Trampas discursivas sobre la presunta superioridad militar estadounidense frente a los nuevos paradigmas de la guerra

Recientemente hemos visto reseñado en agencias y medios occidentales[1], la publicación de los resultados del índice de “potencia de fuego global” correspondiente al año 2022. Se trata de un sitio web especializado en seguimiento de variables militares, que desde 2006 elabora análisis con base a datos abiertos de 142 potencias militares modernas. Según lo indicado por ellos mismos en su web: “La clasificación de la GFP se basa en la capacidad bélica potencial de cada nación en tierra, mar y aire combatida por medios convencionales”.
A pesar que indican que los resultados del índice son bastante exhaustivos luego de la consideración de un conjunto de valores relacionados con el equipamiento, mano de obra, recursos naturales, finanzas y geografía, que brindarían mayores capacidades y potencialidades militares, todo ello expresado a través de más de 50 variables, la verdad es que cuando nos ponemos a revisar con detalle, muchos elementos cualitativos relacionados con las guerras “de hoy”, no están siendo considerados.
No obstante, se considera un índice que, a pesar de reforzar un discurso de superioridad militar occidental, aporta datos interesantes de analizar, sobre la distribución de patrones y equipamiento militar a nivel global, arrojando unos números bien estimables y una preocupante tendencia creciente al armamentismo y al fortalecimiento de la industria militar, por lo que, si algún experto desea consultarlo, puede visitar el siguiente enlace: https://www.globalfirepower.com
Sobre esto, son propicias algunas consideraciones:
Se trata de un índice que generalmente se publica a inicios de año, por lo que el hecho de que algunos medios españoles y prensa europea, lo estén difundiendo en este momento, parece tener mas bien un interés en brindar una sensación de “estar del lado correcto de la historia” y una falsa “sensación de seguridad”, al encontrarse “alineados” con la “primera potencia militar del mundo”, es decir, los Estados Unidos de América. Asimismo, busca justificar la adquisición de armamento militar norteamericano.
Según ese informe, Estados Unidos es la primera potencia de fuego global. No queda duda que EEUU tenga la mayor reserva de armamento convencional, pero lo cuestionable es si este país posee la superioridad militar, ya que la misma implicaría poseer la tecnología más avanzada en cuanto al equipamiento militar y el tipo de armamento.
De acuerdo a lo indicado en el índice de potencia de fuego, EEUU sería el superior del mundo en un conjunto de categorías, entre ellas, cantidad de aviones de transporte, aviones tanqueros de combustibles, helicópteros de ataque, aviones caza, portaviones, portahelicópteros, aviones para misiones especiales (operaciones electromagnéticas), aeropuertos disponibles, así como infraestructura de carreteras. También superaría al resto de las potencias del mundo en cuanto al gasto en defensa.
No obstante, muchas veces, la trampa cuantitativa esconde la valoración cualitativa de la utilidad y pertinencia tecnológica del armamento utilizado. ¿De qué sirve tener todo el armamento del mundo si no está adaptado a las nuevas formas de guerra? Drones y equipos vectores, misiles, por ejemplo, son algunos elementos que han quedado por fuera de todo eso.
Los datos que son aportados pueden servir como indicativo en cuanto al equipamiento empleado para guerras convencionales, pero en la realidad, la tecnología utilizada ha variado de manera exponencial y muchos de esos implementos y armamentos han perdido vigencia frente a las nuevas generaciones de guerra. Esto hace importante para países como EEUU, poseedores de grandes arsenales obsoletos, posicionar y vender en Europa la mayor cantidad de armas posibles, para poder invertir esos dividendos en el desarrollo de nuevas tecnologías armamentistas.
Sobre todo, cuando tienes países como la Federación de Rusia, que han desarrollado y probado con éxito nuevas generaciones de misiles y equipos vectores hipersónicos de largo alcance, que dejan un conjunto de equipamiento tecnológico en obsolescencia, ya no lucen tan necesarios los portaviones, aviones tanqueros, aviones caza, cuando puedes llegar al otro lado del planeta, desde tu territorio, en segundos.
Y, si a eso le sumamos, que Rusia -de acuerdo a ese informe- solo destina el 20% del gasto militar que destina EEUU, entonces hay que reflexionar bien sobre la eficiencia y racionalidad del gasto militar estadounidense para la modernización de su apresto operacional, y también, sobre la necesidad que el mismo genera en la proliferación de la guerra para así garantizar su rentabilidad. Solo a un país conviene la guerra hoy, y es el mismo al que ha convenido siempre, los Estados Unidos de América.
En todo caso preocupa el enfoque de muchos medios occidentales orientado a potenciar una carrera armamentista que puede tener severas consecuencias para la paz mundial; todo ello, a través de un enfoque sesgado que busca privilegiar a EEUU y otorgarle una supremacía militar que hace ya tiempo no tiene, mientras que la dependencia militar de Europa hacia Estados Unidos continuará perpetuándose, mientras sigan adquiriendo su armamento obsoleto, y sean incapaces de formular una doctrina militar propia europea, independiente de los designios de la OTAN.
T/