
El papa Francisco advirtió en su mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, contra los peligros «perversos» de la inteligencia artificial de «distorsionar la realidad» y pidió su regulación en todo el mundo para utilizarla por el bien común.
El pontífice afirmó en sus reflexiones que el rápido aumento de las posibilidades de la inteligencia artificial «ha resultado tan emocionante como desorientador». En este sentido, señalo que, aunque la humanidad no debe renunciar a un mayor desarrollo de esta tecnología, es necesario proceder con cautela para «prevenir las consecuencias nocivas, discriminatorias y socialmente injustas».
«Los sistemas de inteligencia artificial pueden ayudar a superar la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes», escribió el papa. «Pero, al mismo tiempo, pueden ser una fuente de «contaminación cognitiva», una distorsión de la realidad por narraciones parcial o totalmente falsas, creídas y difundidas como si fueran verdaderas».
«La simulación en su base se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y con la realidad», advierte el Pontífice.
En este contexto, subrayó que él mismo había sido víctima de ‘deepfakes. Al parecer, se refería a una foto que apareció el año pasado en la que se veía al pontífice con una elegante chaqueta hinchable hasta los tobillos. La imagen, generada con una herramienta artística basada en inteligencia artificial, se hizo viral en las redes sociales y engañó a muchos usuarios.
El Papa dirige du llamado de nuevo a la comunidad internacional para que formule «un tratado internacional vinculante que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas».
El Papa también reflexiona en particular sobre el mundo del periodismo, la información sobre las guerras y esa «guerra paralela» a través de las campañas de desinformación. «Cuántos reporteros son heridos o mueren sobre el terreno para permitirnos ver lo que han visto sus ojos», escribe Francisco, «sólo tocando con las manos el sufrimiento de niños, mujeres y hombres, se puede comprender lo absurdo de las guerras.»