
Proviene del latín luxus, que tenía significados relacionados con el exceso, la extravagancia y la deformación. Exceso y derroche. Luxus referencia a un estilo de vida con abundancia y ostentación, placeres “refinados”, riqueza y bienes suntuarios.
También alude a “desviación” o “dislocación”, como en el caso de una articulación dislocada (luxatio en latín médico). Podría vincularse metafóricamente con la noción de exceso innecesario en el consumo. Con la evolución del latín al español, el término mantuvo su sentido de opulencia y ostentación, consolidándose en la modernidad como un concepto central en la economía y la cultura capitalista. Ha alcanzado niveles de extravagancia donde su sentido no sólo es lo costoso, sino también absurdo en términos de utilidad.
Para algunos el lujo es programar sus viajes al espacio. Empresas como Blue Origin y SpaceX ofrecen cruceros espaciales para multimillonarios, con boletos que superan los 50 millones de dólares por asiento. Otros prefieren los hoteles submarinos como en Dubái: El Atlantis The Palm tiene suites bajo el agua con vistas directas a un acuario gigante, costando más de 10.000 dólares por noche.
Hay cenas de lujo con cubiertos de oro. Restaurantes como el Sublimotion en Ibiza ofrecen cenas con experiencias multisensoriales por 2.000 dólares por persona. Agua embotellada de lujo: La marca Acqua di Cristallo Tributo a Modigliani vende botellas de agua a 60.000 dólares cada una, en envases de oro puro. Caviar blanco de esturión albino: Considerado el caviar más caro del mundo, puede costar más de 40.000 dólares el kilo. Papel higiénico de oro: Una empresa australiana vendió rollos de papel higiénico de oro de 22 quilates por 1.3 millones de dólares. iPhone con diamantes: Modelos personalizados de iPhone con carcasa de oro y diamantes han sido vendidos por más de 10 millones de dólares. Autos de oro y platino: Millonarios en Medio Oriente han mandado a fabricar Lamborghinis y Bugattis recubiertos de oro macizo. Collares de diamantes para perros: Algunas marcas de lujo venden collares con incrustaciones de diamantes que pueden superar los 3 millones de dólares. Guarderías VIP para perros: En Nueva York y Los Ángeles existen hoteles para mascotas con habitaciones privadas, menús gourmet y spa, con tarifas de hasta 300 dólares por noche.
Ese lujo contemporáneo ha evolucionado hasta convertirse en un espacio selectivo en extremo. Muestra la moral de las élites y su ética de la ostentación basada en el valor económico o simbólico. Lujo y lucha de clases. Ese lujo no es un simple exceso de bienes o placeres, sino una forma específica de significación dentro del capitalismo. Desde una semiótica realmente crítica, el lujo es un signo cuyo valor no radica sólo en su utilidad ideológica, sino en su capacidad para producir distancia de clase, reforzar jerarquías y naturalizar la crueldad y la violencia implícita. Su función estructural es legitimar la obscenidad, presentándola no como derecho natural de la burguesía. Sin límites.
Sus lujos ocultan su base material de producción—trabajo explotado, extracción colonial, destrucción ecológica—y, se ostentan como signo puro, como significado y significante marcador de dominación. Sus lujos se secularizan, como emblemas del éxito individual, desplazando a veces la legitimación de la herencia o la meritocracia del hurto. En la fase neoliberal, imperialismo del capital produce un lujo objetivo y subjetivo—marcas, experiencias, exclusividad digital—donde la posesión cede terreno a la representación mediática de la posesión. Es un espacio de acumulación privilegiada. El lujo cumple esta función con el exceso en legitimación de la desigualdad.
Su lujo no es un “plus” del capitalismo, sino un dispositivo que opera como la zanahoria de burro de clase que lo refuerza prenda amada de la dominación simbólica. Su obscenidad moral es estructural. No es sólo un exceso más del capital, sino su esencia, la manifestación más extrema del plusvalor convertido en mercancía signo. Es necesaria una semiótica que desnude al lujo de todas las vestiduras léxicas que lo enmascaran. No es un exceso de belleza, exuberancia o placer, sino una apropiación histérica y pornografía clasista. Sus lujos no son sólo un conjunto de objetos o prácticas, sino un fenómeno ideológico y material ligado a la violencia burguesa. No es sólo la posesión sino la capacidad de hacer que ese objeto funcione como un marcador social. En este sentido, el lujo es tanto un fenómeno material (la mercancía) como un fenómeno discursivo (la narrativa que lo rodea).
Con los monopolios de la publicidad convierten sus lujos en escuela aspiracional, intoxicando el deseo mediante narrativas donde no sólo importa el objeto de lujo, sino el relato que lo envuelve. Los signos de sus lujos circulan con toda impudicia e impunidad. Sus estéticas mercantilizan experiencias inalcanzables para una inmensa mayoría que se ve castigada con la moraleja de clase “nada de esto es para ti”: ni la moda de lujo, ni los relojes de marca, ni los autos deportivos o los espacios “exclusivos” Un análisis humanista del lujo debe partir de la disputa por el sentido y su dimensión simbólica (estatus, deseo, exclusividad). Esto implica analizar cómo el lujo refuerza y naturaliza las relaciones de clase. Examinar la función del lujo en la ideología capitalista y en la construcción de subjetividades. Investigar los mecanismos de fetichización y alienación que operan en la representación mediática del lujo. Cuestionar la promesa de democratización del lujo en la era digital y su papel en la reproducción del capital. El lujo, tal como se presenta hoy, no es sólo un fenómeno económico ni meramente estético, sino un dispositivo ideológico central e intrínseco del capitalismo.
T: Fernando Buen Abad/Intelectual y escritor mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía./Alma Plus TV