Un fragmento de techo se desplomó sobre Geraldine mientras colaba café el 14 de agosto, aún con dolor y temor logró salir de su casa antes que otros trozos se derrumbaran como si fueran pedazos de cartón. Había un terremoto castigado nuevamente a la sufrida Haití.
«Casi no podía caminar, me llevaron al hospital Saint Antoine, había muchas personas en el parqueo, otros con heridas mucho mayores que la mía. Todos estábamos muy asustados», narró a Sputnik vía telefónica.
En los exteriores del centro de salud se reunían las personas que desesperadas buscaban atención médica. A muchos los sacaron sus propios familiares bajo los escombros y venían en brazos, en motocicletas y algunos a pie.
Todavía desconocían la magnitud del sismo, un tanto mayor que el ocurrido en 2010 cuando la capital Puerto Príncipe se derrumbó y 300.000 murieron en pocas horas.
Cuando se organizó la asistencia, Geraldine pudo ver a un médico.
«Era un cubano que me limpió y entablilló el pie, me dijo qué debía tomar para el dolor y casi me rogó que no regresara a la casa», recuerda.
Como ese galeno, varios especialistas de Cuba casi no tuvieron tiempo después del sismo para comenzar a atender a los pacientes.
Las víctimas llegaron a Jeremie, Port Salut, L’Asile y Aquin, donde los médicos de Cuba asisten a la población desde hace 22 años. Más de 600 atendieron en los dos primeros días tras el terremoto, y continúan allí, especialmente en esos lugares remotos donde la ayuda es más necesaria.
Operan, suturan, estabilizan y hacen partos de emergencia, incluso cinco días después del terremoto de 7,2 de magnitud, que acabó con la vida de al menos 2.189 personas y causó heridas a otras 12.000.
En muchos de esos sitios los cubanos fueron los primeros en atender a los pacientes. Con su experiencia en zonas de desastres salvaron a un recién nacido cuya madre escapó de los escombros del hospital donde estaba internada.
La historia se repite para esta brigada que ya vivió en Haití el terremoto de 2010, los huracanes George, Mitich y Mathew, la epidemia de cólera y la reciente pandemia de COVID-19.
«Solidaridad eterna hacia el noble pueblo haitiano. En estos duros momentos, como en otros durante muchos años, nuestro personal de salud está salvando vidas allí», expresó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
Ahora organizan la asistencia, instalan clínicas móviles, van a las casas de quienes no pudieron llegar a los centros de salud, y sobre todo velan para que la tragedia del terremoto, a la que siguieron las lluvias e inundaciones de la tormenta tropical Grace, no sea aún más grave con las enfermedades que se despiertan después de las catástrofes.
T/ Sputnik/ LRDS