El Mundo

La cumbre del G20 cierra superada por la crisis climática

Los líderes dejaron en manos de la COP29, que sesiona en Bakú, el acuerdo sobre financiación climática

La cumbre del G20 en Río de Janeiro finalizó con la lucha climática como protagonista, aunque sin compromisos concisos de los asistentes.

Después del agitado primer día de sesiones, el segundo día de cumbre estuvo marcado por tensas negociaciones alrededor del medio ambiente y cuestionamientos desde Occidente por la ambigüedad de la declaración final respecto a la guerra en Ucrania.

El presidente brasileño y anfitrión de la cumbre, Luiz Inácio Lula da Silva, acaparó los micrófonos durante el último día de negociaciones, pidiendo compromiso a los países más poderosos dentro del grupo para llegar a las metas ambientales planteadas en textos como el Acuerdo de París, además de emitir un llamado de esperanza para que las conversaciones generadas tras la COP29 sobre el clima lleguen a un buen puerto.

El texto del G20 no representó un catalizador para las negociaciones de la COP29 de Bakú, que en principio terminarán el viernes y están estancadas en torno a la financiación de la lucha contra la crisis ambiental y la transición de energías fósiles a limpias.

Durante la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, los países del sur global han pedido a las naciones desarrolladas que aumenten la meta de financiación climática a los 1.300 millones de dólares anuales, lo que ha generado un proceso tenso de negociación que tiene como fecha límite el próximo 22 de noviembre.

El documento final del G20 no define si la financiación climática provendrá sólo de los países desarrollados o incluirá a economías emergentes. Tampoco menciona el abandono gradual de las energías fósiles, asumido en la COP28.

«No podemos posponer la tarea de Bakú para Belém (hogar de la COP30). La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar un colapso irreversible del sistema climático», sentenció el mandatario brasileño, pidiendo una «gobernanza climática más fuerte» para materializar los acuerdos.

El mandatario del mayor país latinoamericano, que ha hecho del cuidado del medioambiente una de sus banderas, propuso además a las naciones «desarrolladas» del G20 anticipar sus metas de neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero de 2050 para 2040 o 2045.

El secretario general de la ONU, António Guterres, secundó el llamado al reiterar que «fracasar» en la capital azerbaiyana «no es una opción», debido a la magnitud de los desafíos que afronta el planeta.

“La pobreza, las desigualdades y la crisis climática empeoran y la paz se aleja de nuestro alcance. Necesitamos soluciones globales cimentadas en la Carta de la ONU, pero nuestras instituciones no están a la altura”, sentenció Guterres ante los jefes de Estado del G20.

El Consejo de Seguridad es la primera institución que pierde constantemente su eficiencia y legitimidad, siendo incapaz de detener las terribles guerras en las que la gente inocente paga un precio terrible, apuntó Guterres.

“La reforma del Consejo de Seguridad debe llevarse a cabo con determinación y no convertirse en un espejismo”, recalcó, y afirmó que alcanzar la paz requiere acciones basadas en los valores de la Carta de la ONU, el estado de derecho y los principios de soberanía, independencia política e integridad territorial de los Estados.

La cumbre se desarrolló en medio de diversas manifestaciones ciudadanas para que las autoridades redoblen sus esfuerzos para salvar el planeta.

Enormes mensajes con llamados a actuar fueron proyectados la noche del lunes en edificios cercanos al Museo de Arte Moderno de Rio, donde se reunieron los mandatarios del G20.

Además de las tensiones, las divisiones en el G20 también parecieron aflorar en la logística: pese a que hubo dos intentos de fotos oficiales, en ninguna figuraron todos.

La guerra estuvo presente

Aunque Lula se había propuesto dejar las guerras a un lado para centrarse en los problemas de los más pobres, el escalamiento del conflicto ucraniano acabó por marcar el segundo y último día de la cumbre.

Estados Unidos, Reino Unido y Francia criticaron la posibilidad deslizada por el presidente de Rusia Vladimir Putin de usar armas nucleares, en respuesta a los disparos de misiles estadounidenses de largo alcance desde suelo ucraniano hacia su país.

En el milésimo día de su ofensiva contra Ucrania, el mandatario firmó este martes el decreto que amplía las posibilidades de utilizar ese tipo de armamento en caso de «lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia».

«Quiero realmente llamar a Rusia a la razón», dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, al término del encuentro.

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, quien representó a Putin en Rio, había prometido previamente una respuesta acorde a los ataques ucranianos.

Lavrov consideró la ofensiva una nueva fase de la guerra de Occidente contra Rusia, al sostener que los misiles «son operados por expertos militares» estadounidenses.

A pesar de las condenas de sus aliados a Rusia, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció la inacción del G20 al respecto: «¿Dijeron algo? No».

Pese a los desacuerdos, Buenos Aires decidió no bloquear la declaración final y la firmó haciendo salvedades de puntos que no suscribe: «La Argentina considera que el mundo está atravesando un momento de grave peligro en materia de seguridad internacional».

T: Agencias/Noticias ONU

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