Hasta una guerra nos ha traído el 2020, algunos pensarán que era un evento inesperado el que hoy enfrenta a Armenia y Azerbaiyán, pero no, se trata de un conflicto que pasa las dos décadas, miles de muertos y heridos a lo largo de ese tiempo, centenares de miles de desplazados y destrucción.
El que no apareciera en los titulares de la fastuosa prensa occidental no significa que lo que hoy ocurre en la cuenca del mar Caspio sea una novedad. Lamentablemente es una tragedia continuada. Y si usted pensaba que no había grandes cosas de la geopolítica en juego se equivoca.
Si busca un mapa, allí cerca de donde ocurren los enfrentamientos, pero del otro lado del mar Caspio se ubica Irán, si fija su mirada hacia arriba está Rusia y otros pueblos y países donde por décadas se ha azuzado también los enfrentamientos étnicos y religiosios. De un costado puede observar a Turquía, a Siria y si se fija usted en las cifras económicas pues está también Israel, el tercer socio comercial de Azerbaiyán.
Y si usted se va a la historia reciente y no tan reciente debe buscar en cómo un país absolutamente distante geográficamente está también involucrado en el conflicto: Estados Unidos. Por una sencilla razón, hacían trabajo de inteligencia, infiltración y de manipulación política durante la existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y luego fueron quienes junto a sus transnacionales planificaron la explotación de petróleo y gas en Azerbaiyán.
¿Guerra por el petróleo? ¿Cruce geopolítico entre potencias?, ambas cosas las creemos, lo cierto es que el desarrollo de Armenia y de Azerbaiyán no se logrará mediante la guerra. Lo cierto es que el enfrentamiento inter-étnico fue promovido por un orden social injusto, hegemonizado por potencias que intervienen para que esto ocurra y al voltearse para la foto hablan de paz.
Es Azerbaiyán uno de los países con mayores recursos energéticos en su región, uno de los princiaples sumistradores de petróleo para Turquía e Israel. El trazado de sus oleoductos y gasoductos por parte de las transnacionales no le dio mayor importancia a la cercanía de su tránsito con el territorio de Nagorno Karabaj, territorio considerado como parte iontegral del suyo por Azerbaiyán, pero que se considera a si mismo como una República, a pesar de que ninguna otra nación en el mundo la reconoce como tal.
¿Y que hace Armenia en todo esto?, la mayoría de los habitantes de Nagorno Karabaj se reivindican de origen armenio. Nagorno Karabaj y Armenia han enfrentado juntos la disputa territorial con Azerbaiyán. A sólo 40 kilómetros de Nagorno Karabaj se ubica uno de los principales oleoductos.
Entre 1991 y 1994 ocurrieron enfrentamientos de los que la prensa occidental poco quiso contarnos, pero donde murieron al menos 10 mil personas. Claro, en la ONU, en Washington y en Bruselas estaban más preocupados por desintegrar Yugoslavia y luego agredirla y bombardearla.
En 2016 ocurrió la llamada «guerra de los 4 días», el más grave de los enfrentamientos en la zona hasta los tiempos de hoy. Por lo menos 172 personas fallecieron como consecuencia de los enfrentamientos iniciados en esa oportunidad por Azerbaiyán.
En torno a llamada “guerra de los 4 días”, el escritor y documentalista residente en Armenia, Peter Liájov, escribió: “Los pueblos de Armenia y Azerbaiyán han de reconocer que en las dos décadas pasadas nunca han sido realmente enemigos, sino que su sangre, su sufrimiento y su odio mutuo no fueron más que un instrumento de acumulación de capital de las elites, y que la única manera de hallar finalmente la paz pasa por que se enfrenten a su enemigo real”.
Liájov ubicaba como enemigo real a las oligarquías de ambas países y su corrupta y obstentosa acumulación de riqueza. Además alertaba que “la peor perspectiva para ambos países, y para la región, es que los gobiernos traten de resolver sus crisis redoblando los tambores de guerra”. Este escenario está ahora muy cerca de cumplirse.
Y los Estados Unidos
En 1997, el entonces secretario de Estado norteamericano, James Baker indicaba que “el petróleo del Mar Caspio podría tener la misma importancia para el mundo y el sector que la que tiene hoy en día el petróleo del Oriente Medio”. Las predicciones de Baker no fueron muy exactas, el potencial petrolero de la región no se acerca a la del Medio Oriente, tampoco a la Venezuela y Sudamérica.
Para aquel entonces, Rusia estaba gobernada por Boris Yeltsin y una dirigencia genuflexa ante las intenciones de Washington. Las transnacionales petroleras estadounidenses se frotaban las manos y planificaban oleoductos y gasoductos que garantizaran el control energético de la zona y achicar el papel de Rusia en la zona.
Las tensiones históricas por motivos sociales y étnicos fueron ignoradas, a pesar del grave precedente del conflicto que concluyó en un armisticio en 1994. Por el contrario, EEUU fue avanzando en otros países en promover el extremismo religioso y los conflictos de ese tipo, como ocurrió en Afganistán, por ejemplo.
EEUU instaló bases militares en Uzbekistán, Tayikistán y Kirziguistán, todas naciones vecinas. Es necesario recordar también que al sur del mar Capio hace frontera la República Islámica de Irán, considerada por Washington como un enemigo en la región.
El consorcio petrolero Azerbaiyán International Operating Company, cuyos accionistas mayoritarios eran la BP de Gran Bretaña y Amoco de Estados Unidos, ocupó gran parte de las operaciones de extracción y distribución de crudo, pero también participaron inversionistas europeos y japoneses. El trazado de oleoductos y gasoductos fue impuesto por Estados Unidos.
Son todas aristas de una visión que implica a Estados Unidos en la actual situación de la región sobre la base de sus intereses económicos y políticos.
T/ Chevige González Marcó/ La Radio del Sur