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Opinión/ Luchas Inter-burguesas y sus consecuencias en la Guerra Cognitiva

Por Fernando Buen Abad

No olvidemos que una de las fuentes productoras de penurias, para la especie humana y para el planeta, son las luchas inter-burguesas que fundamentalmente expresan los conflictos a muerte entre distintas fracciones de la burguesía.

Son disputas, en tiempo real, por el control del Estado, por la apropiación exclusiva de plus-valor, por dirigir la dictadura de los mercados y, necesariamente, por imponer su hegemonía ideológica con, además, influencia geopolítica no pocas veces bélica y macabra. Ante nosotros se despliega la danza de los millones que dilapidan las burguesías para destruirse entre sí, mientras nos dejan el despojo, la desolación y los tendales de muertos como heridas históricas irreparables.

Sabemos que la burguesía no es una clase homogénea, sino que está intoxicada por riñas internas: “La burguesía está en guerra constante: primero, contra la aristocracia; después, contra las porciones de la misma burguesía cuyos intereses han llegado a estar en conflicto con el progreso de la industria; y siempre, contra la burguesía de otros países.” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848) Miles de luchas, micro y macro, que han existido, desde el ascenso de la burguesía contra el feudalismo, y continúan enconándose dentro del capitalismo. Pleitos inherentes a su vorágine que genera no pocos odios de facciones ambiciosas que no descansan hasta la aniquilación, o la adquisición monopólica, de unas contra otras.

Mientras destruyen al planeta y destruyen a la especie humana, se destruyen entre sí: la burguesía industrial (dueños de fábricas y producción material) quiere las ganancias de la burguesía comercial (intermediarios del comercio y distribución) que quiere los negocios de la burguesía financiera (banqueros, capital especulativo) y esta quiere lo de las otras que, a su vez, se las ingenian para quedarse con todo. Hay que ir añadiendo en este carnaval de destrucción a la burguesía tecnológica y a la mediática. Guerra “puertas dentro” por el control del excedente y el dominio sobre la economía que intensifica las rivalidades inter-burguesas. Ya en el siglo XIX luchaban el liberalismo contra el proteccionismo. Una lucha particular se dio entre la burguesía industrial y la burguesía agraria (latifundistas y terratenientes). “Los industriales […] se enfrentaban a la nobleza terrateniente y sus monopolios feudales, pero también a los comerciantes que buscaban beneficios en la especulación.” (Marx, Grundrisse, 1857-1858).

Hemos visto en el siglo XX el imperialismo en conflicto con fracciones nacionalistas del capital. Lenin advirtió el desarrollo de este conflicto en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916): “Las rivalidades entre los grupos de monopolistas de diferentes países y dentro de un mismo país son inevitables y conducen a crisis políticas y guerras.” (El imperialismo, Cap. VI). Vio que la lucha inter-burguesa no es sólo entre naciones, sino dentro de cada Estado. Nada menos que la cuna de las Guerras Mundiales en las pugnas intra-imperialistas. Las luchas inter-burguesas llevan a crisis económicas y guerras. Para Trotsky, la Segunda Guerra Mundial fue la expresión de una lucha inter-burguesa global: “La burguesía imperialista no puede evitar sus propias crisis, porque cada grupo de capitalistas busca expandir su dominio a expensas de los otros.” (La revolución traicionada, Cap. IV).

Con la “financiarización” de la economía, las luchas inter-burguesas han cambiado de forma. Ahora la burguesía financiera combate a la burguesía industrial en muchos países: “El neoliberalismo representa la victoria de una fracción de la burguesía: la del capital financiero globalizado sobre el capital productivo nacional.” Y así nos enredaron en su crisis de 2008, que exhibió, con toda impudicia e impunidad, una lucha feroz entre los bancos y los sectores productivos, reflejada en rescates financieros que favorecieron a los monopolios bancarios en detrimento de otras fracciones del capital. Samir Amin (El capitalismo en la era de la globalización, 2012) describe cómo: “El conflicto entre los bloques imperialistas no ha desaparecido; se ha trasladado a la competencia tecnológica, financiera y militar entre las élites del capital globalizado.” (El capitalismo en la era de la globalización, Cap. 4).

Todas las luchas inter-burguesas son parte costosísima de la corrupción consanguínea del capitalismo. “Cuando el capital ha alcanzado dimensiones gigantescas, el monopolio surge y se convierte en el factor decisivo en la vida económica.” (El imperialismo, Cap. 1). Ahora sus luchas inter-burguesas ya no son sólo entre pequeños y medianos capitalistas, sino entre grandes monopolios que buscan expandir su dominio. La competencia deja de ser entre empresarios individuales y pasa a ser una lucha entre grupos financieros, industriales y comerciales.

Pero el problema no es sólo que se peleen entre inmorales ambiciosos capitalistas, el problema es el secuestro del mundo y de las cabezas de los pueblos. Es la expresión más extrema de estas luchas, que transforman la vida en una víctima de la fase avanzada de la Guerra Cognitiva desplegada por el imperialismo. Se trata del uso de estrategias de manipulación informativa, psicológica y cultural para influir en la percepción, el pensamiento y las decisiones de individuos y sociedades enteras. Al analizar la relación entre las luchas inter-burguesas, el imperialismo y la Guerra Cognitiva, podemos ver cómo el dominio del capital financiero y tecnológico ha transformado los conflictos económicos y militares en una lucha por la hegemonía sobre la conciencia. Las luchas inter-burguesas no sólo ocurren en el plano económico o político, sino también en el campo de la producción simbólica y cultural. En el capitalismo contemporáneo, la burguesía ha comprendido que la batalla por el poder no se libra solo en fábricas o mercados, sino en la esfera de la información, la cultura y la subjetividad.

En la, llamada por ellos, “era digital”, vemos el perfeccionamiento de las luchas inter-burguesas como batallas por el control de la narrativa mediática y la producción de sentido. Empresas como Google, Facebook, X (Twitter) y medios globales no solo funcionan como negocios, sino como aparatos ideológicos del capital en disputa como Silicon Valley y los sectores industriales tradicionales en EE.UU. por la hegemonía del capital digital, que se expresa en la manipulación de la opinión pública, la censura y el control de la información.

Si el imperialismo es la fase en la que la burguesía necesita expandir su dominio por la fuerza para sostener la acumulación, la Guerra Cognitiva es su herramienta clave en el siglo XXI. Formas de dominación política y cultural más sofisticadas en la que los medios de comunicación, la tecnología y las redes sociales se convierten en armas para moldear la realidad según los intereses del capital. “La dominación imperialista no se basa sólo en el control económico, sino en la capacidad de imponer su visión del mundo.” (El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin, 1916).

En la Guerra Cognitiva, los monopolios que secuestran el poder, no sólo compiten en el terreno militar o económico, sino en el campo del discurso y la percepción global. Si en el siglo XX la lucha ideológica pasaba por el control de la educación, los medios tradicionales y la cultura de masas, hoy el imperialismo ha sofisticado sus herramientas con el uso de algoritmos, inteligencia artificial y manipulación digital, también con la manipulación de las emociones y del sentido. Hacen cualquier cosa para desmovilizar y fragmentar a las clases populares. Para criminalizar y neutralizar las narrativas anticapitalistas mediante la saturación informativa y la post-verdad. Así vemos cómo la Guerra Cognitiva también es expresión de las Contradicciones y las Desesperaciones del Capitalismo con sus luchas inter-burguesas que avanzan a diario sobre el control del sentido en la esfera de la subjetividad, convirtiendo el control de la información en un campo de batalla central. Es una forma avanzada de dominación monopólico-ideológica dentro del imperialismo, contra las estrategias de resistencia y las luchas contra-hegemónicas en el campo de la comunicación y la cultura. Marx tenía razón: “La burguesía no sólo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado.”

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T: Fernando Buen Abad/Alma Plus TV

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