
Los iraquíes comenzaron a votar este martes para elegir un nuevo parlamento, en un raro momento de estabilidad para este país de Oriente Medio, azotado por años de guerra.
Los centros de votación abrieron a las 07H00 y deberán permanecer abiertos durante 11 horas. Los resultados preliminares deben conocerse unas 24 horas después del cierre.
Más de 7.740 candidatos, casi un tercio de ellos mujeres, se postulan para integrar el Parlamento de 329 escaños. Solo 75 independientes concurren, bajo una ley electoral que los críticos consideran que favorece a los partidos más grandes.
Más de 21 millones de personas están llamadas a votar este martes, pero se teme que la participación pueda caer a menos del 41% registrado en 2021, el porcentaje más bajo desde que comenzaron las votaciones.
El primer ministro Mohamed Shia al Sudani, quien aspira a un segundo mandato tras haber gobernado bajo la bandera de la estabilidad y la reconstrucción, probablemente obtendrá una victoria significativa.
Sudani llegó al poder en 2022 gracias a una alianza gobernante de partidos y facciones chiítas vinculados a su vecino Irán. El funcionario ha hecho hincapié en su «éxito» al mantener a Irak relativamente indemne de la agitación que envuelve Oriente Medio.
Sin embargo, conseguir un gran bloque parlamentario no garantiza su reelección: el próximo primer ministro será elegido por la coalición que logre reunir la mayoría.
Aunque compiten por separado, los partidos chiíes del Marco de Coordinación se espera que vuelvan a unirse tras las elecciones para elegir al nuevo jefe de gobierno.
La votación está marcada por la ausencia del influyente clérigo chiita Moqtada al-Sadr, quien llamó a sus seguidores a boicotear lo que calificó de “elección defectuosa”.
Desde que las fuerzas lideradas por Estados Unidos derrocaron a Hussein, un suní, la mayoría chiíta de Irak, oprimida durante mucho tiempo, se mantiene en el poder y la mayoría de los partidos mantienen vínculos con Irán.
Por convención, desde la invasión un musulmán chiíta ocupa el poderoso cargo de primer ministro, y un suní el de presidente del Parlamento, mientras que la presidencia, en gran parte ceremonial, recae en un kurdo. No han surgido nuevos nombres relevantes: los mismos líderes chiitas, suníes y kurdos siguen dominando la escena.
Tanto Irán como Estados Unidos siguen de cerca el proceso.
T: Agencias





