especializados se creó una matriz, un embrión de opinión, se le hizo crecer mediante los protocolos diseñados para ello y se le alimentó (y sigue alimentando) con los puntos de vista pretendidamente propios de miles de seres humanos que están muy orgullosos de su libre albedrío.
Una parte de esas “opiniones personales” corren por cuenta de operadores conscientes de la falsedad del asunto. En ese conjunto hay elementos pagados por los creadores de la matriz o por factores de poder que se benefician con su propalación; y también hay gente que mueve esas aguas turbias por motivos políticos o por mero odio de clase.
Otra parte —la mayor, cuando la operación ha tenido éxito— lo hace porque cree o quiere creer en la mentira que se expande. Al insuflarle su propio aire, hace que crezca, como un globo inflado por miles de pulmones a la vez.
El Tren de Aragua fue el argumento de apertura en el propósito de criminalizar y estigmatizar políticamente a la colonia venezolana en Estados Unidos. Se ha manipulado hasta hacer ver que los migrantes venezolanos son delincuentes y chavistas, una maquinación que ha requerido pisotear la realidad en más de un sentido. Por un lado, la inmensa mayoría de los connacionales que se desplazaron a ese país no son criminales, sino trabajadores con diversos grados de calificación; por el otro, también son mayoritariamente opositores o, al menos, se fueron convencidos de que el país no tenía futuro mientras el proyecto político bolivariano siga en el poder.
Irónicamente, muchos de los venezolanos que apoyaron a Trump y le otorgaron la razón cuando secuestró y deportó ilegalmente a tantos compatriotas, están sufriendo ahora la cacería en carne propia, luego de la cancelación de las normativas que permitieron a numerosos migrantes permanecer en EEUU, en calidad de perseguidos políticos.
Las matrices de opinión sobre los criminales y enfermos mentales venezolanos que supuestamente invadieron EEUU siguen siendo utilizadas para agredir a Venezuela. Sin ir lejos en el tiempo, la amenaza de bloqueo total y robo de petróleo, tierra y otros activos, proferida esta semana por Trump, se basa en la condición “terrorista” que el poder imperial le asignó al Tren de Aragua.
La fábrica de drones (o, mejor dicho, de fake news)
Y así llegamos a otra de las muchas contribuciones que dio este año Machado, la llamada “líder de la oposición”, a la forja de ese tipo de narrativas: la ruin “denuncia” de que Venezuela es una potencia productora de misiles iraníes capaces de atacar directamente al territorio de EEUU.
La falsedad fue tan desproporcionada que incluso conocidos militantes opositores, con algún conocimiento en materia de armas, salieron a desmentir esa afirmación de Machado de que Venezuela sea el único país capaz de producir drones de combate.
Sin embargo, ese tipo de declaraciones han contribuido a calentar el espeso caldo de una agresión militar directa de EEUU, que desde hace cuatro meses es una realidad patente. También han permitido a furibundos antivenezolanos como el secretario de Estado, Marco Rubio, comenzar a hablar de “armas de destrucción masiva” que estarían en poder del gobierno venezolano, apuntando a una reedición de la abominable invasión de Irak.
Comienza la operación militar
En este recorrido por las estrategias hasta ahora fallidas de EEUU para el cacareado “cambio de régimen” en Venezuela, uno de los principales hitos ha sido, claro está, la operación de asedio en el Caribe, camuflada con la excusa de la lucha contra el narcotráfico.
A partir de agosto, el gobierno de EEUU desplegó su poderío bélico marítimo y se dedicó a matar a tripulantes de lanchas supuestamente dedicadas al transporte de drogas, una acción violatoria de los más elementales derechos humanos. Son, a la vista de todos, ejecuciones extrajudiciales, crímenes de lesa humanidad que han generado el repudio no sólo del gobierno venezolano, sino también de muchos otros países, de organizaciones de derechos humanos y hasta de militares estadounidenses que se niegan a realizar esas matanzas.
La crueldad de los cabecillas de estas acciones (Trump, Rubio y el secretario de Guerra, Pete Hegseth) ha llegado a extremos como el de autorizar el remate de sobrevivientes y, además, disfrutar públicamente de ello.
En su primera fase, la amenaza de invasión tuvo más que nada la característica de una operación psicológica destinada a dividir al movimiento bolivariano y a la FANB, y atemorizar al pueblo en general, de modo que presionara a favor de la renuncia de Maduro.
Sin embargo, el resultado fue opuesto. Se produjo un inédito consenso con los factores democráticos de la oposición y una respuesta enérgica de parte de la colectividad nacional. Miles de personas, de todas las edades y condiciones, se alistaron para enfrentar la amenaza. En paralelo, la ciudadanía ha seguido desarrollando su vida normal, sin caer en estados de angustia extrema, que era lo que pretendían las operaciones psicológicas.
La inesperada respuesta nacional ha sido un grave inconveniente para Trump y su pandilla guerrerista, pues la movilización militar hacia el Caribe tiene unos enormes costos que se deben obtener de la ya maltrecha economía estadounidense. La falta de resultados, luego de más de cuatro meses de mostrar músculos inflados con esteroides y asesinar inocentes, ha obligado al gobierno de EEUU a traspasar todos los límites imaginables.
De esa manera se puede interpretar el asalto, en modo pirata, de un tanquero que transportaba petróleo venezolano, acto reñido con toda la normativa internacional para tiempos de paz.
Luego de perpetrar ese vulgar atraco a mano armada, Trump va aún más lejos al anunciar el bloqueo total y plantear las agresiones como una respuesta al supuesto robo cometido por Venezuela respecto a los intereses de EEUU.
La novela del Nobel
Para finalizar este recorrido por las estrategias hasta ahora fallidas del poder imperial y sus aliados locales en contra de Venezuela, no podemos dejar de revisar el episodio del Premio Nobel, significativamente muy parecido al del 9 de enero, el de la carterita azul.
Antes de la fecha de entrega del galardón, el 10 de diciembre, se generó una expectativa similar a la del 9 y 10 de enero. Las “informaciones” sobre si Machado iría o no a la ceremonia animaron a los medios de comunicación tradicionales, así como a los influenciadores y comentaristas espontáneos.
En los días previos, se ejecutó otra agresión de parte de Trump, quien, cual emperador en funciones, decretó el cierre del espacio aéreo venezolano y obligó a buena parte de las aerolíneas internacionales a suspender sus vuelos.
Llegó el día esperado y, con la cobertura de un batallón de periodistas opositores, se develó el misterio, pero solo en parte, porque si bien Machado no asistió al acto de entrega del premio, apareció horas después en una operación comunicacional tan extravagante como aquella del autosecuestro y la versión sifrina del hit salsero Se me perdió la cartera.
Lo que iba a ser el gran acontecimiento de la ultraderecha mundial, con ella como figura estelar, se convirtió en una especie de velorio en un recinto exclusivo para gente blanca y bien trajeada, aunque en las calles de Oslo cientos de manifestantes expresaban su firme repudio contra Machado, una Nobel de la Paz que aúpa la invasión de su país y avala el genocidio palestino.
De manera simultánea —y de seguro, no por casualidad— Trump llevó a cabo la hollywoodesca acción de piratería contra el tanquero cargado con petróleo venezolano, quitándole el protagonismo a Machado, una suerte de revancha por haber obtenido el Nobel de la Paz, un premio que él cree merecer más.
Pero, claro, ese no podía ser el final de una telenovela tan truculenta. Así que, tras la ceremonia en la que estuvo ausente, el aparato mediático y de redes de Machado ha construido una historia épica de su supuesta huida del país, utilizando disfraces y empleando una pequeña embarcación sobre un mar muy embravecido.
No podía faltar un detalle relacionado con su integridad física. Así como una vez fingió haber sido atacada a tiros en el 23 de Enero; de la misma manera como una vez denunció que le habían fracturado la nariz; tal como el episodio de la cartera perdida, esta vez se ha dicho que, en la audaz huida, sufrió la fractura de una vértebra.
Más allá de esos complementos, como se dijo antes, propios del storytelling de un liderazgo creado en laboratorios de opinión, en sus interacciones públicas ha dejado claro que en la actual muy grave circunstancia del país, ella está del lado de Trump. Aprueba el robo del tanquero y aplaude las acciones bélicas de Trump, seguramente con la esperanza de que, luego de una invasión estadounidense, ella alcanzará el poder, aunque sea sobre ruinas y cadáveres.
Un año de infamias
A la hora de los balances, podemos concluir que 2025 ha sido un año de patrañas opositoras que se han sucedido y superpuesto sin descanso y, del mismo modo, una tras otra, han fracasado. La Revolución Bolivariana se ha fortalecido enfrentándolas y derrotándolas, manteniéndose como una referencia geopolítica en un escenario caracterizado por el avance furioso de las peores fuerzas de la derecha.
Quedan aún unos días para que concluya 2025 y estamos obligados a seguir en alerta, pues las fuerzas imperiales y sus aliados no descansan nunca en su afán de someter a Venezuela y robarse todos sus recursos. En todo caso, por acá reivindicamos la paz y la celebración propia de estos días finales del año. ¡Feliz Navidad!
T: Clodovaldo Hernández / Laiguana.tv





