Sergio Mattarella repetirá como presidente de la República ante la falta de consenso político en Italia
La incapacidad de la clase política para ponerse de acuerdo ha abocado a la reelección de Mattarella, de 80 años, que había expresado su deseo de abandonar el Quirinal.
Seis días y ocho escrutinios después de que iniciaran las votaciones para nombrar a un nuevo presidente de la República de Italia, 759 de los 1.009 «grandes electores» han conseguido alcanzar la mayoría absoluta y han reafirmado su apoyo al único hombre que pidió de todas las formas posibles que no se escribieran papeletas con su nombre: el actual jefe de Estado, Sergio Mattarella.
Ante la falta de entendimiento de un Parlamento fragmentado y la incapacidad de la clase política para ponerse de acuerdo, una delegación de líderes parlamentarios ha acudido a primera hora de la tarde al palacio del Quirinal, sede de la Presidencia de la República, para rogar a Mattarella que aceptara un bis.
Sabedores de su altura y responsabilidad institucional, los políticos han hecho caso omiso a la súplica de un hombre que, con 80 años, lo único que pedía era marcharse a su Sicilia natal para disfrutar de una merecida jubilación.
Alcanzado el quórum necesario de 505 votos, el palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de los Diputados, ha estallado en un largo aplauso de varios minutos para celebrar la fumata blanca. El respaldo a Mattarella ha sido tan grande que ha superado incluso la mayoría de dos tercios (673) precisada durante las tres primeras votaciones.
Durante esta larga semana han sido varios los perfiles que han resonado para mudarse al Quirinal: desde el magistrado Paolo Maddalena, el más votado en las dos primeras jornadas, hasta Elisabetta Belloni, diplomática y alto mando de los servicios secretos italianos, pasando por la presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casellati, presente en la Cámara de los Diputados y por cuyas manos pasaron ayer 382 papeletas a su favor.
El protagonismo ha ido cambiando por horas y solo el nombre de Mattarella, desde el inicio en las quinielas, se ha mantenido cuando por fin ha sonado con fuerza. Anoche, en cambio, tras el visto bueno de la Liga de Matteo Salvini y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Giuseppe Conte, todo apuntaba a que Belloni sería la primera presidenta de un país que sigue usando el masculino para referirse a los cargos de responsabilidad, aunque estos los ocupen mujeres.
Falta de acuerdo político
Pese a que los líderes de los grandes partidos que han votado a favor de Mattarella hablan de su permanencia en el cargo como una victoria para Italia, son conscientes de que este desenlace en realidad esconde un grave problema de fondo por su incapacidad y falta de entendimiento.
«Es un bonito día para Italia y para la política italiana, no porque haya resuelto sus problemas hoy, sino porque es más consciente de ellos y puede empezar a intentar arreglarlos», ha declarado en rueda de prensa Enrico Letta, del Partido Demócrata (PD), minutos antes de que empezara la octava y definitiva votación en Montecitorio.
Letta ha admitido el «bloqueo» de la política italiana y ha llamado a una «renovación de las reglas», con especial énfasis en la prohibición del «transformismo parlamentario», es decir, el cambio de partido a mitad de legislatura con la conservación del escaño, permitido en Italia.
El PD, principal fuerza de izquierdas del país, forma parte del actual Gobierno de Mario Draghi junto al M5S, la centrista Italia Viva de Matteo Renzi, la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi y la ultraderechista Liga de Salvini, entre otros. Son también quienes han aupado a Mattarella de nuevo como capo dello Stato.
Por el contrario, la extrema derecha de Hermanos de Italia, capitaneada por Giorgia Meloni, ha votado al magistrado Carlo Nordio y ha sido el único gran partido que no se ha posicionado a favor de la reelección, argumentando que se trata de una «anomalía» y que esperar al octavo escrutinio para votar en masa al actual presidente es una decisión «irrespetuosa» con Mattarella, al que se ha recurrido como segundo plato ante la dificultad de llegar a un consenso.
«Soy conservadora, pero de ideas y normas, no de sillones», ha espetado Meloni a las puertas de Montecitorio, en alusión a una de las principales polémicas que surgen en torno a la reelección de Mattarella: mantener a Draghi como jefe del Ejecutivo para garantizar la estabilidad del actual Gobierno y que cientos de parlamentarios mantengan su puesto al menos hasta septiembre para poder cobrar la pensión vitalicia.
Atrás quedan los nada lejanos días en los que la derecha italiana (Forza Italia, Liga y Hermanos de Italia) se prometía fidelidad. Salvini ha contestado a las palabras de Meloni y ha asegurado que no le interesan los puestos, sino satisfacer la «seriedad y serenidad» que los italianos necesitan.
Por otro lado, una vieja petición que ha resurgido estos días es la de un cambio de sistema en la elección del jefe de Estado. «Mi sueño es que los presidentes de la República los elijan los italianos», y no los «grandes electores», ha expresado Renzi, que anoche se posicionó en contra de la candidatura de Belloni: «No se va al Quirinal desde los servicios secretos: quien no lo entienda no tiene cultura institucional», escribió.
T/Diario Público/LRDS