
El estado de salud del papa Francisco se mantiene este martes estable después de una larga fase crítica y múltiples crisis respiratorias.
«La situación se mantiene estacionaria», informó la oficina de prensa de la Santa Sede que también detalló que el pontífice de 88 años continuó durante su hospitalización con la fisioterapia respiratoria y motora, que combinó con momentos de reposo, oración y trabajo.
El Vaticano explicó que también empezaron a reducir la intensidad del flujo de oxígeno administrado durante el día con una cánula nasal, señal de que el pontífice recupera gradualmente su capacidad pulmonar.
El 10 de marzo su pronóstico dejó de ser reservado. Sin embargo, los médicos todavía no se pronunciaron sobre una fecha de alta y la Santa Sede apunta a una recuperación lenta.
Este martes, además fue publicada una carta escrita en la habitación en que se encuentra hospitalizado en Roma desde hace más de cuatro semanas por una neumonía, en la que el papa Francisco pide el fin de los conflicto armados en el mundo.
«Tenemos que desarmar las palabras, para desarmar las mentes y desarmar la Tierra. Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad», escribió el pontífice al director de uno de los diarios de referencia de Italia, Il Corriere della Sera, en una carta fechada el 14 de marzo.
«La guerra parece aún más absurda (…) en los momentos de enfermedad», agrega el papa, hospitalizado desde el 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma por una doble neumonía.
«La fragilidad humana tiene el poder de hacernos más lúcidos frente a lo que dura y lo que pasa, a lo que hace vivir y lo que hace morir», sostiene, destacando que las armas «devastan a las comunidades y el medioambiente, sin ofrecer solución de los conflictos».
En el texto, el papa lanza también un llamado a los periodistas, «a todos aquellos que consagran su trabajo e inteligencia a informar» pidiéndoles que «capten toda la importancia de las palabras».
«Nunca son sólo palabras: son hechos que estructuran los entornos humanos. Pueden unir o dividir, servir a la verdad o abusar de ella», insiste.
Por su lado, «las religiones pueden apoyarse en la espiritualidad de los pueblos para reavivar el deseo de fraternidad y de justicia, la esperanza de la paz», concluye.
T: Agencias